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jueves, 25 de octubre de 2007

Musulmanas de los primeros tiempos del Islam

Mujeres como Um Salama, Aixa, Jadiya... entre otras mujeres muy importantes que no tuvieron relación sentimental con el profeta, son el recuerdo de las primeras mujeres que reclamaban su derecho y la igualdad de sexos y de condición, ya que, en esa época en el Islam las mujeres dependían de su condición para tener o no un buen trato.

De Aixa me ha impresionado, dado la época de la que estamos hablando, el papel fundamental que desempeñó en la vida de dos de los califas ortodoxos que sucedieron a Mahoma. Contribuyó a la desestabilización de Uzmán, el tercer califa ortodoxo, al negarse a ayudarlo en el momento en que estaba sitiado en su propio domicilio por los rebeldes.
Abandonó Medina al borde de la guerra civil para hacer la peregrinación a la Meca, a pesar de las protestas de muchos notables de su entorno.
En cuanto a Ali, el cuarto califa ortodoxo, contribuyó a su caída al dirigir la oposición armada que no aceptaba su legitimidad.
Los historiadores llamaron a ese enfrentamiento “la batalla del camello”, aludiendo al camello que montaba Aixa, evitando de esa manera ligar en la memoria de los musulmanes de a pie un nombre de mujer con el de una batalla.

Sakina , se cuenta que era una mujer de gran belleza, pero no solo belleza física, ya que, para los árabes la belleza no sólo consiste en el físico sino en un conjunto de gracia física, inteligencia crítica y una gran elocuencia.
Los hombres más poderosos se la disputaban, califas y príncipes le pedían en matrimonio, que ella rechazaba por razones políticas. No obstante, acabará casándose con cinco maridos. Disputó con unos, hizo declaraciones de amor a otros, llevó a uno ante los tribunales por infidelidad y nunca consintió a ninguno la ta’a (principio de obediencia, clave del matrimonio musulman). En sus contratos de matrimonio, estipulaba que no obedecería al marido, que sólo haría su antojo y que no le reconocería el derecho a la poligamia, todo ello debido a su interés político y su dedicación por la poesía.
Seguía recibiendo en su casa a poetas y asistiendo, a pesar de sus múltiples matrimonios, a los consejos de los Quraishíes.
Sakina guardará toda su vida un desprecio que no dudará en expresar hacia la dinastía Omeya y sus sanguinarios métodos, ya que el padre de ésta, Husein, tras la muerte de Muawiya, como se negó a jurar fidelidad al hijo de éste, fue asesinado en Karbala en presencia de todos los suyos entre ellos Sakina, que lo acompañaba.
Otro dato impresionante de esta mujer, dada la época de la que estamos hablando, es que obligó a uno de sus maridos a firmar un contrato de matrimonio oficializando su derecho al “nushuz”, la rebelión contra la autoridad marital, que traía de cabeza a los alfaquíes. Reivindicaba su derecho a ser nashiz, y hacía alarde de ello, como de su belleza y talento, para afirmar la importancia y vitalidad de la mujer en la tradición árabe.
A Mosab b. az-Zubair, el marido al que amó más, lo mató abd al-Málik b.Marwan, el quinto califa omeya (685-705).
Sakina murió en Medina, a los sesenta y ocho años (en el año 117 de la hégira). Otras fuentes dicen que murió a los sesenta y siete años en Kufa. Imágenes: pintura mural de la iglesia mozárabe de san Baudilio de Berlanga.

domingo, 14 de octubre de 2007

Flashes de conocimiento volumen 1

Se trata de un video-montaje con preguntas que nos parecieron interesantes sobre el Islam: cultura, arquitectura, historia, etc. Como podréis comprobar ninguna de las respuestas que vais a ver, están pactadas ni amañadas; esto es lo que ellos saben , ¿qué es lo que sabéis vosotros?



NOTA: "Flashes de conocimiento" se editará por volúmenes debido al peso del material.

martes, 9 de octubre de 2007

Al-Idrisi


أبو عبد اللّه محمد الإدريسي
Abu Abd Allah Muhammad Al-Idrisi; Ceuta, (1100), سبتة - Palermo, (1166) Importante cartógrafo y geógrafo musulmán que fue considerado como el Estrabón de su época. De familia noble (era bisnieto de Idrís II, rey de la taifa de Málaga), se formó intelectualmente en la ciudad de Córdoba.
Realizó múltiples viajes por los reinos de la Península Ibérica, norte de África y Oriente, en los que anotaba todas las impresiones que creía oportunas, ampliándolas con informes de los trabajos de sus contemporáneos y contrastándolas con las fuentes antiguas. Pronto se hizo célebre en los círculos culturales por la calidad de sus trabajos. Vivió en la corte del rey normando Roger II de Sicilia. Al-Idrisi realizó un gran mapamundi orientado hacia el sur, conocido como la Tabula Rogeriana, acompañado de su libro Geografía. Imágenes: mapa de al-Idrisi, al-Idrisi y el rey Roger II a caballo.

Provincianismos espaciales y temporales

“Temía caer en la trampa del provincianismo, noción que solemos asociar con el espacio: provincianismo es aquel cuyo pensamiento está centrado en un limitado espacio al que el individuo en cuestión atribuye una importancia desmesurada, universal. Sin embargo, T. S. Eliot advierte de otro provincianismo, no del espacio sino del tiempo: “En la época actual –escribe en 1944 en un ensayo sobre Virgilio-, en que los hombres parecen más inclinados que nunca a confundir sabiduría con conocimiento y conocimiento con información, ya a tratar de resolver problemas vitales en términos de ingeniería, está naciendo una nueva especie de provincianismo, que quizá merezca un nombre nuevo. No es un provincianismo espacial sino temporal, un provincianismo cuya historia es la mera crónica de las invenciones humanas que sirvieron en su momento y fueron desechadas, un provincianismo para el cual el mundo es propiedad exclusiva de los vivos, sin participación alguna de los muertos. El peligro de esta clase de provincianismo es que todos, todos los pueblos de la tierra, podemos ser juntos provincianos; ya a quienes no se contentan con serlo, sólo les queda convertirse en ermitaños.” [en Ryszard Kapuscinski, Viajes con Heródoto, Crónicas Anagrama, Barcelona, 2006, p. 304].

Vestigios de la historia


“Cada vez que contempla uno ciudades, templos, palacios ya muertos, se pregunta por la suerte que corrieron sus constructores. Por su dolor, sus columnas vertebrales rotas, por los ojos que saltaron de sus cuencas al recibir el impacto de una esquirla, por su reumatismo. Por su vida desgraciada. Su sufrimiento. Y entonces surge la siguiente pregunta: ¿podrían existir tamañas maravillas sin ese sufrimiento ¿Sin el látigo del vigilante? ¿Sin ese miedo que anida en el esclavo? ¿Sin esa soberbia que anida en el soberano? En una palabra, ¿no habrá sido el gran arte del pasado obra de lo que el hombre tiene de malo y negativo? Y al mismo tiempo, ¿no lo habrá creado su convicción de que lo negativo y lo débil que lleva dentro puede ser vencido sólo por lo bello, sólo por el esfuerzo y la voluntad de crearlo? ¿Y de que lo único que no cambia nunca es la forma de la belleza? ¿Y de la necesidad de ella que vive en nosotros?”, [en Ryszard Kapuscinski, Viajes con Heródoto, Crónicas Anagrama, Barcelona, 2006, pp. 173, 174. Imagen: omeyas constructores. Detalle fresco palacio de Qusayr Amra].

El rebelde de Lorca

- “Dice Ibn Mas´ud en al-Aniq: el año 312 (9 abril 924-28 marzo 925) partió en aceifa el califa an-Nasir de su capital cordobesa, en dirección a Pamplona, país de los enemigos de Dios, los infieles vascones, a quien Dios destruya; de camino, atacó a ´Abdarrahman b. Waddah, rebelde de Lorca, cora de Tudmir, hostigándolo hasta que se sometió y pidió el amán para rendirse, como en efecto hizo cuando se le concedió, siendo enviado a Córdoba con su familia y propiedades, y entrando en ella en un día célebre, pues la gente se aglomeró para verlo. Era un hombre muy corpulento y tan barbudo que se hizo famoso por ello y fue muy comentado el tamaño de su barba, del mismo modo que extrañó un perrazo que trajo por delante de todos sus arreos, sujeto con una cadena y mimado, del que se dijo que era un animal de presa con que ejecutaba a la gente.

Un poeta satírico de Córdoba dijo sobre él:


"A Córdoba ha venido Ibn Waddah,
con el perro por delante, mas el perro no importa;
vino arrastrando por el suelo la barba:
a veces se le veía, a veces lo ocultaba;
su producto diario bastaría,
sin mengua a setenta caras;
su carga de lana y pelo, tejida,
con su abundancia podría vestir a los pobres."

Y luego cosas cuya repetición sería vergonzosa.”, [En Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 152]

Crónica de sucesos varios

- “Cuenta al-Hasan b. Muhammad b. Mufarriy al-Qubbasi en su libro sobre los califas lo siguiente:
“Uno de los hechos más notables ocurridos al califa an-Nasir li-din Allah por lo que a sus escrúpulos morales se refiere, fue que un día, en una de sus salidas de palacio con su cortejo, le salió al paso un loco que se había ocultado en las revueltas del camino y, poniéndosele delante, le lanzó un grito terrible, corrió hacia él y echó mano al freno de su brida, queriendo sujetarla, lo cual espantó al caballo que cabalgaba el califa, de modo que se levantó de manos y estuvo a punto de desmontarlo, si no hubiera sido por lo bien que se tuvo en la silla: entonces, los principales de su guardia de eunucos y esclavos que lo rodeaban se precipitaron al loco, creyendo que era un jariyí que quería matarlo, alcanzándolo al punto con sus espadas y atravesándolo con sus lanzas y matándolo, mientras an-Nasir estaba aún aturdido con la sorpresa [laguna] [más cuando se repuso,] reprendió a los eunucos severamente, disgustándose, y mandó preguntar por los parientes del loco, a los cuales indemnizó, comprometiéndose a favorecerles mientras viviera.”, [En Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, pp. 41-42.]


- “Aquel año sufrió la gente escasez al prolongarse la sequía y generalizarse en todo el país. El alfaquí consejero Muhamma b. ´Umar b. Lubaba salió al oratorio del Arrabal y les hizo la rogativa cinco veces en distintos días, pero no fueron socorridos, y los precios subieron, escaseando el trigo en los mercados. Entonces mándo an-Nasir a Ahmad b. Muhammad b. Ziyad que saliera con la gente en rogativa, y así lo hizo el lunes 13 de sawwal (1 mayo 915), primer día de mayo del calendario solar, cayendo una lluvia fina buena y un rocío humedecedor con el que se salvó parte de la cosecha, pero se perdió lo más de ella, consumida por la sequía, de manera que al manifestar el año su realidad, la escasez dominó todo el país de al-Andalus y sus marcas, subiendo los precios en todos los puntos.” [Año 302 (27 julio 914-16 julio 915) en Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 88]

- “Hubo luego una atroz sequía y carestía de precios, siendo la calamidad grande, emigrando muchos y generalizándose la ruina, pues el cahiz de trigo alcanzó los 12 dinares-dirhem de plata. La gente moría de hambre y fueron frecuentes los enfrentamientos y el desafecto entre parientes, por no hablar ya de los extraños, y el hambre se extendió a todo al-Andalus, durando cosa de un año y haciendo perecer a muchos de sus pobladores.”,
[Año 303 (17 julio 915-4 julio 916) en Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 104]

- “Quedan 10 días de sa´ban de este año (12 julio 936) ocurrió el pavoroso incendio del zoco de Córdoba, en que ardieron todos los establecimientos de la arteria principal, alcanzando las llamas las tiendas de los laneros y la zona inmediata a la mezquita de Abu Harun, que se vino abajo, y llegando el fuego al mercado de los perfumistas y las tiendas de los sederos que estaban detrás, siendo general en las de los pañeros y todas las partes vecinas, hasta llegar las llamas y acabar con el edificio de las postas, en un terrible incendio de gran alcance.
Cuando hubo concluido, an-Nasir ordenó reconstruir la mezquita de Abu Harun según era antes, pero con mejor construcción y perfecta fábrica, comenzando la construcción a fines del año 24 (noviembre 936); también ordenó reconstruir el edificio de las postas según el plan que trazó con excelente conocimiento y profunda sapiencia, haciéndose la construcción y colocándose las puertas según indicó, con un ático sobre ellas que daba allí e impedía se las dañara, y así quedó el edificio hasta que su hijo al-Mustansir, a comienzos de su reinado, lo transformó en alcaicería para los comerciantes, con que amplió el zoco, llevándose las postas al edificio que les destinó en la Almozara. También los mercados fueron restaurados mejor que estaban, poniéndoseles un techo de madera con tejas, con lo que fue completa la hermosura del zoco de Córdoba.”, [En Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 286] . Imágenes: representación de ´Abd ar-Rahman III, mapa de califato omeya, caravana de comerciante, mercado de esclavos.

El califa an-Nasir y los leones

- “Debo decir además que un horror espantoso con que an-Nasir aterrorizó a la gente fue la utilización de leones para hacer más terrible su castigo, acción propia de reyes tiránicos de Oriente, en la que les imito, haciéndoselos traer por los reyezuelos de la orilla africana, puesto que no son animales propios de al-Andalus que tuvieran aquí morada ni descendencia, sino de los desiertos de aquel país, de donde le fueron regalados varios, para los que hizo una casa detrás de su palacio en Córdoba, sobre el puente que se eleva sobre el barranco, en la hondonada que cubre, el cual aún lleva este nombre llamándose “puente de los leones”. Tenían leoneros que los sujetaban con hierros y les daban raciones suficientes de carne vacuna; con ellos aterrorizaba a los criminales, pues los corazones se estremecían de terror por su causa. Más, según mi información, [no] consta que se los soltara a nadie conocido, hasta que se deshizo de ellos al final de su vida, matándolos y suprimiendo todo aquello. Yo he llegado a conocer a ancianos que contaban que aquellas instalaciones eran muy comentadas; uno de ellos refería un caso milagroso ocurrido a un santo de entonces, con el cual puso Dios de manifiesto su favor, pues, en efecto, un león se soltó de sus cadenas en un momento de descuido en quw se ausentó su guarda y, saliendo a vagar, entró en una mezquita cerca del lugar de donde se había escapado, hasta llegarse adonde estaba nuestro hombre, de pie y rezando, momento de en que el león se sentó sobre sus cuartos traseros y contuvo su rugido sin avanzar hacia el hombre, y sin que éste interrumpiera su plegaria hasta terminarla. Entonces se volvió y, viéndolo, invocó el nombre de su Señor y, dirigiéndose al león, le hizo señas con el puño como diciéndole: “largo de aquí, criatura, vete, que éste no es tu lugar.” Y el león se apartó para marcharse, pero entonces llegó el guarda buscándolo y, cogiéndolo con sus ataduras, se lo llevó, mientras aquel siervo piadoso volvía a sus rezos.” [Palabras del historiador Ibn Hayyan a cerca del califa omeya ´Abd ar-Rahman III en Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, pp. 41-42].Imágenes: animales del Calila y Dimna, León cazando, detalle. Alhambra (Granada), S. X; Hombre sobre león, Picatrix.

Castigos ejemplares

- “En este año fue crucificado en la calzada, a las puertas del alcázar de Córdoba, el arquero cristiano conocido por Abu Nasr, uno de los hombres del rebelde Ibn Hafsun que, en días de ´Umar, se había hecho famoso por su puntería para alcanzar blancos remotos, que rara vez fallaba, con lo que vinieron a morir por su mano muchos musulmanes y se le temió grandemente. Por aquel entonces fue hecho prisionero y traído a puertas de palacio, ordenando el sultán se le crucificase y asaetara por el daño que había hecho a sus hombre y a cuantos combatieron a los malvados que defendía: una vez izado en el leño, a la vista del nutrido público que reclamaba su sangre, fue acribillado por las saetas de los arqueros, hasta ser alcanzado en puntos vitales y atravesados sus miembros, acabando con su malvada vida y quedando en el madero como un erizo durante varios días, hasta que se ordenó bajarlo y quemar sus restos, lo que se cumplió para satisfacción de la gente, a Dios gracias.” [Año 313 (29 marzo 925-18 marzo 926) en Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 154]

- “En este año se hizo el sultán con los Banu Turina, los criminales que habían matado a los correos en el camino de la Marca, inflingiéndoles el terrible castigo de la hoguera y el degüello, …”, [Año 321 (1 enero 933-21 diciembre 933) en Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 245]

lunes, 8 de octubre de 2007

Alardes, campañas y ejércitos

“En este año el califa an-Nasir hizo personalmente una aceifa contra territorio infiel, que fue la campaña llamada de Osma, para la que había ordenado preparativos y movilización desde primeros de año, enviando cartas en este sentido a las coras de al-Andalus y a todos sus leales del norte de África. Acudieron gentes de todas partes, haciendo an-Nasir para esta campaña un gran alarde, que se hizo famoso en al-Andalus y provocó admiración en Córdoba por la demostración que hizo de número y material, joyas y adorno, … Él apareció vistiendo cota y ciñendo espada, caballero en un alazán de conocida raza, uno de sus mejores corceles, rodeado por sus caídes y escuadrones, en perfecta formación, haciendo gala de armamento y fuerza; para mayor vistosidad del alarde multiplicó las clases de equipo y las formidables, hermosas y valiosas insignias de peregrinas clases en banderas y estandartes, apareciendo en esta ocasión entre sus banderas el águila, que había inventado, pues ningún sultán la tuvo antes, y que las gentes miraron con curiosidad y delicia, siendo objeto de interminables comentarios. La partida de la expedición tuvo lugar el jueves, a mediados de yumada II (22 febrero 934), marchando y llevándose a su primogénito y heredero y dejando en palacio como ordinariamente a su hermano uterino, su hijo ´Ubaydallah, que tenía sus habitaciones en la azotea sobre la puerta de as-Sudda: a él se dirigía an-Nasir durante su ausencia, en cuantas órdenes se enviaban a Córdoba.

Los poetas mencionaron la fastuosidad de la parada y partida de an-Nasir con esta expedición, la majestuosidad de sus banderas, gran número de soldados, su imponente atavío y el brillo de su séquito, loando mucho la reciente e ingeniosa adopción de las águilas en la bandera, en muchos y excelentes poemas, que no mencionaremos por su longitud, al no ser útil hacerlo, entre ellos el de ´Ubaydallah b. Yahya b. Idris y el de Ahmad b. Muhammad b. ´Abd Rabbihi.” [Campaña de Osma en Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del califa ´Abdarrahman III an-Nasir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), traducción, notas e índices por Mª J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 154].

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