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miércoles, 31 de marzo de 2010

El islam en femenino (artículo del Diario Información de Alicante)

Mujeres y hombres feministas islámicos reivindican en Alicante una reinterpretación del Corán alejada de lecturas machistas Cambiar los "códigos de familia" que discriminan a la mujer en países musulmanes, sensibilizar a la población e implicar a los hombres son algunos retos de esta corriente





Un grupo de mujeres musulmanas charla animadamente en la mezquita de Alicante.
CRISTINA DE MIDDEL



ÁFRICA PRADO La abogada Souad El Hadri y la médico Asma Lamranet, marroquíes, coincidieron esta semana en Alicante para hablar de la mujer en el islam en actos diferentes. La primera presentó un libro en el Colegio de Abogados sobre los derechos de la mujer y la segunda participó en un seminario sobre feminismo islámico en la Universidad de Alicante. Musulmanas feministas, ambas defendieron una reinterpretación del islam que no discrimina a las mujeres, una de ellas ataviada con pañuelo y la otra, no, pero ninguna enclavada en el estereotipo de mujer musulmana oprimida.
El feminismo islámico, objeto del seminario "Reinterpretaciones femeninas y feministas del islam de hoy" que concluye hoy en la Universidad de Alicante, es un movimiento que defiende los derechos de la mujer a través de sus propios referentes culturales y que se considera una tercera vía entre el fundamentalismo islámico -que no cree en la igualdad entre hombres y mujeres- y el feminismo laico -que mantiene que la igualdad no debe fundamentarse en la religión-.
Eliminar los roles machistas que pesan sobre la mujer musulmana (y, por ende, del hombre) como consecuencia de las interpretaciones patriarcales de los textos sagrados, hegemónicas en el mundo islámico, y conseguir la igualdad plena de derechos sin renunciar a las creencias religiosas son los principales ejes del feminismo islámico, una corriente aún minoritaria pero en auge y favorecida en los últimos años por el trabajo en red que se desarrolla a través de Internet.
"Es un movimiento de mucha importancia que cuenta cada vez con más seguidores en los países musulmanes", indica la profesora Eva Lapiedra, directora del seminario organizado por el área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, que añade que las feministas islámicas "son conscientes de que la mujer no tiene todos los derechos pero creen que la igualdad debe encontrarse en sus referentes culturales y la única manera es volver a las fuentes básicas del islam, el Corán y los hadices (los relatos del profeta Mahoma) e interpretarlo desde una perspectiva feminista".
Para ello, Lapiedra indica que el feminismo islámico ha bebido de las fuentes del feminismo laico pero ha debido adaptarlo a su realidad, donde la religión sigue siendo fundamental, para alejarse de las críticas "colonialistas" por su origen occidental.
Ndeye Andújar, musulmana conversa casada con un senegalés, lingüista y vicepresidenta de la Junta Islàmica Catalana, afirma que "el feminismo activista me viene de la conversión al islam. Siendo española, no me convencía tener que renunciar a derechos por tener una creencia distinta. Antes de ser musulmana no sentía una necesidad de rebelión porque la lucha feminista ya la habían hecho otras, pero no como musulmana y estudiosa del islam, del que descubrí que había otras lecturas que defienden la igualdad de la mujer".
Andújar, que participó ayer en el seminario, considera que hay que "deconstruir" los pasajes aparentemente machistas del Corán y releerlos en el contexto de su época, ya que el Corán data del siglo 7, con métodos hermenéuticos para desmontar la visión patriarcal de la mujer en el islam.
Dar a conocer esta vertiente feminista internacionalmente es uno de los retos de los congresos de feminismo islámico que desde 2005 se celebran en Barcelona con el fin de visibilizar este movimiento que plantean desde hace unos años los intelectuales musulmanes. Cambiar los "códigos de familia" en los países islámicos, "las legislaciones en las que se regula el matrimonio, la custodia de los hijos, la herencia, el divorcio o la poligamia, es el primer desafío, que sólo se ha logrado en Marruecos, pero por algo hay que empezar", indica la lingüista, que también apunta a la sensibilización y a las reformas dentro del islam que incluyan la pluralidad religiosa, la democracia y los derechos humanos, así como "que el islam no sea religión de Estado".
Lograr una implicación mayor de los hombres musulmanes en este proceso de "revolución silenciosa" es otro de los retos que defiende Abdennur Prado, otro feminista musulmán, presidente de Junta Islàmica Catalana y codirector del Congreso Internacional de Feminismo Islámico.
"Es fundamental desmontar el concepto tradicional de masculinidad en el islam, construido con unos parámetros que no respetan la cosmovisión coránica", señala Prado, quien explica que "también los hombres se rebelan contra el rol adjudicado como musulmán y rechazan el papel de macho dominante, que no tiene que ver con la espiritualidad religiosa". A su juicio, el mayor reto es convencer a los musulmanes de que el feminismo islámico "no es un movimiento antirreligioso sino enraizado en el Corán" y, respecto al feminismo global, "aporta una dimensión espiritual que le ha sido negada". Abdennur Prado concluye que "hay 1.600 millones de musulmanes en el mundo, cerca de 700 millones son mujeres, demasiadas como para reducir el papel de la mujer a un estereotipo".

18 de marzo de 2010

sábado, 27 de marzo de 2010

Entrevista a Asma Lamrabet en el Diario Información de Alicante

´Las mujeres occidentales tienen la suerte de vivir en países libres´




Presidenta del Grupo Internacional de Estudios y Reflexión sobre la Mujer en el Islam "Nací en Rabat en el seno de una familia tradicional pero con un padre socialista y laico que siempre me dijo: "Tu libertad es tu diploma"", indica Asma Lamrabet, hematóloga, escritora y una de las representantes del feminismo islámico, que defiende los derechos de la mujer a través del Corán, una "revolución silenciosa que no tiene vuelta atrás".

A. PRADO
¿Es compatible ser feminista y musulmana?
Es una pregunta clásica, porque parece que sean términos antinómicos, pero es como preguntar a una cristiana practicante si puede ser feminista. No veo ningún inconveniente entre el feminismo y el islam, tal y como yo lo entiendo
Pero usted de joven renegaba del islam, se rebelaba contra él.
No renegaba, pero no me gustaban las tradiciones religiosas que discriminaban a las mujeres y siempre pensé que si hay un Dios y es justo, esto no debe ser así. Después leí, estudié y descubrí el islam sin que nadie me dijera lo que debía pensar y comprendí que no hay nada que legitime la discriminación de las mujeres.
Pero el fundamentalismo islámico avanza en muchos países árabes, ¿eso dificulta su trabajo?
Es que no ha habido una revisión reformista del islam, que es producto de siglos de transmisión de planteamientos patriarcales. Toda revisión se ve como una occidentalización y se ve peligroso, pero ahora también hay sabios musulmanes que trabajan en ello y la lástima es que aún son una minoría ante la ortodoxia islámica.
¿Por qué ha fracasado el feminismo laico en países musulmanes?
No ha fracasado, al contrario, ha hecho que naciera el feminismo islámico. Hay mujeres muy influenciadas por las feministas occidentales, que igualmente rechazaban una religión que discriminaba a las mujeres, pero el discurso laico no cala en los países musulmanes porque el islam es una parte ineludible de la sociedad y hemos visto que podemos reivindicar nuestros derechos dentro del islam, digamos que hemos tomado el relevo. El problema es que las mujeres tradicionales ven el feminismo con rechazo porque nació en Occidente, pero podemos reivindicar derechos a partir de nuestros referentes espirituales.
¿Cómo se defiende la igualdad dentro del islam?
Hay que deconstruir las interpretaciones misóginas y patriarcales que han marginado a la mujer y la han privado de sus derechos. Al contrario del discurso oficial, el Corán incita a la emancipación de la mujer y a su liberación, a la participación social y política, al derecho a elegir marido o al divorcio. Eso no se encuentra en el discurso oficial del islam, pero hay argumentos tajantes. El sometimiento de la mujer al marido sólo se ha fomentado por esa interpretación patriarcal y machista, pero para el Corán, la mujer ideal es la mujer autónoma y participativa, y eso es lo que queremos revelar a las mujeres.
¿Tiene futuro esta visión del Corán en los países musulmanes o luchan contra un muro?
Es muy difícil, somos una minoría aún, pero hace diez años yo no podría tener este debate en Marruecos y ahora sí. Es una revolución silenciosa, un trabajo de fondo. Esta visión reformista del islam empezó con los egipcios en el siglo XIX pero cada vez tiene más eco. Yo no lo veré, pero espero que mis hijos sí. Es una vía entre el extremismo religioso y un modernismo sin alma.
¿Le molesta que aquí sólo se hable del velo cuando hablamos de mujeres musulmanas?
Lo entiendo, pero estoy harta de hablar del velo porque reduce la mujer al cuerpo. Tenemos una visión monolítica del mundo islámico, pero es diverso y la radicalización es mínima. Yo hablo de derechos y a mí me hablan del velo. Es un derecho llevarlo y no llevarlo y debe ser una elección de la mujer. No es una obligación coránica, tiene que ver con la espiritualidad.
Pero el burka es otra historia
Claro, no es igual. Eso viene de la tradición wahabista y salafí de Arabia Saudí, que ha influido mucho en el resto del mundo árabe porque tiene mucho poder y eso es una lástima. Es una interpretación muy estricta del islam y no se puede defender algo que atenta contra la dignidad de la mujer.
¿Qué estereotipo sobre la mujer musulmana le molesta más?
Lo que no me gusta es que siempre se hable de las mujeres musulmanas como víctimas y la mujer víctima del islam es un eslogan que se vende bien en el imaginario occidental. Hay víctimas pero no todas, y hay que dejar que sean las mujeres las que se liberen y no pensar "vamos a liberarlas". Y ahí pueden ayudar mucho las feministas occidentales si se desprenden de esa visión hegemónica, porque en el fondo luchamos contra la misoginia universal.
¿Envidia algo de las mujeres occidentales?
Que tienen la suerte de vivir en países democráticos y libres. Eso es muy importante y hay que aprovechar estos espacios de libertad para luchar por la emancipación de la mujer.
¿Que piensa de la activista saharaui Aminetu Haidar?
Que tiene derecho a luchar por su reivindicación y a expresarlo. Es un problema político que debe resolverse con diálogo.
¿Cree que Turquía debería ingresar en la Unión Europea?
Claro que sí. Si hablamos de valores islámicos hay que saber que el 90% del Corán habla de ética, de justicia y de paz. Si Europa no quiere a Turquía por ser muy "islámica" recuerdo que las mujeres turcas han tenido derecho al voto antes que las francesas y no tienen que envidiar a nadie en igualdad.

18 de marzo de 2010

jueves, 25 de marzo de 2010

CANDIDATURA AL PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 2010 PARA LOS DESCENDIENTES DE MORISCOS.ANDALUSÍES


Propuesta de Candidatura Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2010 para los descendientes de moriscos-andalusíes
Los abajo firmantes, en nuestro nombre y desde una profunda reflexión individual, hemos decidido respaldar la candidatura al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2010 para los descendientes de moriscos-andalusíes, que presenta la Fundación Blas Infante, coincidiendo con el 400 aniversario de su último destierro de la península ibérica, como gesto simbólico y necesario para la completa reconstrucción de la memoria colectiva hispana; en reconocimiento a la manera ejemplar con la que han conservado viva y conscientemente su identidad cultural en los lugares de destino; y desde la hermandad, la justicia y la igualdad de razón con el concedido hace 20 años a las comunidades sefardíes.
Apoya la propuesta
I
Llamamos moriscos-andalusíes a los hispanos que fueron extrañados de la Península Ibérica y de la identidad nacional española, por el sólo hecho de ser o parecer musulmanes, o por descender de quienes fueron o parecieron musulmanes. Aceptamos el término morisco, a pesar de su carácter fragmentario y peyorativo, entendiendo que también comprende por analogía a musulmanes andalusíes y mudéjares. Sin embargo, los integrantes de aquel grupo heterogéneo de desterrados negaron calificarse de esta forma, prefirieron llamarse andalusíes y todavía hoy son denominados así en los sitios donde recalaron. Como una prueba más de concordia, hemos decidido conciliar ambos términos con los que se conocen a la misma realidad vista desde la otra orilla.
Aunque existieron persecuciones y exilios anteriores, el proceso oficial de asimilismo y destierro de los moriscos-andalusíes comenzó a partir de la unificación territorial y religiosa llevada a cabo en la península ibérica entre los siglos XV y XVI. Las proyecciones imperial en Europa y colonial en América, unidas a la creciente influencia del catolicismo como religión de Estado, hacían cada vez más incómoda social y políticamente la presencia del “otro” en los Reinos peninsulares de aquella España recién nacida. Sólo que judíos, musulmanes o gitanos eran tan españoles como quienes decidieron que sólo merecían serlo los que pudieran acreditar su ascendencia veterocristiana y limpia. Sobre estos grupos la historia oficial realizó una construcción antropológica de extrañamiento sin precedentes en España. A tal fin, primero se desterró a los sefardíes. Luego se inició la persecución contra el pueblo gitano. Y después, fueron expropiados y obligados a bautizarse a los mudéjares o musulmanes hispanos. Este hecho supuso la creación artificial de una categoría humana hasta entonces inexistente, convertida por decreto en minoría étnica sin serlo, y compuesta por aquellos musulmanes o hijos de musulmanes, asimilados o no, a los que denominaron genérica y despectivamente “moriscos”. La injusta persecución que padecieron estos españoles alcanzó su cenit, que no su final, con su destierro a partir de 1609.
Quienes lograron sobrevivir al duro trance del exilio, se dispersaron por los cuatro puntos cardinales, desde Tánger a Estambul, llegando incluso a América y al África subsahariana. Pero la mayoría de los supervivientes se instalaron en la costa magrebí, especialmente en los actuales Marruecos, Argelia y Túnez. La adaptación no siempre fue fácil debido a su condición hispano-andalusí y a sus diferencias en la lengua, costumbres e incluso religión con la población autóctona. Porque siendo cierto que muchos de estos moriscos eran conversos que guardaban de manera imperfecta el modus vivendi islámico, otros tantos eran cristianos convencidos por dentro y por fuera. En cualquier caso, aquellos desterrados se siguieron llamando a sí mismos “andalusíes” para mantener viva la memoria de su pertenencia sentimental hispana. Y lo han hecho hasta hoy, en sus apellidos y cultura más íntima y refinada, a pesar de la dificultad añadida que les supone mantener este hecho diferencial en comunidades que hablan mayoritariamente el mismo idioma y rezan al mismo Dios que provocaron su extrañamiento. Por todas estas razones, preferimos llamarlos moriscos-andalusíes, más allá del rigor academicista, en un ejercicio sincero de justicia espiritual e histórica.

II
La concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2010 a los descendientes de moriscos-andalusíes no constituye un ejercicio marginal de arqueología, sino de reconocimiento y visualización de una identidad cultural viva, propia y diversa, que nos pertenece. Aquí y allí. Porque fueron muchos los moriscos que no marcharon, muchos los que regresaron, y todavía más las huellas derivadas de su resistencia cultural que se han incrustado para siempre en el alma hispana. Unas huellas que con poco esfuerzo se pueden recorrer en nuestros días: un urbanismo singular, una tipología constructiva, su elogiada vocación hortofrutícola, la gastronomía, la lengua, el folklore y la música, la onomástica, la artesanía, el paisaje y su ordenación… Y, sobre todas ellas, las huellas en el alma. Las civilizaciones sobreviven a las personas y la morisco-andalusí, transmisora y depositaria de saberes, se mantuvo viva en la península ibérica gracias a la actitud de los que optaron por quedarse para superar el trauma del destierro. A aquellos españoles, condenados a vivir como topos, no les quedó más opción que esconder su condición morisca o aparentar exageradamente su antisemitismo e islamofobia como mecanismos de supervivencia. Y lo hicieron en permanente convivencia y simbiosis civilizatoria en los lugares de exilio interior. Así nació una cultura nueva, genuinamente nuestra, de la que desconocemos su raíz auténtica porque hemos negado sistemáticamente su existencia. Aceptar esta realidad ocultada equivale a aceptarnos a nosotros mismos y a completar definitivamente el mosaico intercultural del alma hispana, rota por la intolerancia contra toda disidencia o contra la más simple diversidad, con una de sus teselas más importantes y paradójicamente más invisible: la morisco-andalusí.
Allí donde decidieron permanecer tras el exilio, los descendientes de moriscos-andalusíes son y representan un paradigma intercultural, pacífico y respetuoso, absolutamente necesario en estos tiempos de homogeneización global. Un modelo de resistencia creativa, allí donde fueron y aquí donde se quedaron. Un ejemplo vivo y posible de pertenencia a dos culturas en un mismo espacio y en un mismo tiempo. Un testimonio real de las consecuencias que acarrea la negación del pluralismo y la diversidad cultural. Los moriscos-andalusíes son Occidente en Oriente porque fueron Oriente en Occidente. Ellos somos nosotros porque nosotros también somos ellos. Son una demostración auténtica y veraz del reto migratorio e intercultural de la contemporaneidad: se puede ser de cualquier lugar sin renunciar a ser uno mismo.
La Humanidad se enfrenta a un desafío de enorme valor y significado: el establecimiento de un modelo civilizatorio democrático que garantice el ejercicio de la ciudadanía, no como refugio de privilegios, sino como reconocimiento efectivo de derechos igualitarios para todos y cada uno de sus integrantes. Que sustituya en el fondo y en la forma la eufemística “gestión de flujos migratorios”, y en su lugar actúe convencido desde la diversidad cultural como alma y arma de los pueblos. Que sea capaz de entrever y concebir una sociedad cabal que se aleje definitivamente del permanente riesgo de ejercer la barbarie contra la diferencia. Este reconocimiento de la memoria viva de las comunidades y descendientes de moriscos-andalusíes hace efectivo el valor de la diversidad al tiempo que restituye la dignidad de los olvidados.
III
Por último, proponemos esta candidatura para la Concordia desde la concordia. Las comunidades sefardíes comparten el fondo y la forma de esta petición. Lo mismo deseamos que piensen y sientan cristianos, otros creyentes y no creyentes. Por ello, desde la hermandad, no desde el agravio, estrechamos la Mano de Fátima y la Mano de Miriam en un abrazo simbólico que recompone y actualiza nuestro pasado para el futuro. Terminamos reconociendo para los descendientes de moriscos-andalusíes, la sustancia de los argumentos que esgrimió el Jurado para conceder el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1990 a las comunidades sefardíes: “Después de siglos de alejamiento, este Premio quiere contribuir al proceso de concordia ya iniciado, que convoca a esas comunidades al reencuentro con sus orígenes, abriéndose para siempre las puertas de su antiguo país”
Córdoba, 2010

viernes, 19 de marzo de 2010

La arquitectura en la literatura árabe. (Reseña)



La arquitectura en la literatura árabe es uno de los libros firmados por la carismática María Jesús Rubiera Mata, Catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, recientemente fallecida. Personalmente siempre he admirado a esta mujer, que fue profesora mía y de hecho mi opción de reseñar esta obra se debe a ello.

Licenciada y doctora en Filología Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, trabajó como Profesora Ayudante y Profesora Adjunta de Literatura Arábiga en la Facultad de Filología de la misma Universidad hasta 1982, fecha en que se trasladó a la Universidad de Alicante.

Las pasiones de esta madrileña fueron la Alhambra, la poesía y la literatura hispano-árabe o andalusí, sin olvidar que, en su condición de mujer, también rompería una lanza a favor de su género escribiendo Poesía femenina hispanoárabe, Madrid, Castalia, 1990.

Los templos y construcciones árabes de los que nos habla María Jesús en este libro están impregnados de detalles que juegan con los sentidos: tacto, vista, oído y olfato se enfatizan con el agua, la luz, el color o los sonidos que esta escritora nos describe en su obra. Este estallido de sensaciones está maravillosamente explicado con los poemas que nos encontramos al principio de la obra. El poeta creará la ficción filológica de la realidad arquitectónica: el mármol es agua, el agua es perlada y así nos encontraremos con miles de metáforas y símiles de esta índole.

Por otro lado, he de hablar de la lengua árabe que baña todas estas construcciones como la Alhambra. Caligrafías estéticamente exquisitas, quizá se trate solamente de mi percepción como occidental, pero hemos de pensar que en las construcciones occidentales donde hay grabados que utilizan caracteres en latín, el impacto visual a nivel artístico no es el mismo que con la caligrafía árabe que ya de por sí es un arte en si misma, pues está repleta de figuras casi geométricas y a la vez simétricas comparables a una construcción arquitectónica pero, como ya he dicho, quizá sea sólo mi impresión, aunque lo que está claro es que la arquitectura árabe es bastante distinta a la concepción de la arquitectura occidental.

María Jesús nos habla en las descripciones de los palacios andalusíes de espacios que rebosan vida y sensualidad como los jardines perfumados con su vegetación, sus fuentes y riachuelos. De esta forma y siguiendo en la misma línea de descripciones podemos encontrarnos con la fantasía de las joyas, el oro y las piedras preciosas que adornan estos lugares .

Por otro lado los textos de los poetas que aparecen en esta obra están más interesados en sumergirnos en una metáfora de comparaciones, que en describirnos lo que están viendo, aunque esto al fin y al cabo es de lo que se trata la poesía.

Por último me gustaría detenerme en el capítulo de Salomón, el gran constructor. Hijo de David, rey de Israel y constructor del Templo de Jerusalén es un personaje al que María Jesús dedica varias páginas del libro. En occidente hemos estado bastante familiarizados con este personaje histórico, ya que aparece en la Biblia y también en el Corán. En ambos libros sagrados se describe su visita a la reina de Saba, aunque en el apartado del libro "El pabellón de cristal de Salomón", entran en escena elementos típicamente árabes.

Cuando Salomón sabe de un pueblo infiel gobernado por una mujer envía mensajeros con el fin de que consigan algunas conversiones en el reino de Saba. Al no conseguirlo, Salomón ordena a un ‘ifrit o genio que robe para él el lujoso estrado de la reina. Esta acude a la corte de Salomón, donde le muestran el trono que le han robado y luego le hacen entrar en un edificio cuyo pavimento era de cristal:

“La dijeron: Entra en el pabellón y cuando le vio creyó que era agua y descubrió sus piernas; dijo él: es un pabellón alargado de vidrio.” Corán XXVII, 44

Salomón conseguirá engañar a la reina de Saba haciéndola creer que el cristal del suelo es agua. Con este apunte quería resaltar la importancia de lo que hablaba antes y la antigüedad a la que se remonta el juego entre arquitectura y elementos naturales o fantásticos, ya que en toda la literatura araboislámica esta imagen del palacio de cristal será muy importante y utilizada.

Y para terminar con esta reseña y, sobre todo en honor a esta gran arabista y escritora que, como ya he dicho antes era una apasionada de la Alhambra voy a transcribir un poema sobre de Selmo Ibn Gabirol que ella misma nos leyó en una de sus clases y que aparece en su obra “La arquitectura en la literatura árabe”.

Ven, amigo, y amigo de los astros:
ven conmigo a dormir en las aldeas,
que ya pasó el invierno y se oye en nuestra tierra
el clamor de zorzales y de tórtolas.

Dejemos que a la sombra del granado
de palmas, de manzanos y naranjos
el sueño nos invada.
Vaguemos a las sombras de las parras
dejándonos vencer por el deseo
de contemplar imágenes radiantes
en un palacio erguido sobre sus derredores.
De ricas piedras hecho
que fue planificado con justeza,
sus muros y cimientos de fuertes torreones.
Se abre una explanada en su contorno;
parterres de narcisos sus patios engalanan;
sus cámaras que han sido construidas
y ornada de atauriques calados y cerrados,
están pavimentadas de mármol y pórfido
y no puedo contar los pórticos que tiene.
Sus puertas son cual puertas de ebúrneos pabellones,
bermejas como el sándalo de santos tabernáculos.
Translúcidas ventanas que tienen sobre ellas
lucernas, y en las cuales los astros se avecindan.
La bóveda, cual tálamo de Salomón, está
colgada del ornato de las cámaras:
parece que da vueltas, girando entre los brillos
de alabastros, zafiros y bedelios.
Así cuando es de día.
En los atardeceres su imagen es de cielo,
de noche sus estrellas en fila se alinean

se encuentran bien en ella el alma de los míseros y de los afligidos
y olvidan los amargos y exangües sus pesares.
La he visto y mis fatigas he olvidado;
de angustias consolase mi alma, y de alegría
mi cuerpo como en alas de azores, casi vuela:
Hay un copioso estanque que semeja
al mar de Salomón,
pero que no descansa sobre toros;
tal es el ademán de los leones,
que están sobre el brocal, cual si estuvieran
rugiendo los cachorros por la presa;
y como manantiales derraman sus entrañas
vertiendo por sus bocas caudales como ríos

La arquitectura en la literatura árabe, Madrid, 1ª ed. 1981, 2ªed. Hiperión, 1988, traducida al italiano con el título L'immaginario e l'architettura nella letteratura araba medievale, Génova, Marieti, 1990.

Fotografías:

1 María Jesús Rubiera
2 Templo de Salomón
3 El Rey Salomón
4 Plaza de los leones, Alhambra
4 La Alhambra

viernes, 5 de marzo de 2010

Los árabes, las mujeres, la libertad.


“Hoy en día, la identidad parece triunfar, ya que esta parte del mundo pretende estructurarse de nuevo en torno a ella, mientras que las mujeres deberían sacrificar su libertad para mantenerla” (p.130)

El libro de Sophie Bessis que presentamos es un reciente y agudo análisis de la realidad de las mujeres en el mundo árabe. Si bien hace un breve recorrido por la evolución de las sociedades árabes y musulmanas en el último siglo, éste resulta muy útil para entender los progresos y los retrocesos de unas sociedades (la egipcia, la argelina, la marroquí,…-con diferencias significativas entre ellas -) que quieren distinguirse del modelo occidental al tiempo que persiguen su modernización.

Habla de las paradojas y contradicciones de este proceso especialmente en lo que respecta a la situación de las mujeres y el lugar que se les deja ocupar y lo que ellas desean-que no es lo mismo- pues resulta imparable la visibilidad de las mismas en el espacio público. A pesar de las reticencias hoy casi nadie pone en duda la necesidad de la participación de la mujer en el sector productivo –en muchos de estos países la educación, la sanidad, el funcionariado de base es mayoritariamente femenino-. El acceso a la educación, al control de la fecundidad y al trabajo fuera del hogar han supuesto un gran avance en su emancipación.

Sin embargo, por otro lado, en las últimas décadas, explica Sophie Bessis, se está produciendo un regreso a una tradición reinventada que hace de la religión y de la identidad musulmanas baluartes que defender y he ahí que sean las mujeres las que deban sacrificar su recién estrenada parcela de libertad en nombre del mantenimiento de una identidad entendida como la integridad de la personalidad colectiva.
Con un lenguaje directo y claro la autora denuncia el retroceso a una tradición que reinventa su conexión con un supuesto Islam primigenio y que ignora a los grandes pensadores musulmanes que creyeron en la compatibilidad del Islam con un pensamiento liberal, abierto, donde el individuo tuviera la posibilidad de pensar por sí mismo. En esta vuelta atrás las mujeres son de nuevo utilizadas para salvaguardar esa supuesta identidad musulmana teniendo como único objetivo ser “madre de musulmanes” (89-90)
Porque, como bien explica Sophie Bessis los privilegios masculinos en los que se basa el orden establecido están en peligro si la mujer y cada individuo tienen autonomía frente al grupo.
Más allá de posiciones simples entre buenos y malos este libro escrito por una historiadora europea , francesa y tunecina plantea las contradicciones en las distintas orillas del Mediterráneo al cuestionarse la universalidad de los valores de la modernidad y el peligro real que existe en el refugio en los particularismos culturalistas .

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