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domingo, 25 de enero de 2009

Tolerancia y multiculturalidad (5ª parte). Al-Andalus. Mito y realidad


Parece que al-Andalus sigue levantando pasiones. Con sus fervientes admiradores y no menos ferviente detractores, la historia y sociedad de la Península Ibérica (que no España) en el largo periodo de gobiernos musulmanes parece no dejar indiferente a nadie.
Enlazando con la entrada anterior, dos parecen ser los ámbitos que hacen “distinta” a al-Andalus frente a otros espacios del mundo islámico clásico:

1-Es un espacio de frontera y, como tal, sirvió de puente de transmisión de saberes.

2-Es un espacio de convivencia y coexistencia diversa entre musulmanes, cristianos y judíos bajo dos realidades político-religiosas:
A.Bajo un poder político y una cultura árabe e islámica vivieron cristianos y judíos.
B.Bajo un poder político y una cultura latina y cristiana vivieron musulmanes y judíos.

La unión de ambos espacios, el de frontera y el de convivencia, da lugar a uno nuevo, la convivencia en la frontera, una rica casuística de relaciones interculturales e interreligiosas en las fronteras de ambas sociedades, relaciones más complejas y difíciles que las que se dieron en otras zonas.

Volvamos a esas dos corrientes enfrentadas en su concepción de al-Andalus. La primera considera que las relaciones interconfesionales en al-Andalus, en particular, y en la Península Ibérica durante la Edad Media, en general, fueron casi idílicas, constituyendo un ejemplo irrepetible de buena vecindad entre musulmanes, cristianos y judíos, modelo único y añorado. La segunda, por el contrario, defiende que la mitificada convivencia andalusí no es más que una patraña, una deformación de la realidad, ya que los cristianos y judíos bajo el Islam sufrieron terribles pruebas bajo el yugo sarracénico.

Como suele ocurrir –o esa es mi opinión- en el justo medio está la virtud. Es decir, ni tanto ni tan calvo. Desde una posición académica y científica, no se puede sostener ni la defensa idílica ni la violenta crítica.

Para aclarar más el tema, mencionaremos algunas obras que defienden una u otra posición ideológica. Generalizando mucho, podríamos afirmar que la primera corriente es defendida por autores árabes (nostálgicos de un exitoso pasado de dominio político y cultural) y por autores españoles y europeos que dan una imagen edulcorada, donde las relaciones humanas se dan en recreaciones teatrales, tópicas, de personajes de novela.


La segunda imagen de al-Andalus se da dentro de una corriente que, a grandes rasgos, podemos situar dentro de una más amplia, la de la islamofobia, y que se acerca al tema desde posiciones más viscerales (por mucho que pretendan justificar con textos y ciencia sus aportaciones) que cerebrales. En este grupo podríamos citar, en España, a S. Fanjul, A. Elorza, C. Vidal o R. Mª. Rodríguez Magda.

Precisamente, en marzo de 2008 se publicó el libro de Rodríguez Magda, Inexistente Al Ándalus. De cómo los intelectuales reinventan el Islam, que fue Premio Nacional de Ensayo Jovellanos, 2008. Como su propio título indica, se refiere a esta cuestión, aunque no sólo, el velo y el integrismo islámico no podían faltar.
A continuación, voy a hacer una serie de comentarios, de modo esquemático, a dicha obra premiada, que daría para escribir mucho más de lo que pretendo presentar ahora, ya que es un libro que no tiene desperdicio.



1-VIOLENCIA.
La autora intenta demostrar el carácter violento de la conquista musulmana de la Península. No creo que nadie niegue dicho punto. Como ella bien dice, “La conquista de la península ibérica se produjo de la forma violenta que toda conquista comporta” (p. 42). No obstante, es bien sabido que en la Península Ibérica hubo ciudades y zonas tomadas por la fuerza y otras pacíficamente, cuyos habitantes se entregaron y pactaron con los ejércitos musulmanes. Pero no voy a entrar aquí en presentar las diversas, matizadas y bien documentadas aportaciones de arabistas e historiadores sobre el tema. Centrémonos en la obra que nos ocupa. R. Mª Rodríguez Magda cita una fuente tardía, traducida al castellano, la historia de Ibn al-Kardabus, y, en su afán por extraer fragmentos bélicos de los ejércitos musulmanes, engarza las citas de dicho autor sobre la conquista con otros momentos (violentos) de la historia andalusí, como las campañas de Almanzor (finales del s. X) o la descripción de la toma de Valencia y la incursión almorávide en Cataluña (s. XI). Todos los ejemplos (que sean del periodo de la conquista de al-Andalus o de dos o tres siglos más tarde no es lo que cuenta, pecata minuta) le sirven para afirmar con rotundidad el carácter violento de la conquista musulmana así como para corroborar su idea de que los musulmanes no son paradigma de tolerancia ya que, hasta un historiador musulmán “no duda en describir las gestas y tropelías que en su momento, solo podían ser señal de orgullo del poder musulmán” (p. 45).



Pero, ¿acaso la violencia es exclusiva del mundo árabo-musulmán en la Edad Media? Obviamente no. Ponerse a citar ejemplos de hechos violentos perpetrados por poderes y ejércitos cristianos o musulmanes nos haría entrar en una espiral absurda y pueril. Podríamos citar, por ejemplo, y siempre textos transmitidos por fuentes cristianas:

1)Finales del s. XI. Año 1099. Toma de Jerusalén por los cruzados.

"Habiendo entrado peregrinos en la ciudad, persiguieron y degollaron a los sarracenos hasta el Templo de Salomón, donde hubo tal carnicería que los nuestros caminaban con sangre hasta las rodillas. Los cruzados corrían por toda la ciudad arrebatando oro y plata, caballos y mulas, haciendo pillaje en las casas que sobresalían por sus riquezas. Después felices y llorando de alegría, se fueron a adorar el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo, considerando saldada la deuda que tenían con Él" (Raimundo de Aguilers, cronista presencial)



"Se ordenó sacar fuera de la ciudad todos los cuerpos de los sarracenos muertos, a causa del hedor extremo, ya que toda la ciudad estaba llena de sus cadáveres... hicieron pilas tan altas como casas: nadie había visto una carnicería semejante de gente pagana. Las hogueras estaban dispuestas como mojones y nadie, excepto Dios, sabía su cantidad". (Guillermo de Tiro)


2) Siglo XII. Año 1138. “En el mes de mayo de 1138 el emperador Alfonso tomó a Rodrigo Fernández, jefe del ejército de Toledo y muy brillante en la guerra, al conde Rodrigo del territorio de León, a otros varones y nobles consejeros de su palacio y un gran ejército de Extremadura y poniéndose en camino acampó junto al río llamado Guadalquivir. Numerosos escuadrones dedicados al pillaje se alejaron durante muchos días, saquearon todo el territorio de Jaén, Baeza, Úbeda, Andujar y de otras muchas ciudades, prendieron fuego a todas las villas que encontraban, destruyeron sus mezquitas y entregaron al fuego los libros de la ley de Mahoma. Mataron a golpe de espada a todos los doctores de la ley que encontraron. Hicieron cortar las viñas, olivos, higueras y todos los árboles, y regresaron al campamento ante el emperador llevando consigo una gran multitud de cautivos, hombres, mujeres y niños, regalos de oro y plata, vestidos muy valiosos, todas sus riquezas, todos su ajuar y grandes rebaños de caballos, yeguas, vacas, ovejas y cabras.” [Crónica del Emperador Alfonso VII, intro. trad., notas e índices de M. Pérez González, León, 1997, p. 106.]



3) Siglo XII. Los desmanes cometidos por cruzados y peregrinos nórdicos en las ciudades de Lisboa y Silves se conocen –entre otras fuentes- por el cronista inglés Rogelio de Hoveden y por el relato de un testigo ocular de la toma de Lisboa, cuya obra se conoce como De expugnatione Lyxbonensi. El cronista relata lo que ocurrió con la población cristiana que vivía bajo poder islámico en Lisboa (los conocidos como mozárabes) tras la rendición de la ciudad el año 1147, “se produjeron actos de rapiñas y violaciones. Ni siquiera respetaron la vida de un obispo muy anciano, que, al parecer, presidía la comunidad mozárabe de Lisboa, el cual, como reconoce el propio autor de la Expugnatio, fue degollado contra todo derecho, divino y humano (Episcopum antiquissimum preciso jugulo contra jus et fas occidunt)".


Resulta estremecedor el espectáculo de los muertos insepultos por las viñas, las aldeas, las plaza y entre los escombros de las casas, pero es todavía más el de los supervivientes que, más semejantes a cadáveres que a personas vivas, pasaban arrastrándose por el suelo abrazando y besando la señal de la cruz, y proclamando la bondad de María Madre de Dios, de modo que en todos sus actos y palabras, incluso en los extremos de su agonía, mezclaban con su llanto el nombre de María, y la invocaban conmovedoramente en estos términos: Mariam Bonam, Bonam Mariam.” [J. Ferreiro, Arribadas de normandos y cruzados…, p. 164-5].


Años más tarde, en 1197, “El ejército del Emperador, que de Alemania y otras regiones había emprendido el camino por mar a Jerusalén, …, arrebató la ciudad de Silves de manos de los paganos, y los cruzados la destruyeron totalmente no dejando piedra sobre piedra. Temían, pues, que si se la entregaban al rey de Portugal, éste la volviera a perder como lo había hecho antes” [Arribadas de normandos y cruzados, p. 184].

Véase también una breve mención al brutal saqueo de Constantinopla por la coalición de venecianos y cruzados a inicios del siglo XIII (1204) en la entrada de este blog “Libros perdidos”.

En resumen, la violencia era (y es, pero hablamos de otros tiempos) algo consustancial a la vida de entonces, en el plano teórico y en el día a día, tanto en el mundo musulmán como en el cristiano, en contextos de batallas, masacres civiles, destrucciones, castigos ejemplares, etc. Es un fenómeno común a la época premoderna. En el magnífico libro de E. Manzano, Conquistadores, emires y califas. Los omeyas y la formación de al-Andalus, Barcelona, 2006, hay un capítulo en el que se hace patente “la extremada violencia con la que se ejerce el poder” [p. 421]. El suceso que relata se refiere al califa ´Abd ar-Rahman III (912-961) pero podría servir para cualquier de los grandes dirigentes político militares del periodo premoderno, cristianos o musulmanes.

[continuará]

Imágenes: 1- Mapa Al-Andalus en época de Taifas. Primera mitad s. XI; 2- Mapa de al-andalus. Época califal (s. X); 3-Musulmán y cristiano juegan al ajedrez; 4- Ejército musulmán (Maqamas de al-Hariri); 5- Cruzados en Jerusalén; 6- Toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon; 7- Coronación de Fernando VII; 8- Itinerario de las Cruzada; 9- Mozárabes.

2 comentarios:

Mar Romera dijo...

Brillantísima entrada. Mi sincera enhorabuena. Realmente me ha impresionado.

Saludos.

Anónimo dijo...

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