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domingo, 30 de marzo de 2008

El rey Guillermo II y los musulmanes de Sicilia según el relato del viajero Ibn Yubayr


“No hay en Massîna (Mesina) musulmanes salvo un exiguo grupo, gentes de oficio; por este motivo el musulmán extranjero no está abandonado en ella.
La mas hermosa de las ciudades [de Sicilia] es la sede de su rey, los musulmanes la llaman al-Madîna (la Ciudad) y los cristianos la conocen por Balârma (Palermo). En ella está la residencia de los musulmanes urbanos; tienen allí mezquitas, y los mercados que les están reservados en los arrabales son numerosos. El resto de los musulmanes habitan en las alquerías, en todas las aldeas y en otras ciudades, …
La actitud de este rey es admirable en lo concerniente a la bondad de su conducta y al empleo de musulmanes, se sirve de oficiales (fityân) eunucos y todos, o la mayoría de ellos, mantienen ocultamente su fe, [permaneciendo] vinculados a la ley islámica. Él tiene plena confianza en los musulmanes, confía en ellos sus negocios e importantes oficios, hata el punto que el intendente (nâzir) de su cocina es un hombre musulmán. Tiene una tropa de esclavos negros musulmanes bajo el mando de un jefe (qâ´id) [salido] de entre ellos. Sus visires y sus chambelanes son fityân, de los que tiene una gran cantidad, son los hombres de su gobierno y a los que ha introducido en su privanza. En ellos se muestra el esplendor de su poder real, dado que ellos ostentan suntuosos vestidos y hermosas monturas. No hay entre ellos quien no tenga séquito, servidumbre y subalternos.
Tiene una abundante selección de fityân y de doncellas de honor (yawârî). No hay entre los reyes cristianos [uno] más espléndido en realeza; ni más afortunado, ni más opulento que él. Por las delicias del poder en las que está sumergido, por la reglamentación de sus leyes (qawânîn), por la actitud en su modo de actuar, por el reparto de funciones entre sus hombres, por la consideración de su magnificencia real y por la ostentación de sus galas se parece a los reyes musulmanes. Su autoridad real es muy grande. Tiene médicos y astrólogos por los que se preocupa grande y vehementemente… ¡Dios, por su gracia, libre a los musulmanes de la seducción (fitna) de este rey! Tiene unos treinta años ¡Dios proteja a los musulmanes contra su expansión hostil!
Una de las admirables condiciones que de él se cuentan es que lee y escribe el árabe…En cuanto a sus esclavas (yawârî) y favoritas de su palacio son todas musulmanas. Una de las cosas más extraordinarias que nos ha contado … el bordador… es que si una franca cristiana es introducida en su palacio se vuelve musulmana, pues las mencionadas esclavas la convierten al Islam. …
Se nos contó que esta isla fue sacudida por un terremoto; a consecuencia de ello este [rey] politeísta se espantó, entonces recorría su palacio y no oía sino a sus mujeres y a sus fityân invocando a Dios y a su Enviado. Y si cuando lo veían la confusión les invadía, para tranquilizarlos les decía: “Invocad, pues, cada uno de vosotros al que adores, aquel cuya religión sigáis”.
En cuanto a sus oficiales (fityân), que son los ojos de su gobierno y los agentes de su autoridad real, son musulmanes. No hay entre ellos quien no ayune los meses [prescritos] por espontánea obediencia y deseo de recompensa, que no dé limosna para acercarse y aproximarse a Dios, que no redima cautivos, que no críe a los hijos pequeños de éstos, que no los case, que no los beneficie y que no haga el bien tanto como pueda. Todo esto es obra de Dios, poderoso y grande, a favor de los musulmanes de esta isla y uno de los misterios de la solicitud de Dios, poderoso y grande, para con ellos”.
Imágenes: 1- mapa del reino normando de Sicilia, 2- Claustro de la Catedral del monasterio benedictino de Monreale construido bajo el mandato de Guillermo II. 3- Fachada del palacio de Zisa, construido bajo el mandato de Guillermo II. 4- Marinos musulmanes. 5-Portada de la segunda edición de la traducción de los viajes de Ibn Yubayr.

Fragmento de A través del Oriente: el siglo XII ante los ojos, Ibn Yubayr, introducción, traducción y notas de F. Maíllo, Barcelona, Serval, 1988, pp. 377-379. Nueva edición en Alianza Editorial, 2007.


Ibn Yubayr (1145-1217) fue un valenciano famoso por escribir una rihla o relación de sus viajes. El rey normando Guillermo II (1153-1189) gobernó Sicilia entre 1166 y 1189, tuvo un especial interés por el arte y la arquitectura, fruto de este interés son la catedral y el palacio que se recogen en las imágenes.


lunes, 17 de marzo de 2008

Los Cuentos de Yehá

Un día que Yehá fue al baño acompañando a Tamerlán, fue interrogado por éste:

-Si yo fuera un esclavo, ¿por qué precio me venderías?

Yehá le contestó:

-Por cincuenta reales.

Tamerlán le dijo indignado:

-¡Qué poco sabes apreciar! Solamente la toalla que llevo en la cintura vale ese precio.

Yehá, sin perder su calma habitual, le dijo:

-Es que también he incluído el precio de la toalla.


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Un día le dijo Tamerlán:

-Sabrás, oh Yehá, que todos los califas abasidas llevan un sobrenombre especial. Uno se titula: El que acepta lo que Dios depara; otro, El que confía en el Señor; otro, El que se refugia en el Señor y análogamente los demás. Dime; si yo fuera uno de ellos, ¿qué sobrenombre debería adoptar?

Sin vacilar, le contestó Yehá:

-Señor, sin duda os llamaría: ¡Líbrenos Dios!





Yehá fue invitado por unos jóvenes de Aak Chahr para que los acompañara al baño. Pretendían mofarse de él y con ese objeto acordaron que cada uno llevaría consigo un huevo. Cuando se despojaron de sus vestidos y se disponían a entrar desnudos en el agua acompañados de Yehá, dijo uno:

-Venid, vamos a poner cada uno un huevo y el que no lo ponga pagará el importe del baño.

Todos se reunieron y pusiéronse a imitar el cacareo de la gallina; poco después presentaba cada uno un huevo en la mano.

Al ver esto, comprendió Yehá la broma que le habían preparado y poniéndose frente a ellos empezó a imitar el canto del gallo.

-¿Qué haces Yehá?, le preguntaron los muchachos.


Y Yehá les contestó:

-Soy vuestro gallo; ¿por ventura habéis visto nunca un gallinero sin gallo?


Cuentos de Yehá, Recogidos, ordenados y publicados por Tomás García Figueras, Ed. Padilla libros, Sevilla.

viernes, 14 de marzo de 2008

¿Quién reinventa el islam?




Hace unos días se publicó en el diario El País una noticia titulada “Una obra sobre la “reinvención” del Islam gana el Premio Jovellanos”. El premio internacional de ensayo le ha sido concedido a Rosa María Rodríguez Magda, directora del Aula de Pensamiento de la Institució Alfons El Magnànim y catedrática valenciana de Filosofía por la obra Inexistente al-Andalus . De cómo los intelectuales reinventan el Islam y será publicado por Ediciones Nobel.
Según la misma noticia, el ensayo “reflexiona de forma crítica sobre el exceso de respeto hacia los mitos cultivados por el mundo islámico e intenta desmontar tópicos como la “erronea” afirmación de que gracias al Islam Europa conserva la filosofía griega y su ciencia, que de otra forma se hubieran perdido”.
Además, a dicho argumento añade los ingredientes, ya tan manidos, de “la supuesta convivencia “idílica” entre las religiones musulmana, cristiana y judía”, por un lado, y el tema de la Reconquista por otro que, en su opinión, los intelectuales a los que critica lo abordan “con una especie de vergüenza, minusvalorando la tradición propia”.
Defiende esta autora que no hay que perder de vista que Europa “ tiene derecho a su singularidad” para, después –siempre según la noticia sobre su ensayo todavía no publicado-, pasar a tratar el tema de la integración en las sociedades occidentales de inmigrante procedentes de países musulmanes.
Desde este blog –que pretende dar a conocer libros, pasajes, textos, anécdotas y noticias interesantes poco conocidas sobre el mundo áraboislámico, especialmente el clásico pero también el moderno y contemporáneo, desde un punto de vista docente, académico y divulgativo-, queremos mostrar nuestro desacuerdo más absoluto a la corriente de pensamiento tan extendida en la actualidad y en la que parece insertarse este galardonado ensayo que, desde posiciones esencialistas, manipula y tergiversa la historia en aras de justificar políticas actuales frente a los inmigrantes musulmanes.


La historia de cualquier periodo, pueblo o país se compone tanto de luces como de sombras; es compleja y conflictiva. Creemos que la mayor parte de los intelectuales que dedican gran parte de sus esfuerzos a dar a conocer la civilización áraboislámica, lo hacen desde un punto de vista científico, académico y objetivo (dentro de lo relativamente objetivo que se puede ser al interpretar cualquier suceso histórico).
El hecho de que la fructífera civilización árabo-islámica, como toda civilización en su momento de esplendor y expansión, se empapara del saber grecolatino, persa o indio y de otros pueblos, lo asimilara y lo enriqueciera dándole nuevos ímpetus, es un hecho fuera de toda duda, reconocido y ampliamente documentado (existe tanta bibliografía sobre el tema que causa sonrojo el recordarlo. Véase, a modo de ejemplo, las dos entradas del blog “Conquista árabe, pensamiento griego” y “El movimiento de traducción del griego al árabe. Siglos VIII al X” que son fragmentos del magnífico libro del autor norteamericano Dimitri Gutas Pensée grecque, culture arabe, traducidos por L.F. Bernabé). Hablar del desarrollo de la ciencia, las matemáticas, la jurisprudencia, la medicina, la astrología, la lexicografía, la literatura y un largo etcétera en el mundo islámico clásico es otro hecho sabido,¿Debemos poner en duda ambos hitos históricos para afrontar los problemas de la integración de los inmigrantes musulmanes en Europa?
Platón, Aristóteles, Pitágora, Galeno, Dioscórides y tanto otros sabios griegos no son más “nuestros” que de “ellos” y la civilización árabo-islámica no es “Otro” frente a “Nosotros”.


Sófocles con sus estudiantes, Al-Mubashshir, Mujtar al-Hikam wa mahasin al-kalim, Siria, s. XIII




A lo mejor (y lo peor en otros muchos casos) de la civilización humana han contribuído muchos pueblos y en el ámbito mediterráneo, entendido en un sentido amplio, existe una línea continua que, muy esquemáticamente, surge con el mundo greco-latino, continua con el árabo-islámico y sigue en la Europa moderna. Cortar esa línea imaginaria en su mitad y no sentirnos también herederos de sus frutos creemos que es un triste error histórico.


Sócrates con sus estudiantes, Al-Mubashshir, Mujtar al-Hikam wa mahasin al-kalim, Siria, s. XIII


Desde nuestro blog seguiremos haciendo esfuerzos porque se conozcan obras, corrientes ideológicas, obras literarias y hechos históricos para que alumnos y otros interesados en el saber puedan formarse su propio criterio, lejos de manipulaciones, tergiversaciones y esencialismo. Difícil tarea.
Imágenes superiores: 1-matemáticos y astrólogos con diversos instrumentos, 2- astrónomos, 3-Médico tratando a un paciente, 4-5- páginas de la Materia médica de Dioscórides, 5- Dioscórides con un pupilo, Yusuf al-Mawsili, Mosul, 1228.


Preparando compuestos en una farmacia. Materia médica de Dioscórides


Médico visita a un paciente. Imagen de las Maqamas de al-Harîrî

El ocaso del islam español

El Mancebo de Arévalo es el escritor más famoso y más particular de todos los que aparecen en la literatura aljamiada de los moriscos de Aragón. Este escritor castellano, cuyo nombre ignoramos, cuenta, en la primera mitad del siglo XVI, cosas que nadie más cuenta, y visita personas y lugares que desconocíamos que pudieran existir en la España de esa época. Autor de tres voluminosos tratados de espiritualidad islámica, el Mancebo de Arévalo encuentra lugar para narrarnos partes de su vida, en especial sus viajes por la Península buscando los restos del naufragio del islam en la forma de maestros que le iluminen. Es profundamente original hablando, con lenguaje nuevo e intransferible, de ciertos aspectos de la espiritualidad islámica y sorprendentemente moderno al describirnos su visión de la actitud que se ha de tener ante la religión. Su fama entre los moriscos aragoneses le sobrevivió y su nombre era aún recordado como el de un gran sabio en el gozne con el nuevo siglo XVII.

El fragmento que incluimos es uno de los más impresionantes de la obra del Mancebo de Arévalo. Extraído de la Tafsira, una de sus grandes obras, cuyo manuscrito se encuentra en el C.S.I.C. y que ha sido transcrito por María Teresa Narváez (Madrid, Trotta, 2003), nos narra una reunión de notables moriscos aragoneses en los inicios de su conversión forzosa (después de 1525). La discusión que se plantea entre ellos es la de la propia supervivencia del islam en las nuevas y dramáticas condiciones: unos opinan que los apuros que pasan van en su propio mérito; otros, sin embargo, piensan que sin cumplir con la oración no se puede ser buen creyente; alguno hará algún comentario más rotundo. Todos, sin embargo, participan de una común pesadumbre:


“Era un día de los siete del año, veinticinqueno de Du-l-Qiyâda. Fueron ajuntados en Zaragoza una compaña de honrados muslimes, adonde se hallaron más de veinte muslimes, y entre ellos siete 'alimes doctos y fasalados (virtuosos?); y después del azzuhar (oración del mediodía) comenzaron a tratar de nuestros duelos, y cada uno dijo su arenga. Y entre muchas cosas no faltó quien dijo cómo era grande nuestra pérdida y de cuán poca esencia era nuestra obra. Y dijo otro 'alim que los trabajos que teníamos y los que de cada día se nos aparejaban, que todo sería para más meritanza; y repugnaron su dicho, diciendo que los trabajos no cumplían para ningún menoscabo de la obra preceptada, y que faltando la medula principal, que es el llamamiento para el asala (oración), que la obra no podía ser grata, y que los trabajos desta addunia (mundo) no pueden dejar de ser descanso para la otra vida, pero que sin obras no habría cambianza de excelencia. Y de aquí somovieron muchos contrechos, anteponiendo pecados y otros directos de los pasados y presentes; y entre todos estos disgustos dijo otro 'alim una razón harto cruda y empinada: a par de todos dijo que cada uno pusiese haldas en cinta, y que aquéllos que quisiesen salvación, que la fuesen a buscar. A todos pareció mal su dicho, porque causó grande fiesa y no dio ejemplo de muslim. Allí se dijeron diferentes enantos y como cada uno de aquellos sentía el daño general como el propio suyo no lo tuve por mucho que cada uno dijese si parecer, porque no estábamos de gozo para decir donaires y cosas desaguisadas. Al fin, no cartearon ningún juicio, aunque se dijo mucho traspiés a nuestra merecida, porque dijeron que la obra sin al-imam y sin llamador que era como la lluvia de las otoñadas, que las recibe la tierra con poco fruto, y asimismo es el asala que se hace fuera de su hora. Plegue a su divina bondad darnos parsida (perdón) contra tan fieros pertrechos, que aún no llegábamos a los ocho años de nuestra conversión cuando ya se alcanzaban los destinos unos a otros. Allí hicimos al-'asar (oración de la tarde) con ayuntamiento y fue adelantado Don Manrique de Segovia, que a la sazón estaba en Zaragoza con ciertas mercancías (...), y yo dije el aljutba (discurso, sermón) como criado y menor de todos. Y como ya se acercaba mi romeaje, que no faltaba sino llegar la compañía, que ya estaban a punto en Ávila la Real, y como el señor Don Manrique entendió la cuita de mi viaje reparó parte de mi necesidad y diome diez doblas moriscas, y los demás 'alimes que allí se hallaron contribuyeron todos en mi favor. Allah les dé tal merecida como yo les hafsiré (mantendré) si Allah me hace gracia de llegar a Meca, ensálcela Allah. Aquí me rogaron estos honrados 'alimes, viendo la demencia sobredicha de nuestro addin (religión) que, en el intre de mi partida yo me ocupase en renumerar alguna parte sustancial de salhes (comentarios) de nuestro honrado Alcorán, lo más breve y compendiosamente posible. Yo acepté este pequeño trabajo de esta tafsira (comentario religioso) por sumelar a la obligación musliminada y por el ruego de estos honrados 'alimes. Plegue a su inmensa bondad caiga en aplazo y parabién de todos hasta que la plegue otra tafsira más granada con libertad de esta tierra.”
Mancebo de Arévalo, Tafsira, ms. J LXII del C.S.I.C. 1v - 3v

martes, 11 de marzo de 2008

EL MOVIMIENTO DE TRADUCCIÓN DEL GRIEGO AL ÁRABE (SIGLOS VIII – X)




“Un siglo y medio de estudios greco-árabes han mostrado de forma amplia que a partir de aproximadamente mitad del siglo VIII hasta el fin del siglo X casi todas las obras seculares griegas de carácter no literario y no histórico que estaban disponibles en el conjunto del Imperio bizantino oriental y en el Oriente Próximo fueron traducidas al árabe. Esto quiere decir que todos los escritos griegos de la siguiente lista, con esos temas salvo los que hemos mencionado, escritos que nos han llegado de época helenística, romana, y de la Antigüedad tardía, así como muchos otros que no han sobrevivido en su original griego, fueron sometidos a la magia transformadora del traductor: la astrología, la alquimia y las otras ciencias ocultas; las materias del quadrivium, es decir, la aritmética, la geometría, la astronomía y la teoría de la música; el campo entero de la filosofía aristotélica en toda su historia, a saber, la metafísica, la ética, la física, la zoología, la botánica y, especialmente, la lógica (esto es, el Organon); todas las ciencias de la salud: la medicina, la farmacología y las ciencias veterinarias; así como otros géneros de escritos marginales, tales como los manuales bizantinos relativos a la ciencia militar (la táctica); los compendios de sabiduría popular y asimismo obras sobre la cetrería. Puede hacerse uno una idea de la extensión de la materia traducida si se considera que la edición de las obras completas de Galeno por Kühn y la edición de la Academia de Berlín de los comentarios griegos de Aristóteles –trabajos que constituyen sólo una fracción de las obras traducidas- alcanzan setenta y cuatro gruesos volúmenes. Puede avanzarse con toda razón que el estudio de los escritos seculares griegos post-clásicos difícilmente puede hacerse sin los textos en árabe, lengua que aparece, en este contexto, como la segunda lengua clásica, antes incluso que el latín.
El movimiento de traducción que comienza con el ascenso de los abasíes y se produce principalmente en Bagdad representa una actuación asombrosa. Independientemente de su significación para las filologías griega y árabe y para la historia de la filosofía y de la ciencia, difícilmente puede ser aprehendido y explicado más que como un fenómeno social, un aspecto hasta ahora muy poco estudiado. Más explícitamente, el movimiento de traducción greco-árabe dura, por lo pronto, más de doscientos años; no fue un fenómeno efímero. En segundo lugar, se apoyó en el conjunto de la élite de la sociedad abbasí, es decir, los califas y los príncipes, los funcionarios civiles y los jefes militares, los mercaderes y los banqueros, los profesores y los sabios. No fue el proyecto favorito de un grupo particular al servicio de un programa limitado. Tercero, fue pagado con fondos enormes, públicos y privados a la vez; no fue el antojo excéntrico de algún mecenas o una actitud superficial y a la moda adoptada por algunos ricos patrones deseosos de invertir en una causa filantrópica o de prestigio. Finalmente, fue llevada a cabo siguiendo una metodología científica rigurosa y una estricta exactitud filológica –por el célebre Hunayn ibn Ishaq y sus colaboradores- sobre la base de un programa sostenido que alcanzaba a varias generaciones y que refleja, en última instancia, una actitud social y la cultura pública de la sociedad abbasí primitiva. No fue el resultado de intereses científicos fortuitos de algunos individuos excéntricos que, como se ve en otras épocas, se habrían lanzado a los arcanos de estudios filológicos o textuales, y que serían históricamente no pertinentes.”
Imágenes: traductores, plato con escena de caza, médico estirpa una catarata a su paciente, médico toma el pulso a su paciente.

Dimitri Gutas, Pensée grecque, culture árabe, París, Aubier, 2005, pp. 24-25.

lunes, 10 de marzo de 2008

Poesía árabe tras la conquista cristiana

Algún tiempo después de la conquista de Barbastro (1064), un comerciante judío se dirigió a esta ciudad a fin de rescatar a las hijas de un poderoso musulmán, cautivas en poder de un conde francés de los conquistadores. Llegado a Barbastro, se hizo anunciar al caballero francés, que recibió al comerciante revestido con galas preciosas, sentado sobre un rico diván. Cerca del conde se encontraban varias hermosas muchachas, que tenían los cabellos muy cortos y que le servían. Dándole la bienvenida, le preguntó el objeto de su visita. El mercader le informó que tenía la autorización de pagar una suma considerable por el rescate de algunas de las muchachas que se encontraban allí, pero el conde, después de rechazar la propuesta, hizo sacar a una de las cautivas montones de telas de seda y de brocados preciosos, oro, plata y alhajas sin cuento, y dijo: -Aunque no tuviese nada de esto y me ofrecieses mucho más, no te las cedería, pues esta que ves aquí es mi predilecta, y aquella otra, de extraordinaria belleza, es una incomparable cantora. Después, chapurreando el árabe, mandó a la cautiva que cantase. La morita, al templar el laúd, no pudo contener una lágrima, que el cristiano enjugó cariñosamente; luego comenzó a cantar versos en árabe, mientras el conde escuchaba, haciendo sorprendentemente gestos de complacencia y embeleso, como si entendiese el aire de aquella canción. Acabado el canto, el cristiano despidió al judío, encareciendo de nuevo el placer que recibía de las cautivas, muy preferibles a todas las riquezas que su padre ofrecía para redimirlas.


(...) El que los francos, o los cristianos del norte de España, pudiesen apreciar el canto y el arte de las jóvenes esclavas andalusíes se encuentra, pues, atestiguado ... de hecho, sabemos de personajes francos que conocieron el árabe. En razón de unos versos en árabe de Guillermo de Aquitania, Lévi-Provençal cree que el trovador occitano hubo de conocer el árabe, o, en otro caso, el caballero normando Hugo Bunel, que vivió desterrado, durante veinte años, entre los sarracenos, estudiando sus costumbres y su lengua, pudo prestar valiosos servicios en la primera Cruzada. También es sabido que el rey Balduino I (muerto en 1118), hijo de Eustaquio II de Bolonia, vestía como un oriental, y, en sus costumbres, ceremonias y boato semejaba un monarca musulmán, conocía el árabe y gustaba de su literatura.




Álvaro Galmés de Fuentes, La épica románica y la tradición árabe, Madrid, Gredos, 2002, pp. 101-102.

sábado, 8 de marzo de 2008

Hayrettin Bajá el Tunecino, de esclavo a gran visir

“La mansión en la calle Tesvikiye, cuyas ruinas permanecían en pie entre cipreses y tilos en el jardín al que daban las ventanas de atrás de nuestro edificio, había sido construida por orden de Hayrettin Bajá el Tunecino, que había sido gran visir durante un breve lapso de tiempo durante la guerra ruso-otomana de 1877-1878. Aquel bajá circasiano nacido en el Cáucaso, había sido vendido de niño como esclavo en la década de 1830 en Estambul, diez años antes de que Flaubert escribiera “Me gustaría instalarme en Estambul y comprarme un esclavo”, luego fue revendido al gobernador de Túnez, estuvo en Francia en su juventud, creció inmerso en la lengua y la cultura árabes, se alistó en el ejército en Túnez, ascendió rápidamente, realizó las más altas funciones, como comandante del ejército, gobernador, diplomático y especialista en finanzas, y, al final de su vida, se instaló en París. Cuando ya estaba rozando la sesentena, fue llamado a Estambul por Abülhamit (por consejo del jeque Zafiri, también tunecino) y después de que le tuvieran durante un tiempo a cargo de las finanzas del Estado, le nombraron gran visir. El bajá, uno de los primeros ejemplos importantes en Turquía (y en los países pobres) de gobernante-financiero salvador, había sido traído con fantasías de reforma de un país occidental del que ya formaba parte con la pretensión de que salvara al país, sumido en deudas; se tenían grandes esperanzas depositadas en él -porque, al igual que otros que le siguieron, no era lo bastante otomano, lo bastante nativo, lo bastante turco y ya poseía una mentalidad occidental- y, por las mismas razones –o sea, porque no era lo bastante nativo, lo bastante turco-, fue hundido hasta el fondo.”
Orhan Pamuk, Estambul. Ciudad y recuerdos, Mondadori, Barcelona, 2006, p. 41. Imagen: el sultán turco Abdülhamid II, no hay imágenes de Harettin Bajá el Tunecino.

Baybars. Fragmentos de su vida. 3.- El comerciante de esclavos

Caravana de comerciantes


“Es conveniente, señor nuestro, que compres para nosotros una partida de esclavos con el dinero del sultanato, para que los musulmanes obtengan la victoria”. Cuando el rey oyó estas palabras, dijo: “hayy Sâjîn, tú serás mi representante para comprarme lo necesario”, Sâhîn bajó del diván a su palacio, y le dijo a uno de sus esclavos: “toma esta carta y vete con ella al jeque comerciante de esclavos, y házsela llevar”…. Cuando [el comerciante de esclavos] llegó a la presencia del visir, lo saludó, y él le devolvió el saludo, y le hizo sentarse a su lado, agasajándolo. Le dijo: “el rey me pide una partida de esclavos que convengan al sultanato; se trata de setenta y cinco mamelucos, veinticinco circasianos, veinticinco abjazos y veinticinco georgianos, ¿qué dices?” Él respondió: “su alteza el visir, esto no se encuentra aquí, tal como lo has descrito”. Le dijo: “¿y qué opinas?”; él respondió: “hay un hombre en al-Husayniyya que es comerciante y viaja, y conoce lo que buscas. Lo llaman ´Alî al-Warâqa, debes acudir a él”.
… [´Alî al-Warâqa] se fue con el siervo hasta que llegaron al palacio del visir… Dijo [el visir]: “has de saber que lo que te pido sólo es por necesidad, y mi propósito es llevarlo a cabo. Es una petición del sultán”. Preguntó: “¿y cuál es, visir del tiempo?”. Respondió: “setenta y cinco esclavos impúberes, que sean de tres razas: circasianos, georgianos y abjazos”. Le dijo: “visir, comprendo los signos, comprendo las hablas y las lenguas, pero si viajo en busca de esto, se me echará encima la gente inoportuna, por las deudas que tengo con ellos”; luego añadió: “por tu cabeza, hace tres días que no llevo comida a mi familia y tengo muchas deudas. Es sorprendente para mí, porque fui un comerciante famoso y mi dinero se ha hundido en los mares, y el resto ha sido saqueado en los baldíos. Quizá los deudores me cojan el precio de los esclavos y salga trasquilado”.
Cuando el visir oyó lo que dijo, le respondió: “no temas, el asunto es sencillo. Pero, cuéntame por qué conoces las lenguas y sabes mi origen por lo que has oído de mi lenguaje”. Le dijo: “sí, te conozco, visir del tiempo. Tu padre es turco y tu madre magrebí”. Le dijo: “sí, es como has dicho, y ahora vete a tu casa, y cuando llegue mañana, preséntate a mi en el diván”. Le dijo: “oír es obedecer”, y el visir le impuso el manto de honor, y ordenó que le dieran cien dinares.´Alî se alegró con lo que le había dado el visir y cesó su preocupación y su tristeza…. Al día siguiente se encaminó al diván… El Âga Sâhîn le dijo: “señor sultán, éste es el que traerá los esclavos”. Dijo: “´Alì, ¿tú harás eso?”, respondió: “sí, príncipe de los creyentes”. Dijo: “has de saber que te pido otra cosa, que es un esclavo especialmente para mi, que tenga las condiciones que te menciono: que sea astuto, fuerte y sagaz, que sepa de memoria el Corán y que su rostro sea bello; que se llame Mahmûd y que tenga siete marcas de viruela en la frente y un mechón de león entre los ojos. ¿Qué dices sobre esto, ´Alî? Le dijo: “señor mío, si encuentro estas condiciones te traeré lo que pides”. El rey le dijo: “toma esta bolsa y este traje y si encuentras lo que he descrito, cómpramelo”. Luego le dijo el rey al visir: “dale el precio de los esclavos y dale también setenta y cinco trajes reales, y entrégale el mando de honor. Escríbele un documento por el cual sea el jeque comerciante de esclavos”. El visir Sâhîn respondió: “príncipe de los creyentes, este hombre está endeudado y quizá lo atrapen los deudores, le quiten los esclavos y la mercancía y no consigamos sino pérdida”. El rey dijo: “escríbele una orden del sultán con la prohibición de interceptarlo en los países y menciona en ella que todas las deudas que tiene ´Alî se descontarán del impuesto”. Le escribió esto y salió del diván después de coger los dirhams, los regalos y los trajes”.
Ana Ruth Vidal Luengo, La dimensión mediadora en el mito árabe islámico: La Sirat Baybars, Eirene, Universidad de Granada, 2000, pp. 284-286.

jueves, 6 de marzo de 2008

Una iglesia de Córdoba vista por Ibn Shuhayd

“Abû ‘Amir ibn Shuhayd pasó una noche en una de las iglesias de Córdoba que habían tapizado de mirto y enguirnaldado de alegría y de gozo familiar; al oír el sonido de las campanas experimentó una dulce emoción cuando la claridad titilante del vino, como un relámpago, se encendió como una lámpara; entonces el sacerdote apareció entre los adoradores del Mesías, llevando los más hermosos ceñidores; todos habían huido de la alegría y rechazado los placeres.
Ibn Shuhayd permaneció entre ellos bebiendo el vino como si bebiera [la fresca saliva] de un labio bermejo; el licor exhalaba para él el aroma más delicioso, como palabras cogidas en el más suave de los besos. Después de abandonar la iglesia improvisó estos versos:

aaA menudo he olfateado en el convento de un monje tabernero el aroma del vino de la juventud mientras se mezclaba al más puro jugo que servía dicho monje.

En medio de los jóvenes que habían tomado la alegría por emblema, afectando el parecer pequeños, por humildad, delante de su jefe.

[Pero en la iglesia] el sacerdote, haciendo de nosotros lo que quería todo el tiempo que permanecimos allí, invocaban [a su Dios] con báculo [dando vueltas] alrededor de nosotros [acompañándose] de sus salmos.

Él nos ofrecía con el vino alguna muchacha parecida al corzo que ruboriza la mirada de su guardián.

Los espíritus refinados murmuraban de él, pero bebían su mejor vino y comían de su cerdo”.

(Ibn Jâqân, Matmah al-anfûs, Henri Pérès, Esplendor de al-Andalus, Madrid, Hiperión, 1983, trad. Mercedes García-Arenal).

miércoles, 5 de marzo de 2008

Aprecio cristiano por la música árabe

Los cristianos del Norte habían adoptado un cierto número de costumbres musulmanas, entre otras la que consistía en tener orquestas de músicas-cantantes. El hecho lo atestigua Ibn al-Kinânî (…). “Asistía un día, nos cuenta, a una fiesta de la cristiana hija de Sancho, rey de los vascos, esposa del tirano Sancho (995-1017), hijo de García, hijo de Fernando –¡que Dios enfríe [con la muerte] a sus sectarios!-, durante uno de los frecuentes viajes que hice a la corte de este príncipe en la época de la fitna. En el salón había un cierto número de danzarinas cantantes musulmanas, regalo de Sulaymân ibn al-Hakam (1008-1016), en la época en que era Príncipe de los Creyentes en Córdoba. La cristiana le hizo una señal a una de ellas, y ésta tomó un laúd y cantó estos versos:


1. Mis dos amigos, ¿por qué la brisa viene como si, en el momento en que sopla, se mezclara con perfume jalûq?
2. ¿Es que la brisa ha venido del país de mis amigos, de tal suerte que la considero como el hálito perfumado de la amiga que [me inspira] una dulce pasión?
3. Que Dios riegue la tierra en la que habita mi amiga del cuello de cisne, cuyo recuerdo enciende un fuego en mi corazón.
4. ¿Es que mi corazón se ha partido en dos pedazos, uno, que ha quedado con ella, el otro conmigo, para interceder en su favor?



“Cantó a la perfección. Cerca de la cristiana se encontraban dos sirvientas, damas de compañía reducidas a cautividad, tan hermosas que se diría eran cuartos de luna. Apenas escucharon estos versos, una de ellas se echó a llorar a lágrima viva… Avancé hacia ella y le pregunté: ¿Qué es lo que os hace llorar? –Esos versos, me respondió; son de mi padre, y al oírlos se ha reavivado mi dolor. –Esclava de Alá, ¿quién es vuestro padre? –Sulaymân ibn Mihrân al-Saraqustî; hace largo tiempo que estoy en cautividad y desde entonces no tengo noticias de mi familia.
“¡Nunca he sentido, añadía Ibn al-Kinânî, dolor más punzante que el que sentí por aquella desdichada mujer ese día!”

Henri Pérès, Esplendor de al-Andalus, Madrid, Hiperión, 1983, pp. 388-389.

martes, 4 de marzo de 2008

Aljamiado, la escritura de los moriscos

El aljamiado es la escritura en caracteres árabes de las lenguas romances que se hablaban en la Península Ibérica del siglo XIV al XVII. Con la conquista de Al-Andalus que empezó en el s. XI por parte de los cristianos y la reclusión de los musulmanes en sus aljamas (comunidades islámicas), los musulmanes empezaron a perder, generación tras generación, la lengua árabe, aunque sí conservaron su escritura. Fue entonces cuando llegó un momento en el que empezaron a escribir la lengua que ellos hablaban (el romance), en la escritura que conocían (el árabe); así es como nacen este tipo de textos. La mayoría de manuscritos que se conservan en aljamiado tratan temas religiosos; lo que pretendían con estos textos era adoctrinar en el islam a sus correligionarios musulmanes que ya no entendían la lengua del Corán.


Transcripción de este fragmento:

“Y díjoles Jesús, ͑alayhi al-salām (con él sea la paz): ¡Escuchad! ¿A quién queréis que os resucite? Dijeron: resucítanos a Sem, el hijo de Noé, y fueron a su fuesa (tumba), e hizo aṣala (oración) y dos al-rak ͑aš (postraciones) y rogó a Alá y resucitó a Sem y vio que su cabeza y su barba se le había hecho blanca y díjole Jesús: qué buenas son esas que en tu tiempo no había canas. Dijo Sem: cuando oí la voz que me llamaban, yo pensé que ya era el día del juicio e hízose blanca mi cabeza y mi barba del espanto de aquel día. Y dijo Jesús: ¿cuánto tiempo ha que estás muerto? Dijo: tiempo de cuatro mil años, y no se ha ido de mi la amargura de la muerte”.

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