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lunes, 27 de junio de 2011

Una educación argelina, fragmentos de las memorias de Wassyla Tamzali




Acaba de publicarse en en castellano el libro autobiográfico de la pensadora feminista argelina Wassyla Tamzali con el título "Mi tierra argelina. Una mujer entre la revolución y la guerra civil", en Saga editorial. Mencionaremos, a continuación, en nuestra traducción, algunos pasajes de la obra de esta conocida y reconocida autora:



"Podría citar a más de una y de uno, pero ¿acaso importan sus nombres y sus apellidos? y ¿qué importa donde están hoy y lo que hacen, si fueron rubios o morenos, prolijos o silenciosos? Solamente quería decir que éramos unos personajes de carne y hueso, con sueños políticos, y que nos parecíamos como dos gotas de agua a nuestras utopías. Gracias a la pasión que vivimos valientemente esos años vuelvo hoy a mi país. Gracias a ella me queda un poco de esperanza. Por falta de esperanza los jóvenes sueñan con una vida mejor fuera de Argelia. ¿Qué tenemos que decirles nosotros los más mayores? ¿Cómo explicarles que la pasión que nos llevó durante tantos años a seguir soñando con lo imposible sigue viva? Si es que comprendo algo yo misma ¿Cómo comprender este deslumbramiento? Quizás debería decir, para permanecer fiel a la joven mujer de la foto con la piel tostada por el sol del desierto, que las luces de este deslumbramiento que me cegaron en 1962, se apagaron en una larga puesta de sol".



Cuenta Wassyla TAmzali que "Assia Djebbar, la francófona, la escritora, la cineasta de la película “Memoria Sepultada por las Mujeres”, encarnaba la soledad en la cual se refugiaba el pensamiento a finales de los años 1970, el fin de nuestras utopías. Se fue de nuevo a París. Después de París, más lejos todavía, lejos de las tierras argelinas. De ahora en adelante estará ausente para siempre, silenciosa detrás de sus libros y sus reconocimientos internacionales. Siempre presente para mí, como en aquella tarde durante los debates cuando, por fin, supe que era muy afín a ella, un sentimiento raro en el país de mis raíces".
"Escogió el exilio, como casi todos los que vivían en nº 27 de la Calle Ben-Mehidi, en Argel, y se apoderaban ingenuamente del cine como arma absoluta.
Yo también, un día, me fui. Tardé mucho en decidirme, pero acabé yéndome. Me quedaba aferrada a este país. Sin comprometerme realmente, ya que había elegido ser abogada, me sentí fascinada por la Argelia de Boumediène, una Argelia totalmente en construcción. Estaba como en una atalaya, al acecho, la mano en forma de visera, tratando de percibir al hombre nuevo que por todas partes, anunciaba: " ¡Alcanzaremos a Francia en una generación!". Estaba confiada, con la mirada fija en el horizonte, sin ver dónde ponía los pies. Y el horizonte, como todo horizonte, me evitaba. Lo que esperaba no llegaba. Para recargar las pilas, me ausentaba durante breves estancias. Y cada vez que volvía, era siempre al punto de partida, mareada de tantas idas y venidas: de Argel a Roma, de Roma a París, de París a Argel, intentando difundir por todas partes la buena noticia, el cuento en el que creía. Pero La revolución argelina se vivía mucho mejor fuera que dentro de Argelia."




"“¿Por qué no te quedas a vivir aquí?”. Cada vez iba más a menudo a Túnez, más exactamente a Sidi Bou Said, mi campo fortificado favorito, a algunas decenas de kilómetros de Túnez. Este pueblo, en la falda de una colina, había sido muy poco afectado por la colonización y la descolonización. Contact, primer periódico independiente del Magreb, en el que desarrollaba mis funciones como redactora jefe, se editaba en Túnez. Nuestras reuniones se organizaban en la oficina de Hamadi Essid, director de la Sociedad tunecina de producción y de distribución cinematográfica. Fue él quien tuvo la idea del periódico. Para sacarme del marasmo en el cual me hundía, me arrastró con él. Era el cómplice perfecto de estos períodos de espera. Su muerte dejó un vacío en mi vida que el tiempo jamás ha podido llenar. Sabía cómo me sentía de desamparada, partida en dos. Me acogía en su casa durante breves estancias con unos largos tête à tête, donde los placeres de la amistad, las palabras, la política y la poesía, encontraban sentido: "no puedes imaginar lo que pierdes no leyendo ni comprendiendo el árabe. La lengua árabe es tan bella, la poesía tan profunda. Y ¡El Corán tan intraducible!”. Sólo él, a la vez que me daba la verdadera medida de lo que perdía me dejaba entrever la riqueza de una cultura y lengua árabe viva. Sólo él, porque cada vez que me encontraba con uno de los ensalzadores de esta lengua, me regocijaba por haber escapado a la trampa mortífera que recubría sus pensamientos".

Entrada escrita por Naima Benaicha, profesora del Área de Estudios Árabes e Islámicos

lunes, 20 de junio de 2011

Leila Ahmed, investigadora y feminista egipcioamericana



Leila Ahmed – nacida en 1940 y ahora profesora de estudios sobre la mujer en la Universidad de Massachusetts, Amherst – comparte la experiencia de varias mujeres egipcias nacidas a mitad de siglo, en familias de clase media alta y de la aristocracia, y que de esta manera fueron capaces de escribir con mayúsculas en los entonces recientes logros de la lucha feminista, la cual reconocía su derecho a una educación.
Una vez se estableció ese derecho, fue algo natural que las familias que podían permitírselo, eligieran lo que consideraban mejor para sus hijas. “Se dio por sentado entre la gente que nos educó que, incuestionablemente, había mucho que admirar y aprender de las civilizaciones de Europa y de los grandes progresos que Europa había hecho por el avance humano.” Como todas las hijas de esa élite, Leila Ahmed fue a una escuela extranjera, tuvo una niñera extranjera, hablaba lenguas extranjeras en casa y, por aquel entonces, no se sentía particularmente egipcia, árabe o alienada de sus compañeros de clase europeos.



La suya fue la primera generación de jóvenes mujeres egipcias que se planteó realizar estudios de graduado en el extranjero como una clara posibilidad. Con sus compañeras extranjeras, había examinado las posibilidades, hecho planes y elegido la universidad más adecuada. “No quería ir a la Universidad del Cairo o a la Universidad Americana del Cairo. Sabía por amigos de la Universidad del Cairo que ahí había un enfoque memorístico, que se esperaba de uno que pusiera lo que el profesor había dicho literalmente y no lo que uno pensaba por sí mismo, y para mí eso sonaba mortal. La Universidad Americana tenía una reputación algo mejor, pero por alguna razón tampoco quería ir allí. Quería ir a Inglaterra y a Cambridge.” Que la revolución de Nasser pudiera arrebatarle arbitrariamente un privilegio que ella consideraba un derecho de nacimiento la desconcertaba y casi la destruyó.



En sus memorias “A Border Passage: From Cairo to America. A Woman’s Journey”, que se centran en la identidad a través de (dos) culturas, Leila Ahmed vuelve la vista hacia una infancia inmersa en un Islam de mujeres: las largas horas en la sala de estar de su abuela, donde los hombres no entraban y los niños escuchaban conversaciones privadas. Muchas mujeres tenían una pobre opinión sobre los hombres de religión, dice, y los hombres no se consideraban intermediarios necesarios en el ámbito de lo espiritual.
La madre de Leila Ahmed citaba un verso como resumen de todo lo que significaba el Islam: “La persona que mata un ser humano mata a toda la humanidad, y la persona que da vida a un ser da vida a toda la humanidad”. Su madre fue tan lejos como para prohibir a sus hijos que sirvieran como combatientes en cualquiera de las guerras que estaban destrozando Oriente Medio. No podría vivir, decía, sabiendo que había dado a luz a un hombre responsable de la muerte del hijo de otra madre.

L. Ahmed echa la vista atrás con cariño a los días en la sala de estar de su abuela, un espacio para mujeres que nunca ha sido capaz de recrear en América. Y recuerda tardes en el tejado, especialmente esa noche del año en que el cielo y la tierra se abrían, y una anciana y una niña miraban las estrellas.

Sólo cuando empezó a impartir estudios sobre la mujer en la Universidad de Massachusetts, se enfrentó a las imágenes del Islam que imperaban en Occidente. Sus compañeros no musulmanes parecían tener un único tema en sus mentes: la circuncisión femenina. Y L. Ahmed se encontró a sí misma explicando continuamente que se trataba de una costumbre que era anterior al Islam, un punto que repitió en su primer libro “Mujeres y Género en el Islam”. “Tenía que abordar la cuestión de los prejuicios sobre el Islam de la misma manera que el sexismo dentro del Islam”, dice. “Me quedé atónita de verdad al ver lo inconscientes que eran las feministas Americanas de lo que el Islam era y de cualquier conexión entre Islam, Cristianismo y Judaísmo. Era como si se tratara de una religión de un grupo de salvajes”.



Esta investigadora ha centrado su trabajo principalmente en temas de género y en el Islam. Concretamente, ha examinado los roles de las mujeres en el mundo musulmán y ha luchado contra los estereotipos existentes, tanto dentro del Islam como en el mundo no islámico. El trabajo de Ahmed ha sido de una inmensa importancia en el estudio de las concepciones que el Islam tiene con respecto a las mujeres. Ella se quedó atónita cuando, al llegar a la Universidad de los Estados Unidos, se encontró con que muchas feministas cultas tenían muy poca idea sobre la vida de las mujeres musulmanas. Profesar una percepción exacta de la religión y su relación con las mujeres se convirtió en algo especialmente importante para ella, retando a la ignorancia que hay sobre el Islam en el mundo occidental, sobre todo en Estados Unidos. Ahmed vio que los occidentales no islámicos, concretamente en los Estados Unidos, ponían un énfasis tan grande en la poligamia, el velo y la circuncisión femenina que, fuera de estos temas, no conocían mucho más del Islam. Esta problemática visión del Islam es lo que L. Ahmed se ha propuesto cambiar.



En 1992, las experiencias personales y académicas de Leila Ahmed culminaron con la publicación de “Women and Gender in Islam”, un trabajo de investigación exhaustivo e innovador sobre la historia de las cuestiones de género en el mundo árabe, y sus implicaciones para las feministas árabes modernas. Ahmed combina una meticulosa revisión de la historia de los musulmanes junto con una inteligente interpretación de asuntos actuales sobre el post-colonialismo y el nacionalismo árabe, para presentar un debate equilibrado del rol del género en el Islam. Analiza el trato a las mujeres en el mundo árabe desde los inicios del Islam en el siglo VII a.C. hasta el Oriente Medio de la actualidad. También continúa la lucha contra las concepciones misóginas del Islam organizado y contra los estereotipos occidentales sobre el carácter primitivo de la cultura/tradición musulmana. Critica la visión extremadamente simplista que tiene occidente, arguyendo que “las prácticas características del Islam en relación a las mujeres siempre han formado parte del prototipo de alteridad e inferioridad del Islam en la narrativa occidental”. Asimismo, también desconfía del Islam “oficial”, haciendo mención a la justificación histórica que mantiene para prácticas como la poligamia, pero al mismo tiempo juzga las prácticas como perjudiciales para el propio valor de la mujer.

Entrada elaborada por María Candela, estudiante de último curso de Filología Árabe.

Foruq Farrojzad, poetisa iraní




Nació 5 de enero de 1935, en un Teherán que bajo el poder de Reza šāh se estaba modernizando, aunque sólo superficialmente. En su breve vida publicó 5 libros y también hizo varias películas que obtuvieron premios importantes en Europa. A los catorce años publicó su primer poema, el Pecado que se considera el poema más escandaloso de la literatura persa en el que describe “su pecado entre unos brazos ardientes”.

En los tres primeros libros, la Cautiva, el Muro, y la Rebelión, publicados entre 1952 y 1957, encontramos a una mujer sentimental, rebelde y sola que se niega a aceptar las tradiciones que aplastan la personalidad de una mujer y reprimen su libertad como ser humano, encerrándola entre cuatro paredes.




En esta etapa los poemas de Foruq muestran a una mujer que revela sus deseos y sus sentimientos, rompiendo moldes y convirtiéndose en la primera intelectual que se atreve a hablar en voz alta de lo que realmente piensa y siente como mujer.
En sus dos últimas obras, Volver a Nacer y Tengamos fe en el principio de la estación fría, publicadas en 1959 y 1966, nos representa a una mujer que ha evolucionado, abriendo sus ventanas hacia un mundo más amplio que el entorno que le rodea. En una entrevista dice:”al principio cuando escribía poemas sentía que añadía algo a mi misma, pero ahora cuando escribo siento como si arrancara una parte de mi existencia, por eso ahora la poesía para mi es tan importante como la respiración misma”.




El 14 de febrero de 1967 Foruq, después de visitar a su madre, se estrelló contra un muro. Murió de las lesiones en la cabeza en la cima de su creatividad a la edad de 32 años. La enterraron en un cementerio de Teherán. Un año antes de su muerte la Unesco preparó una película sobre su vida y en 1965, Bernardo Bertolucci realizó también un cortometraje acerca de la lucha de esta gran poetisa iraní.




Un ejemplo de su poesía:

La muñeca de cuerda
عروسک کوکی

Más que esto, ¡Oh, sí!
más que eso se puede quedar callada
en los poderosos brazos de un hombre
puede ser una hembra bella y sana
con un cuerpo como un suave mantel de cuero
con dos pechos grandes y turgentes
en la cama de un borracho, un loco o un vagabundo
se puede manchar la pureza de un amor
se puede estar arrodillado toda una vida
con la cabeza agachada a los pies del sarcófago frío de un santo
se puede ver a Dios en una tumba anónima
se puede encontrar la fe con una moneda insignificante
puede descomponerse en el recinto de una mezquita
como un viejo lector de oraciones
se puede mezclar con las imágenes más inútiles
una puede ser igual que una muñeca de cuerda
viendo su propio mundo con dos ojos de cristal
una puede permanecer dormida en una caja forrada
con un cuerpo lleno de paja
durante años entre encajes y oropel
en respuesta a cada apretón obsceno de una mano
una puede exclamar sin razón
”¡Oh, estoy tan feliz!”



بیش از این ها: آه آری
بیش از این ها می توان خاموش ماند
می توان در بازوان چیره ی یک مرد
ماده ای زیبا و سالم بود
با تنی چون سفره ی چرمین
با دو پستان درشت سخت
می توان در بستر یک مست یک دیوانه یک ولگرد
عصمت یک عشق را آلود
می توان یک عمر زانو زد
با سری افکنده در پای ضریحی سرد
می توان در گور مجهولی خدا را دید
می توان با سکه ای ناچیز ایمان یافت
می توان در حجره های مسجدی پوسید
چون زیارتنامه خوانی پیر
می توان با نقش های پوچ تر آمیخت
می توان همچون عروسکهای کوکی بود
با دو چشم شیشه ای دنیای خود را دید
می توان در جعبه ای ماهوت
با تنی انباشته از کاه
سال ها در لابلای تور و پولک خفت
می توان با هر فشار هرزه ی دستی
بی سبب فریاد کرد و گفت
"آه من بسیار خوشبختم


Entrada elaborada por Hayla Mantegui, estudiante de tercer ciclo del Área de Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Alicante

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