La arquitectura en la literatura árabe es uno de los libros firmados por la carismática María Jesús Rubiera Mata, Catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, recientemente fallecida. Personalmente siempre he admirado a esta mujer, que fue profesora mía y de hecho mi opción de reseñar esta obra se debe a ello.
Licenciada y doctora en Filología Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, trabajó como Profesora Ayudante y Profesora Adjunta de Literatura Arábiga en la Facultad de Filología de la misma Universidad hasta 1982, fecha en que se trasladó a la Universidad de Alicante.
Las pasiones de esta madrileña fueron la Alhambra, la poesía y la literatura hispano-árabe o andalusí, sin olvidar que, en su condición de mujer, también rompería una lanza a favor de su género escribiendo Poesía femenina hispanoárabe, Madrid, Castalia, 1990.
Los templos y construcciones árabes de los que nos habla María Jesús en este libro están impregnados de detalles que juegan con los sentidos: tacto, vista, oído y olfato se enfatizan con el agua, la luz, el color o los sonidos que esta escritora nos describe en su obra. Este estallido de sensaciones está maravillosamente explicado con los poemas que nos encontramos al principio de la obra. El poeta creará la ficción filológica de la realidad arquitectónica: el mármol es agua, el agua es perlada y así nos encontraremos con miles de metáforas y símiles de esta índole.
Por otro lado, he de hablar de la lengua árabe que baña todas estas construcciones como la Alhambra. Caligrafías estéticamente exquisitas, quizá se trate solamente de mi percepción como occidental, pero hemos de pensar que en las construcciones occidentales donde hay grabados que utilizan caracteres en latín, el impacto visual a nivel artístico no es el mismo que con la caligrafía árabe que ya de por sí es un arte en si misma, pues está repleta de figuras casi geométricas y a la vez simétricas comparables a una construcción arquitectónica pero, como ya he dicho, quizá sea sólo mi impresión, aunque lo que está claro es que la arquitectura árabe es bastante distinta a la concepción de la arquitectura occidental.
María Jesús nos habla en las descripciones de los palacios andalusíes de espacios que rebosan vida y sensualidad como los jardines perfumados con su vegetación, sus fuentes y riachuelos. De esta forma y siguiendo en la misma línea de descripciones podemos encontrarnos con la fantasía de las joyas, el oro y las piedras preciosas que adornan estos lugares .
Licenciada y doctora en Filología Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, trabajó como Profesora Ayudante y Profesora Adjunta de Literatura Arábiga en la Facultad de Filología de la misma Universidad hasta 1982, fecha en que se trasladó a la Universidad de Alicante.
Las pasiones de esta madrileña fueron la Alhambra, la poesía y la literatura hispano-árabe o andalusí, sin olvidar que, en su condición de mujer, también rompería una lanza a favor de su género escribiendo Poesía femenina hispanoárabe, Madrid, Castalia, 1990.
Los templos y construcciones árabes de los que nos habla María Jesús en este libro están impregnados de detalles que juegan con los sentidos: tacto, vista, oído y olfato se enfatizan con el agua, la luz, el color o los sonidos que esta escritora nos describe en su obra. Este estallido de sensaciones está maravillosamente explicado con los poemas que nos encontramos al principio de la obra. El poeta creará la ficción filológica de la realidad arquitectónica: el mármol es agua, el agua es perlada y así nos encontraremos con miles de metáforas y símiles de esta índole.
Por otro lado, he de hablar de la lengua árabe que baña todas estas construcciones como la Alhambra. Caligrafías estéticamente exquisitas, quizá se trate solamente de mi percepción como occidental, pero hemos de pensar que en las construcciones occidentales donde hay grabados que utilizan caracteres en latín, el impacto visual a nivel artístico no es el mismo que con la caligrafía árabe que ya de por sí es un arte en si misma, pues está repleta de figuras casi geométricas y a la vez simétricas comparables a una construcción arquitectónica pero, como ya he dicho, quizá sea sólo mi impresión, aunque lo que está claro es que la arquitectura árabe es bastante distinta a la concepción de la arquitectura occidental.
María Jesús nos habla en las descripciones de los palacios andalusíes de espacios que rebosan vida y sensualidad como los jardines perfumados con su vegetación, sus fuentes y riachuelos. De esta forma y siguiendo en la misma línea de descripciones podemos encontrarnos con la fantasía de las joyas, el oro y las piedras preciosas que adornan estos lugares .
Por otro lado los textos de los poetas que aparecen en esta obra están más interesados en sumergirnos en una metáfora de comparaciones, que en describirnos lo que están viendo, aunque esto al fin y al cabo es de lo que se trata la poesía.
Por último me gustaría detenerme en el capítulo de Salomón, el gran constructor. Hijo de David, rey de Israel y constructor del Templo de Jerusalén es un personaje al que María Jesús dedica varias páginas del libro. En occidente hemos estado bastante familiarizados con este personaje histórico, ya que aparece en la Biblia y también en el Corán. En ambos libros sagrados se describe su visita a la reina de Saba, aunque en el apartado del libro "El pabellón de cristal de Salomón", entran en escena elementos típicamente árabes.
Cuando Salomón sabe de un pueblo infiel gobernado por una mujer envía mensajeros con el fin de que consigan algunas conversiones en el reino de Saba. Al no conseguirlo, Salomón ordena a un ‘ifrit o genio que robe para él el lujoso estrado de la reina. Esta acude a la corte de Salomón, donde le muestran el trono que le han robado y luego le hacen entrar en un edificio cuyo pavimento era de cristal:
“La dijeron: Entra en el pabellón y cuando le vio creyó que era agua y descubrió sus piernas; dijo él: es un pabellón alargado de vidrio.” Corán XXVII, 44
Salomón conseguirá engañar a la reina de Saba haciéndola creer que el cristal del suelo es agua. Con este apunte quería resaltar la importancia de lo que hablaba antes y la antigüedad a la que se remonta el juego entre arquitectura y elementos naturales o fantásticos, ya que en toda la literatura araboislámica esta imagen del palacio de cristal será muy importante y utilizada.
Y para terminar con esta reseña y, sobre todo en honor a esta gran arabista y escritora que, como ya he dicho antes era una apasionada de la Alhambra voy a transcribir un poema sobre de Selmo Ibn Gabirol que ella misma nos leyó en una de sus clases y que aparece en su obra “La arquitectura en la literatura árabe”.
Ven, amigo, y amigo de los astros:
ven conmigo a dormir en las aldeas,
que ya pasó el invierno y se oye en nuestra tierra
el clamor de zorzales y de tórtolas.
Dejemos que a la sombra del granado
de palmas, de manzanos y naranjos
el sueño nos invada.
Vaguemos a las sombras de las parras
dejándonos vencer por el deseo
de contemplar imágenes radiantes
en un palacio erguido sobre sus derredores.
De ricas piedras hecho
que fue planificado con justeza,
sus muros y cimientos de fuertes torreones.
Se abre una explanada en su contorno;
parterres de narcisos sus patios engalanan;
sus cámaras que han sido construidas
y ornada de atauriques calados y cerrados,
están pavimentadas de mármol y pórfido
y no puedo contar los pórticos que tiene.
Sus puertas son cual puertas de ebúrneos pabellones,
bermejas como el sándalo de santos tabernáculos.
Translúcidas ventanas que tienen sobre ellas
lucernas, y en las cuales los astros se avecindan.
La bóveda, cual tálamo de Salomón, está
colgada del ornato de las cámaras:
parece que da vueltas, girando entre los brillos
de alabastros, zafiros y bedelios.
Así cuando es de día.
En los atardeceres su imagen es de cielo,
de noche sus estrellas en fila se alinean
se encuentran bien en ella el alma de los míseros y de los afligidos
y olvidan los amargos y exangües sus pesares.
La he visto y mis fatigas he olvidado;
de angustias consolase mi alma, y de alegría
mi cuerpo como en alas de azores, casi vuela:
Hay un copioso estanque que semeja
al mar de Salomón,
pero que no descansa sobre toros;
tal es el ademán de los leones,
que están sobre el brocal, cual si estuvieran
rugiendo los cachorros por la presa;
y como manantiales derraman sus entrañas
vertiendo por sus bocas caudales como ríos
La arquitectura en la literatura árabe, Madrid, 1ª ed. 1981, 2ªed. Hiperión, 1988, traducida al italiano con el título L'immaginario e l'architettura nella letteratura araba medievale, Génova, Marieti, 1990.
Fotografías:
1 María Jesús Rubiera
2 Templo de Salomón
3 El Rey Salomón
4 Plaza de los leones, Alhambra
4 La Alhambra
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