“Es conveniente, señor nuestro, que compres para nosotros una partida de esclavos con el dinero del sultanato, para que los musulmanes obtengan la victoria”. Cuando el rey oyó estas palabras, dijo: “hayy Sâjîn, tú serás mi representante para comprarme lo necesario”, Sâhîn bajó del diván a su palacio, y le dijo a uno de sus esclavos: “toma esta carta y vete con ella al jeque comerciante de esclavos, y házsela llevar”…. Cuando [el comerciante de esclavos] llegó a la presencia del visir, lo saludó, y él le devolvió el saludo, y le hizo sentarse a su lado, agasajándolo. Le dijo: “el rey me pide una partida de esclavos que convengan al sultanato; se trata de setenta y cinco mamelucos, veinticinco circasianos, veinticinco abjazos y veinticinco georgianos, ¿qué dices?” Él respondió: “su alteza el visir, esto no se encuentra aquí, tal como lo has descrito”. Le dijo: “¿y qué opinas?”; él respondió: “hay un hombre en al-Husayniyya que es comerciante y viaja, y conoce lo que buscas. Lo llaman ´Alî al-Warâqa, debes acudir a él”.
… [´Alî al-Warâqa] se fue con el siervo hasta que llegaron al palacio del visir… Dijo [el visir]: “has de saber que lo que te pido sólo es por necesidad, y mi propósito es llevarlo a cabo. Es una petición del sultán”. Preguntó: “¿y cuál es, visir del tiempo?”. Respondió: “setenta y cinco esclavos impúberes, que sean de tres razas: circasianos, georgianos y abjazos”. Le dijo: “visir, comprendo los signos, comprendo las hablas y las lenguas, pero si viajo en busca de esto, se me echará encima la gente inoportuna, por las deudas que tengo con ellos”; luego añadió: “por tu cabeza, hace tres días que no llevo comida a mi familia y tengo muchas deudas. Es sorprendente para mí, porque fui un comerciante famoso y mi dinero se ha hundido en los mares, y el resto ha sido saqueado en los baldíos. Quizá los deudores me cojan el precio de los esclavos y salga trasquilado”.
Cuando el visir oyó lo que dijo, le respondió: “no temas, el asunto es sencillo. Pero, cuéntame por qué conoces las lenguas y sabes mi origen por lo que has oído de mi lenguaje”. Le dijo: “sí, te conozco, visir del tiempo. Tu padre es turco y tu madre magrebí”. Le dijo: “sí, es como has dicho, y ahora vete a tu casa, y cuando llegue mañana, preséntate a mi en el diván”. Le dijo: “oír es obedecer”, y el visir le impuso el manto de honor, y ordenó que le dieran cien dinares.´Alî se alegró con lo que le había dado el visir y cesó su preocupación y su tristeza…. Al día siguiente se encaminó al diván… El Âga Sâhîn le dijo: “señor sultán, éste es el que traerá los esclavos”. Dijo: “´Alì, ¿tú harás eso?”, respondió: “sí, príncipe de los creyentes”. Dijo: “has de saber que te pido otra cosa, que es un esclavo especialmente para mi, que tenga las condiciones que te menciono: que sea astuto, fuerte y sagaz, que sepa de memoria el Corán y que su rostro sea bello; que se llame Mahmûd y que tenga siete marcas de viruela en la frente y un mechón de león entre los ojos. ¿Qué dices sobre esto, ´Alî? Le dijo: “señor mío, si encuentro estas condiciones te traeré lo que pides”. El rey le dijo: “toma esta bolsa y este traje y si encuentras lo que he descrito, cómpramelo”. Luego le dijo el rey al visir: “dale el precio de los esclavos y dale también setenta y cinco trajes reales, y entrégale el mando de honor. Escríbele un documento por el cual sea el jeque comerciante de esclavos”. El visir Sâhîn respondió: “príncipe de los creyentes, este hombre está endeudado y quizá lo atrapen los deudores, le quiten los esclavos y la mercancía y no consigamos sino pérdida”. El rey dijo: “escríbele una orden del sultán con la prohibición de interceptarlo en los países y menciona en ella que todas las deudas que tiene ´Alî se descontarán del impuesto”. Le escribió esto y salió del diván después de coger los dirhams, los regalos y los trajes”.
… [´Alî al-Warâqa] se fue con el siervo hasta que llegaron al palacio del visir… Dijo [el visir]: “has de saber que lo que te pido sólo es por necesidad, y mi propósito es llevarlo a cabo. Es una petición del sultán”. Preguntó: “¿y cuál es, visir del tiempo?”. Respondió: “setenta y cinco esclavos impúberes, que sean de tres razas: circasianos, georgianos y abjazos”. Le dijo: “visir, comprendo los signos, comprendo las hablas y las lenguas, pero si viajo en busca de esto, se me echará encima la gente inoportuna, por las deudas que tengo con ellos”; luego añadió: “por tu cabeza, hace tres días que no llevo comida a mi familia y tengo muchas deudas. Es sorprendente para mí, porque fui un comerciante famoso y mi dinero se ha hundido en los mares, y el resto ha sido saqueado en los baldíos. Quizá los deudores me cojan el precio de los esclavos y salga trasquilado”.
Cuando el visir oyó lo que dijo, le respondió: “no temas, el asunto es sencillo. Pero, cuéntame por qué conoces las lenguas y sabes mi origen por lo que has oído de mi lenguaje”. Le dijo: “sí, te conozco, visir del tiempo. Tu padre es turco y tu madre magrebí”. Le dijo: “sí, es como has dicho, y ahora vete a tu casa, y cuando llegue mañana, preséntate a mi en el diván”. Le dijo: “oír es obedecer”, y el visir le impuso el manto de honor, y ordenó que le dieran cien dinares.´Alî se alegró con lo que le había dado el visir y cesó su preocupación y su tristeza…. Al día siguiente se encaminó al diván… El Âga Sâhîn le dijo: “señor sultán, éste es el que traerá los esclavos”. Dijo: “´Alì, ¿tú harás eso?”, respondió: “sí, príncipe de los creyentes”. Dijo: “has de saber que te pido otra cosa, que es un esclavo especialmente para mi, que tenga las condiciones que te menciono: que sea astuto, fuerte y sagaz, que sepa de memoria el Corán y que su rostro sea bello; que se llame Mahmûd y que tenga siete marcas de viruela en la frente y un mechón de león entre los ojos. ¿Qué dices sobre esto, ´Alî? Le dijo: “señor mío, si encuentro estas condiciones te traeré lo que pides”. El rey le dijo: “toma esta bolsa y este traje y si encuentras lo que he descrito, cómpramelo”. Luego le dijo el rey al visir: “dale el precio de los esclavos y dale también setenta y cinco trajes reales, y entrégale el mando de honor. Escríbele un documento por el cual sea el jeque comerciante de esclavos”. El visir Sâhîn respondió: “príncipe de los creyentes, este hombre está endeudado y quizá lo atrapen los deudores, le quiten los esclavos y la mercancía y no consigamos sino pérdida”. El rey dijo: “escríbele una orden del sultán con la prohibición de interceptarlo en los países y menciona en ella que todas las deudas que tiene ´Alî se descontarán del impuesto”. Le escribió esto y salió del diván después de coger los dirhams, los regalos y los trajes”.
Ana Ruth Vidal Luengo, La dimensión mediadora en el mito árabe islámico: La Sirat Baybars, Eirene, Universidad de Granada, 2000, pp. 284-286.
1 comentario:
exelente blog , es lo que buscaba ^^ os felecito buen trabajo^^
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