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viernes, 25 de abril de 2008

Genghis Khan según Marco Polo


“Entonces ocurrió que en el año 1187 de la encarnación de Cristo los tártaros hicieron un nuevo señor y rey de su lugar, que tenía de nombre Cinghis Can en su lengua*. Era un hombre de gran valor, de gran sentido y grandes proezas; y yo os digo que, cuando fue elegido rey, gobernó con tanto moderación y justicia, que fue amado y reverenciado por todos, no como señor, sino casi como un dios; por lo que, difundiéndose su buen nombre por muchos países, todos los tártaros del mundo diseminados por esas comarcas extranjeras se fueron hacia él y le tuvieron por su señor.

Y este Cinghis Can mantuvo el señorío hermoso y franco. Y ¿qué más puedo deciros? En poco tiempo acudió tan gran multitud de tártaros que era maravilla. Y cuando Cinghis Can vio que tenía una multitud tan grande de gentes, deseó en su gran corazón salir de aquellos desiertos y lugares salvajes, y se puso en marcha con su pueblo, armado de arcos y otras armas, porque eran poderosos y hábiles con el arco, al que se acostumbran siendo pastores.
Fueron conquistando todas estas regiones, y yo os digo que el renombre de su justicia y bondad era tal, que por todas partes por donde iban acudían a someterse a él; muy dichoso se sentía quien conseguía obtener su favor. Así, en poco tiempo conquistó ocho provincias, cosa que razonablemente pudo ocurrir, porque en aquel tiempo los países y provincias de estas regiones estaban, bien gobernadas en comunidad, bien cada una por su propio rey o señor, y como no había ninguna unidad entre ellos, no podían resistir por separado a un ejército tan fuerte. Cuando ganaba y cogía los reinos, ciudades y aldeas por la fuerza, no hacía matar ni despojar a nadie haciéndoles daño alguno, y no cogía nada de sus bienes. Una vez organizados de nuevo los países con señores y guardianes de su propio pueblo y con aquéllos de los que se fiaba, cogía a todos los jefes y los jóvenes valientes y se los llevaba a conquistar otras gentes. Y así conquistó esa gran multitud de gentes de que os he hablado. Y una vez conquistadas, estas gentes, cuando ven el buen gobierno y la gran bondad de aquel señor, iban a él gustosamente y permanecían fieles. Y cuando Cinghis Can hubo reunido tan gran multitud de gentes que cubrían el mundo entero, se dijo que quería conquistar gran parte del mundo. "


*En realidad Genhis Khan se convirtió en soberano en 1197 y en emperador en 1205.
Imágenes: 1-arquero mongol: "los tártaros y casi todos los demás pueblos llevan el estribo alto a causa del tiro con arco, porque cuando disparan se yerguen sobre sus caballos.", p. 261, 2-Mongoles guerreando, 3-Genghis Khan conquista una ciudad china (s. XIII).
Marco Polo, Libro de las Maravillas, ediciones generales Anaya, Madrid, 1983, pp. 125-126.

martes, 22 de abril de 2008

El islam y el placer sexual



En el Cristianismo, el ideal de perfección moral y religiosa estaba representado, desde hacía siglos, por el estado de ascetismo monástico, norma ideal, a la vez, de las relaciones del individuo con el mundo, cultura, lujo, comodidades, etcétera. El ideal ético va acompañado de una renuncia al placer sensual, en la que las relaciones sexuales humanas toman un lugar preeminente. Aunque éstas son excusables dentro de los límites del matrimonio únicamente por la necesidad de procreación humana, la perfección ideal radica en la abstención total, incluso para aquellos cristianos unidos en matrimonio (…).
Las diferencias que separan la ética musulmana de la cristiana son fundamentales e irreconciliables. Como el Cristianismo, también el Islam acepta la historicidad literal de la narración bíblica del pecado de Adán y Eva en el Paraíso del que se hace referencia frecuente en el Corán. Pero, al no creer en la terrible perversión de la naturaleza humana que según la doctrina cristiana es consecuencia de ese llamado ‘pecado original’, el Islam sigue unas rutas éticas muy distintas de las cristianas. El Cristianismo parte de una oposición irreconciliable a la naturaleza humana corrompida. En todo ser humana, pagano o cristiano, el cuerpo es lastre y el alma capaz de un ascenso espiritual sólo cuando contraría las inclinaciones corporales. No así el Islam, que ve en el compuesto humano –cuerpo y alma-, tal como es, resultado de la voluntad divina. El hombre es tal como Dios lo quiso y, por ende, su psicología es sana y sus pasiones e inclinaciones son naturales y aceptables. La ética musulmana sigue así un camino de reconciliación. Todo exceso es malo, pero no lo es el uso de los bienes naturales ni la satisfacción que el cuerpo pueda derivar de su goce (…)
Por las razones teológicas y morales que ya hemos indicado, la actitud musulmana ante la atracción del sexo, la pasión erótica y el placer sexual es, fundamentalmente, distinta de la adoptada, también por razones teológicas que se derivan del pecado original, por el Cristianismo. (…) Excusado es decir que el Islam ve en la unión de los sexos el medio institutido por Dios para la preservación y multiplicación de los seres, animales y humanos … Sin embargo, al hablar del matrimonio como institución la atención se centra, con frecuencia más en la unión de los sexos que en sus consecuencias futuras. La palabra que normalmente se usa, nikâh, se refiere más directamente al aspecto sexual que al legal de la institución y está más cerca así de la idea de ‘conjugium’ que la de ‘matrimonium’. En oposición total con la tendencia, tan vieja en el Cristianismo, de no prestar atención a los aspectos erótico-sexuales en el matrimonio, el Islam enfoca su atención directamente sobre ellos, aceptándolos también como divina ordenación.
(…)El Islam no encuentra objeción de principio, doctrinal o moral, contra el goce del placer derivado de la pasión erótica y del acto sexual.
Es siempre con un tanto de sorpresa cómo los estudiantes escuchan las doctrinas sobre el tema de un autor tan famoso como al-Ghazzali (1058-1111), el Algacel de los latinos, y tan poco sospechoso de esas tendencias al erotismo de que acusamos a otros escritores más profanos. En su opus magnum, Ihyâ ‘ulûm al-dîn (Vivificación de las ciencias religiosas), escrito durante los últimos años de su vida para aclarar puntos de teología y ética religiosa desde el punto de vista de un misticismo moderado, al-Ghazzali dedica un capítulo entero al nikâh, a sus inconvenientes y ventajas para la vida espiritual. Es evidente que al-Ghazzali favorece la actividad sexual y la cree beneficiosa para la vida religiosa y mística. De los cinco argumentos que dedica a la discusión, dos son de tipo físico y psicológico.”
(Vicente Cantarino, Entre monjes y musulmanes. El conflicto que fue España, Madrid, Alhambra, 1978, pp. 77-82)

lunes, 21 de abril de 2008

Yuha, su burro y los ladrones

“Compró Yehá un burro en el mercado y echó a andar para su casa llevándolo del diestro. Dos ladrones que le seguían convinieron hacerle una mala jugada; se adelantó uno de ellos, quitó la cabezada al burro, se la colocó él y siguió marchando tras el chej. El otro ladrón se llevó el burro.
Cuando Yehá llegó a su casa, volvió la cabeza y quedó atónito al ver un hombre en el lugar del burro.

- ¿Quién eres tú?

El ladrón empezó a llorar y restregándose los ojos, respondió:

- Señor, soy un hombre ignorante que con mi conducta enfadé a mi madre. Ella pidió a Dios que me convirtiera en un burro, su petición fue atendida y he venido soportando fatigas y golpes hasta que me habéis comprado en el zoco. Con vuestra santidad y benevolencia he vuelto a ser hombre.

Y, arrodillándose ante el chej, le besó la chilaba haciendo protestas de agradecimiento.
Yehá, que había creído cuanto le había dicho, exclamó:

- ¡No hay fuerza y potencia fuera de Dios!

Y lo puso en libertad después de aconsejarle que obedeciera a su madre en todo.
Pocos días después volvió al mercado a comprar otro burro y vio allí en venta el que le había sido robado. Se acercó a él y en voz baja le dijo:

- Me parece que no has hecho caso de mis consejos y has dado lugar a que se enfade de nuevo tu madre. ¡Ingrato! Pero te juro que no he de ser yo el que te vuelva a comprar…

Cuentos de Yehá, recogidos, ordenados y publicados por T. García Figueras, Sevilla, 1989, pp. 81-82.

Descripción de los mongoles por Marco polo

“Sus armas son arcos y flechas, espadas y mazas herradas, y algunas lanzas y hachas, pero se sirven del arco más que de cualquier otra cosa, porque son extremadamente buenos arqueros, los mejores del mundo, y dependen mucho de sus flechas desde la infancia. Sobre su cuerpo llevan una armadura de cuero de búfalo o de otro animal muy gruesa, y es cuero cocido muy duro y resistente. Son buenos hombres de armas y muy valerosos, y hacen poco caso de su vida, que exponen a cualquier riesgo sin ningún miramiento, y son muy crueles. Y voy a deciros por qué son capaces de hacer más que los demás hombres. Cuando el ejército parte para la guerra o para cualquier otra necesidad, con más gusto y valor que el resto del mundo se someten a esos trabajos y muchas veces, si es necesario, el hombre caminará o permanecerá un mes sin más alimento que la leche de una burra y la carne de los animales que mate con su arco. Y su caballo pastaré de cualquier hierba que encuentre a la orilla de los caminos al viajar; por eso no tiene ninguna necesidad de llevar consigo avena, heno o paja. Son muy obedientes a su señor; y os digo que, si es preciso, permanecen dos días y dos noches a caballo sin bajarse; el hombre se queda toda la noche sobre el caballo, con sus armas, y duerme sobre el caballo, y el caballo irá mientras tanto paciendo la hierba que encuentre. Son la gente del mundo que más duramente sufre y soporta fatigas , hace el menor gasto y se contenta con poquísimo alimento, he ahí por qué son mejores que otros para conquistar ciudades, tierras y reinos. Eso es lo que hemos visto, y vosotros habéis oído y vais a oír en este libro cómo esos antiguos siervos son ahora señores del mundo.”




Marco Polo. Libro de las maravillas, ediciones generales Anaya, Madrid, 1983, pp. 135-136.

Marco Polo (1254-1324). El gran viajero occidental por antonomasia. Mercader veneciano que llegó hasta China en tiempo de los mongoles.

domingo, 20 de abril de 2008

Enfermos y médicos en el mundo islámico clásico 1


" Dios desde el principio de los días ha marcado el destino de cada uno de los seres mortales. Aunque puede entenderse esto como determinismo divino ( y así fue por partes de corrientes religiosas luego consideradas heterodoxas), este designio presenta amplios huecos por los cuales la voluntad y la religiosidad humana se introducen cual cuñas para cambiar su propio destino final individual.
Con esta consideración, es lógica la concepción que podemos hallar en multitud de obras, médicas o no, sobre la enfermedad como un estado consecuencia de la voluntad divina. Ante ello, el margen de actuación del médico siempre fue en apariencia escaso: su tratamiento será un éxito o no según el designio divino: "el médico trata, Dios cura" es un adagio asumido por todos, médicos y enfermos. Desde fuera podemos considerar injusta esta perspectiva religiosa para con el médico: como es sabido, a lo largo de los seis siglos de gobierno directo del islam en al-Andalus la preparación de los médicos y el avance de la ciencia médica fue creciente con los años y de ello se beneficiaron indudablemente sus pacientes.
En el islam, cristianismo o judaísmo la enfermedad, como una realidad más de la vida, es contemplada desde una perspectiva religiosa. La regulación jurídico-religiosa de los estados posibles del enfermo nos dará las pautas para comprender las múltiples facetas del enfermar en al-Andalus"


LA MÉDICINA EN AL-ANDALUS, Francisco Franco Sanchez (La asistencia al enfermo en al-Andalus. Los hospitales hispanomusulmanes.) Imágenes 2: cauterización dolor de muelas. 3. cirujía oral.

Chicas de Riyad. Una novela feminista y saudí



Este libro publicado por Rajaa Alsanea y titulado " Chicas de Riad" es un libro muy realista y a la vez muy conmovedor porque de una forma natural nos acerca a la realidad de mujeres que viven en países donde todavía en estos momentos existen represiones, represiones que para muchas mujeres no tienen sentido, porque no somos capaces de comprender cómo se puede llegar a ese extremo tan exagerado de silenciar los propios sentimientos internos. Este intento de silenciar es lo que quiere dejar salir a la luz la escritora a través de la narración de una historia de diferentes chicas (Sadim, Karma, Michelle y Lamis) pero que a la vez es una sola porque refleja toda clase de sentimientos que todo el mundo sin diferenciación de raza, color o cultura siente en un determinado momento de su vida. Esta matización es lo que quiere remarcar la autora y hacer de ella, una gran crítica a ese silencio incomprendido. Por este motivo el libro ha tenido tanta repercusión, porque pone en tela de juicio muchos de los valores de una cultura con costumbres demasiado rígidas.
Chicas de Riad es un libro muy atrayente,tanto por la forma como por el contenido, la forma de la narración es muy original, ya que el principio de cada capítulo tiene forma de e-mail en el que la autora se dirige a sus lectores, es como una especie de diario público, donde la protagonista cuenta los acontecimientos y vivencias que le han ido sucediendo tanto a ella como a sus amigas.
E-mail tras e-mail nos vamos adentrando en la historia de cada una de ellas, y al mismo tiempo en el pensamiento de la sociedad saudí que han ido haciendo comentarios de los e-mails de la protagonista.

miércoles, 16 de abril de 2008

Historia de los pueblos árabes


Albert Habib Hourani (1915 1993), de padres libaneses, nació en Manchester y estudió en Oxford.

Con la obra que ahora nos ocupa, este autor ha pretendido explicar toda la historia de la formación de los pueblos árabes, mostrándonos asimismo la evolución del Islam a lo largo de toda la tradición. Todo ello lo realiza de una forma minuciosa, explicando todo con gran lujo de detalles. Nos habla de un sinfín de temas, desde las leyes, la vida en sociedad, la religión, el pensamiento, el gobierno, hasta los estados y las dinastías. Constituye por tanto, este libro, un manual indispensable para lograr desenmarañar los entresijos de toda la historia del pueblo árabe y con ello llegar a adquirir los conocimientos necesarios para entender una de las culturas más extraordinarias que hoy en día existen y de este modo, poder observar cómo ha ido evolucionando hasta llegar a la gran expansión que constituye en nuestro tiempo.

En cuanto a la distribución de los capítulos dentro del libro, se aprecian cinco grandes unidades, cada una de las cuales abarca una época. En la primera se explica lo ocurrido desde el siglo VII hasta el siglo X. A lo largo de los capítulos que integra esta unidad, se narra cómo comenzó a instituirse el Islam, y nos habla de las etnias, de lo lingüístico y de lo religioso.










La segunda unidad o bloque abarca la época que comprende los siglos XI y XV. En esta época el Islam se estanca territorialmente e incluso retrocede (como en la Península Ibérica); desaparecen los califatos, sustituidos por unidades políticas menores (sultanatos, emiratos); algunas lenguas no árabes, como el persa y el bereber, recobran protagonismo. Y las disensiones internas de carácter religioso son más visibles con el renacer del chiísmo como variante local más acentuada. Así acaba esta segunda etapa, más islámica que árabe, en la que todavía no se percibe ningún contraste negativo con las sociedades cristianas.

En el siguiente bloque se nos habla de la época otomana (siglos XV-XVIII). Los turcos sustituyen a los árabes como pueblo dirigente, quedando los árabes sometidos políticamente hasta el siglo XX; el turco se convierte en lengua administrativa incluso en las posesiones periféricas (Egipto, Argel), aunque por motivos religiosos el árabe sigue teniendo vigencia oficial e influye léxicamente en la lengua de los otomanos. A pesar de esto,
en el siglo XVIII se perciben los síntomas de desarticulación en el espacio otomano: problemas internos (dificultades de control directo de las provincias periféricas, ineficacia del sistema fiscal...) y externos (inferioridad militar frente a los imperios europeos, retraso científico y tecnológico…) obligarán a la elite funcionarial a plantearse reformas que en ningún caso resultan eficaces.

Ya en la siguiente unidad llegamos a la época contemporánea, que el autor divide en dos fases: una primera (1800-1939) titulada ''Época de los imperios europeos'' y una segunda (1939-...), la ''Época de los Estados Nación''. La primera es una manifestación particular del colonialismo europeo, que tiene a su vez dos dimensiones: el dominio directo de territorios musulmanes (Argelia, Egipto, Marruecos) por parte de potencias europeas, y la influencia cultural en el más amplio sentido, así como los privilegios de tipo económico para los intereses comerciales de aquéllas.

A partir de 1939, pero más exactamente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, los países islámicos recobran su independencia y se enfrentan a distintos modelos a seguir: el primero, ya puesto en práctica en Turquía tras la Primera Guerra Mundial, sería el de asumir plenamente los valores occidentales, eliminando la identidad político-religiosa del Estado. Este modelo sólo tendría un claro seguidor en El Líbano, y su posterior inestabilidad le condenaría al fracaso.
Occidentalización de las modas y costumbres en Turquía. Kemal Ataturk en el centro de la imagen.

Otro modelo buscará en el pasado las raíces de la regeneración procurando reinterpretar los principios islámicos para adecuarlos a las realidades presentes, pero volviendo a poner énfasis en el factor religioso y no en los restantes. Hourani concluye la obra explicando el nacionalismo y el integrismo árabes, y la fragilidad de los regímenes.

A todo esto cabe añadir la magnífica idea del autor de anexar en las páginas finales de la obra una compilación de mapas que son de mucha ayuda a la hora de intentar entender bien la expansión y el avance de los pueblos árabes a lo largo de la historia. Del mismo modo, son de agradecer las numerosas tablas que también añade con las que aclara muchos temas como la familia del profeta o las diversas dinastías que se han ido sucediendo a lo largo de la historia.

En conclusión, cabe resaltar que este es un libro que merece ser recomendado, ya que su autor ha logrado clarificar y desplegar todo el transcurso histórico de los pueblos árabes. Asimismo nos encontramos en esta obra con un caudal informativo de gran valor, sobre todo si tenemos en cuenta la ambición del marco cronológico (desde el siglo VII al XX) que exigiría una amplitud expositiva de varios volúmenes para poder ser algo más que un elemento de divulgación somera. De ahí el mérito del autor al sintetizar con criterios selectivos muy apropiados un material tan propenso al desbordamiento.

Albert Hourani, Historia de los pueblos árabes, Barcelona, Ariel, 1992, 423 págs.

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