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domingo, 22 de agosto de 2010

El Mozárabe (reseña)

El libro sobre el que versa la reseña  que a continuación os ofrecemos se titula “El Mozárabe”, de Jesús Sánchez Adalid.
Nacido en el año 1962, este autor originario de la provincia de Badajoz es, además de escritor, sacerdote (en activo), filósofo y juez.
En cuanto a su trayectoria académica, cabe destacar que se licenció en Derecho por la Universidad de Extremadura y, tras varios años ejerciendo como juez, decidió estudiar Filosofía y Teología, así como Derecho Canónico, lo cual explica que a día de hoy ejerza como párroco en el extremeño pueblo de Alange. Actualmente, este pacense compagina su labor como sacerdote con la de escritor.

Entre sus obras más conocidas, encontramos “El Alma de la Ciudad”, libro por el cual obtuvo en 2007 el Premio Fernando Lara de Novela. También es autor de “El Cautivo” y “El Mozárabe” (novela que hoy nos atañe); en ambas obras Jesús Sánchez Adalid ha demostrado ser un gran experto en Literatura Medieval, y también se manifiesta el profundo estudio de investigación previo que realiza antes de comenzar sus libros, demostrando un gran rigor histórico de los acontecimientos. Otros de sus títulos destacables pueden ser “La Luz de Oriente”, “Félix de Lusitania” y “La Tierra sin Mal”. Y finalmente, podemos mencionar también la última de sus novelas, “Los Milagros del vino” (2010), un relato que se adentra en los antiguos mitos y rituales grecorromanos, a través de un personaje que en su recorrido da a conocer al lector los misterios del vino, algo de lo que Sánchez Adalid se sirve para hablar de la vida y de la fe y rendir un homenaje a siglos de sabiduría.

El Mozárabe es una novela histórica ambientada en el siglo X, en la Córdoba del Califato Omeya, época clave dentro de al-Ándalus y, sobretodo, la de mayor grandiosidad para esta ciudad, dado que fue elegida como capital del Califato. Este hecho permite al autor recrear sus escenas en emplazamientos tan extraordinarios de aquella época, como pueden ser los jardines de Medina Azahara, logrando transportar al lector, mediantes sus detalladas descripciones de lugares como éste, a una de las épocas, sin duda alguna, de mayor esplendor en el mundo árabe.
La novela está constituida por dos relatos paralelos en los que se narra, por un lado, la historia de un obispo cordobés llamado Asbag aben-Nabil, un personaje clave dentro de la obra. Se trata de un hombre bastante sabio que desempeñó un papel fundamental dentro de los conflictos, tanto políticos, como sociales y religiosos de la época; y que llegó a ser confidente y consejero del Califa Alhaquen (al-Hakam). Y por otro lado, nos encontramos con un personaje bastante peculiar, conocido como Mohámed Abuámir, quien más tarde se convertiría en Almanzor. Tanto Asbag como Abuámir son exponentes álgidos de la refinada y singular cultura de este tiempo, lo que dota de mucho más realismo, si cabe, a esta obra, cuyo hilo argumental se va desarrollando a partir de sus historias.
Dentro de esta compleja proyección en la que podemos ver cómo se organizaba la sociedad de la época, desde lo público hasta lo privado, desde las callejuelas de la Córdoba andalusí, hasta los rincones de palacio; podemos observar como los hechos se van sucediendo, de tal manera, que en ocasiones se produce en el lector la sensación de estar, no leyendo una novela histórica, sino viendo una película. Este efecto viene dado por la forma en la que las historias de estos dos personajes se van confrontando y entrelazando, llegando incluso a intercalarse sus vidas debido a la cercanía que ambos tuvieron con el príncipe Alhaquén. Se constituye así una especie de crónica histórica de la época a la vez que una novela de aventuras. Novela ,en la que se relatan con bastante minuciosidad todos los hechos ocurridos en aquel entonces, detallando ya no sólo los sucesos y lugares en los que acontecían, especificando del mismo modo incluso las fechas y causas; sino también el perfil de los protagonistas, y las reflexiones internas de cada uno, a la par que la exposición de sus emociones.

Por todo ello, cabe señalar que la novela consigue ya desde un primer momento captar la atención del lector, manteniéndola hasta el final de la extensa obra, en la que se relatan los acontecimientos más relevantes sucedidos en el compendio de los años (954-997) dentro de la Córdoba de los Omeyas.

Con esta novela, Jesús Sánchez Adalid nos muestra su propia forma de interpretar  esta época llena de altibajos y contradicciones, abriéndonos asimismo, una ventana hacia el día a día de esta ciudad, sus costumbres, e incluso hábitos culinarios de sus habitantes: “La sala del festín se había preparado en un amplio granero de adobe cuyo pavimento de roca se había cubierto con coloridos tapices. La disposición del banquete era espectacular; los nobles se habían sentado en cojines con la espalda pegada a las paredes, en torno a un enorme promontorio hecho de frutas y hortalizas, sobre el que se asentaban varios cabritos recién asados que humeaban despidiendo aromas de carne sazonada con hierbas de la zona. Fue una cena copiosa. A los postres llegaron abundantes dulces enmelados e interminables jarras de vino delicioso y legendario que se cosechaba en aquellos montes” (pág. 108). De la misma manera, advertimos el gran ejercicio de investigación que ha realizado el autor, al observar sus descripciones de lugares tal y como si los hubiese visto con sus propios ojos, mostrando vastos conocimientos sobre la distribución de las calles y emplazamientos en la ciudad de Córdoba en aquella época: “La dar al-Sikka o Ceca, como todos la conocían, estaba instalada en un viejo caserón próximo a la gran mezquita y sus traseras daban directamente al barrio de los judíos ricos, donde se encontraban los más prósperos establecimientos bancarios de Córdoba…” (pág.363).

También es necesario comentar que, a pesar de que Sánchez Adalid es un sacerdote cristiano, como anteriormente se ha indicado en la biografía del autor, a lo largo de la obra no se percibe ninguna preferencia o inclinación hacia ninguna de las dos religiones que aparecen representadas en la novela. De tal manera, podemos observar como el autor hace descripciones tanto de musulmanes como de cristianos y, en ambos casos, se reflejan tanto las virtudes como los defectos que cada religión mostraba en aquella época: “Nuestras comunidades han aprendido a vivir en paz; eso es todo. Es la única manera de poder continuar con nuestras tradiciones religiosas y mantener la herencia de Jesucristo en los dominios musulmanes. El califa sigue en esto una máxima del Corán. Nos respetan porque somos los que ellos llaman 'gente del libro' consideran que adoramos al mismo Dios” (pág. 102).

Por último, solo resta decir que la novela, además de poseer un gran valor como fuente histórica, por los acontecimientos que se relatan en ella; es a la par una gran referencia para poder constatar cómo era la vida en aquella época, proeza que merece el agradecimiento a este autor por haber conseguido magistralmente, con una acertada perspectiva histórica, conseguir adentrarnos en este ámbito tan especial de aquella Córdoba andalusí cuyo esplendor alcanzaba los lindes orientales.
Por todo ello, considero a ésta, una novela bastante recomendable para todo aquél que tenga interés por descubrir los entresijos de una época que, sin duda alguna, ha marcado la historia.

SÁNCHEZ ADALID, Jesús, El Mozárabe,  Ed. Byblos, Barcelona, 2004, 766 págs.

FOTOS:

1) Jesús Sánchez Adalid.
2) Jesús Sánchez Adalid recibiendo el Premio Lara 2007.
3) Portada del Mozárabe.
4) Almanzor.
5) Madjlis en la corte de Alhaquén.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Sobre los últimos moriscos ,en la Biblioteca Nacional de Madrid

Estimados lectores, hoy y después de mi corta cita con la ciudad de Madrid, me gustaría hablarles y animarles a visitar la exposición inaugurada el 18 de junio y que durara hasta el 26 de septiembre de este mismo año, organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y la Biblioteca Nacional, titulada
“Memoria de los moriscos. Escritos y relatos de una diáspora cultural”
y recoge los principales documentos que se conservan en escritura aljamiada. Son textos que datan desde finales del siglo XV al XVII escritos en castellano con caracteres árabes, unos escritos que durante años se considero incomprensible, nadie se le ocurría que es lengua castellana pero escrita con caracteres árabes. [ Según los expertos: la forma en que están escritos generó inicialmente todo tipo de dudas, tras una primera fase en la que se creyó que era un raro lenguaje africano, más tarde se descubrió que los textos estaban escritos realmente en castellano, pero con grafía árabe, parece que esta circunstancia solo se dio entre los moriscos aragoneses. "Estaban olvidando el árabe y optaron por este sistema para seguir apegados a su pasado islámico " explica el comisario de la exposición Alfredo Mateos Paramio]
El contenido de estos se puede considerar el testimonio cultural de los últimos musulmanes españoles y los últimos vestigios que quedan de escritos moriscos. Estos complicados documentos son la única herencia que queda de los musulmanes españoles. Entre 1609 y 1610 fueron acosados por el decreto de expulsión del rey Felipe III (ver el primer enlace abajo indicado) Durante ese período, los últimos moriscos del valle del Jalón en Aragón, se vieron obligados a abandonar la península ibérica pero antes dejaron testimonios escritos y gráficos de su presencia.
Muchos de ellos fueron al Norte de África; dejando escondidos en sus casas aragonesas e para salvaguardar su linaje, entre linos y piedras de sal, sus libros, manuscritos de religión, cuentos de la vida cotidiana, del mundo que los rodeaba, y casualmente con el paso del tiempo, esas antiguas casas fueron destruidas; saliendo al descubierto el tesoro de los moriscos, y los manuscritos fueron hallados por casualidad.
En la sala de exposición podemos encontrar: Poesías, recetarios de medicina ,conjuros de enamoramiento, réplicas del Corán, tratados de jurisprudencia y hasta referencias sobre pagos de misas de difuntos para el padre fallecido.
Uno de los documentos rescatados más llamativo es el ejemplar original de 'Las coplas del Alhichante de Puey Monçon'. El texto, del siglo XVI, es la historia de un musulmán originario de la provincia de Huesca, del actual Pueyo de Santa Cruz, que cuenta sus avatares en su viaje de ida y vuelta a La Meca y Otro cuenta la historia del mancebo de Arévalo, que se estableció en Aragón y en el que explica también sus vivencias en este territorio con otros musulmanes.
Lo que más me ha llamado la atención es la belleza de las ilustraciones que los adornan y ofrece los principales testimonios de esta tradición escondida. He podido descubrir que “La escritura aljamiada es un invento de los moriscos del interior que están olvidando el árabe”,
En la exposición hay además otras muchas obras cedidas como el caso de la que se considera la primera traducción completa del Corán al castellano cedida por la Biblioteca de Toledo, joyas. Así que puede verse en la exposición junto a manuscritos literarios -con narraciones orales al estilo de Las mil y una noches-, recetas de cocina, códigos jurídicos, textos médicos, poesía morisca dedicada a Alah, o documentales de testimonios de los últimos moriscos expulsados al exilio que, inconcientemente y durante mi visita en esta biblioteca se produce una extraña sensación, es como si estuviésemos reviviendo en la época, es un verdadero traslado a estos años, y imaginar el ingenio maravilloso humano, de ocultar su linaje, su testimonio, en las mismas paredes de sus casas abandonadas, me viene a la mente aquel refrán popular “ si las paredes hablaran” y en este caso ¡! hablaron!¡, de repente me recuerda a la cantidad de exiliados que siguen hasta nuestros días guardando las llaves de sus casas, heredándolas de generación en generación.
Finalmente os invito que si, tenéis la ocasión de visitar Madrid y visitar esta exposición, podréis compartir las mismas sensaciones que experimenté, espero los comentarios y vuestras opiniones.

http://www.expulsados1609.com/ expulsados
http://www.bne.es/es/Actividades/Exposiciones/memoriamoriscos.html?pagina=0

martes, 3 de agosto de 2010

Homosexualidad en al-Andalus.


Buenos días lectores de araboislámica, el tema que hoy nos ocupa, es decir, el tema del que me gustaría hablaros es, como habéis observado en el título “La homosexualidad en al-Andalus”.
Sin duda este título crea controversia en muchos sentidos, pero intentaré explicarlo desde un punto de vista lo más académico posible y utilizando argumentos esgrimidos por diversos autores.
En primer lugar, para hablar de homosexualidad en al-Andalus debemos tener en cuenta dos cuestiones: según algunos autores sería imposible hablar de homosexualidad antes del siglo XIX, ya que es en este siglo cuando el discurso medicalista occidental convierte la homosexualidad en un subproducto de la heterosexualidad, haciendo una distinción entre estos dos términos y situando al primero por debajo del segundo.
Pero ¿qué sucedía en los siglos anteriores al XIX? ¿No había homosexuales?

Por supuesto que los había, existían personas que practicaban la homosexualidad abiertamente, es decir, personas (más hombres que mujeres) que tenían relaciones psicoafectivas con personas de su mismo sexo, todo esto sucedía sin que la persona en cuestión tuviera que traducir su identidad sexual en homo o hetero ya que estos términos ni siquiera existían.

Para apoyar esta teoría me remito al trabajo de John Boswell, famoso historiador americano, catedrático en la prestigiosa universidad de Harvard, que escribió dos libros muy interesantes Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad (1980) y Bodas de semejanza (1994). En este último libro, Boswell nos cuenta cómo, buscando por iglesias y monasterios antiguos, descubrió unos contratos llamados bodas de semejanza o ritos de hermanamiento. Estos contratos eran idénticos a los firmados en las bodas heterosexuales y estaban firmados por dos hombres.
Boswell asegura que tanto Papas ortodoxos como católicos estaban enterados de estas bodas entre hombres y que este sacramento se practicaba desde el S.III hasta el S.XIII. A partir de este siglo, que trajo consigo una especie de “revolución cristiana”, los mecanismos de persecución de la diversidad sexual, religiosa y racial junto con la temida inquisición se hicieron más fuertes y la mayoría de estos documentos fueron destruidos. Por supuesto, la iglesia niega todo este tema, aunque esté totalmente documentado.
Por otro lado, Boswell también encontró poesía homoerótica que se mandaban los monjes de los monasterios sin ser castigados ni perseguidos por ello.

Autores como Foucault dicen que no debemos referirnos a estos hombres como homosexuales, en el sentido moderno de la palabra, y que sería mejor hablar de prácticas homosexuales más que de hombre homosexuales. Sin embargo, autores como Boswell dicen que sí, que hay indicios para plantearse la existencia de subculturas homosexuales y se refiere concretamente a la España llamada de las tres culturas (judía, musulmana y cristiana), donde, según este historiador, se aglutinarían a las personas que practicaban preferentemente la homosexualidad en barrios.

Según los historiadores Stephen O. Murray y Hill Roscoe: la Granada zirí era el centro de cultura aristocrática y distinguida que involucraba junto al individualismo romántico una exploración intensa de todas las formas de sexualidad liberales: bi- homo- hetero. (Aspectos de la cultura judaica en la Edad Media)

Si observamos históricamente la forma de vida en la Península Iberica antes de la llegada de los musulmanes, nos encontramos con que la sexualidad en Hispania (territorio del imperio Romano) era bastante permisiva.
Era normal que los romanos de Hispania tuvieran relaciones sexuales tanto con efebos y esclavos varones como con concubinas y esclavas. Un dato a tener en cuenta de esta civilización era que el estatus de la persona tenía mucho que ver en estas incursiones o prácticas homosexuales, es decir, un romano podía penetrar a cualquier persona, independientemente de su sexo, que estuviera por debajo de su estatus social, con lo cual un hombre no podría tener sexo con un vecino pero si con un esclavo.
Con la llegada de los visigodos esto cambió.
El reino visigótico se oponía a estas conductas sexuales. La “sodomía” fue castigada con la castración y el exilio. En el S. VIII se desarrolla la civilización islámica. Hablemos de al- Andalus: un gran porcentaje de la poesía andalusí está formada por poesía homoerótica (mudakarat). Muchas veces esta poesía se mezclaba con la poesía báquica en la figura del copero o escanciador:

¡Cuántas noches me han servido las copas
las manos de un corzo que me compromete!
Me hacía beber de sus ojos y de su mano
Y era embriaguez sobre embriaguez, pasión sobre pasión.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas más dulces que la miel.
Abi-l- Husayn.

También se sabe que la práctica de la homosexualidad era cosa de reyes. Los califas omeyas Abderraman III y al- Hakem II (quien tuvo descendecia por primera vez a la edad de 46 años, con una esclava vasca que se travestía a la moda de Bagdad como si fuera un efebo), el emir Abd Allah, señor de la taifa de Granada y el rey al-Mutamid de Sevilla, por poner algunos ejemplos relevantes, escribieron poesía homoerótica.

A algunos de estos reyes como al-Mutamid se le conocen relaciones homosexuales. En la taifa sevillana gobernada por Abbad Ibn al-Mu`tadid, la poesía adquirió un nuevo grado de exquisitez, uno de los mejores poetas de su corte fue su propio hijo al-Mu`tamid. Desde bien joven le unió una amistad apasionada con otro de los grandes poetas de la época, Abu Bakr Ibn Ammar, del que fue discípulo en Silves. Desterrado por el padre a Zaragoza para evitar la perniciosa influencia sobre su hijo, Ibn Ammar escribió una qasida al rey pidiendo perdón, aunque no tuvo efecto:

Al recordar el tiempo de mi juventud, es como si se encendiese
el fuego del amor en el pecho.
Aquellas noche en que no hacía caso de la sensatez del consejo
y seguía los errores de los alocados;
condené al insomnio a los párpados somnolientos
y recogí el tormento de las tiernas ramas.
(Abenamar)

Pese a quejarse de su destino en Zaragoza, Ibn Ammar pudo dedicar sus gazales, género que dominó con maestría, a los efebos de la corte de Ibn Hud. A la muerte de al-Mu´tadid, el nuevo rey al-Mu´tamid mandó traer de nuevo a su antiguo amigo y amante, y juntos gobernaron Sevilla, como Rey y ministro. Se produce un enfrentamiento entre los dos; al- Mu´tamid escribió una qasida ridiculizando los orígenes humildes de Ibn Ammar. En la qasida con la que le respondió el poeta se burlaba de los abbadíes y le acusaba de sodomía, recordando los días en Silves:

Te abrazaba la cintura tierna, bebía de la boca agua clara.
Yo me contentaba con lo permitido,
pero tú querías aquello que no lo es.
Expondré aquello que ocultas:
¡ Oh gloria de la caballería!
Defendiste las aldeas,
pero violaste a las personas.

(Abenamar)

Después de leer esto el rey se enfadó y encarcelo a Abenamar, aunque más tarde le perdonaría. Pero al enterarse de que este se vanagloriaba de su indulto, entró en cólera y lo mató con sus propias manos, no obstante ofreció un suntuoso funeral por él.

Podría hablaros largamente de toda la poesía de este tipo que ha llegado hasta nuestros días y de los autores abiertamente homosexuales como Ibn Quzman o Ibn Shuhayr, hombres de la élite andalusí que practicaban inequívocamente la homosexualidad, pero me parece más interesante hablaros de dos mujeres, ya que es más difícil encontrar relaciones lésbicas que gays.

La primera es la princesa Wallada que muchos de vosotros conoceréis por los poemas que nos han llegado de Ibn Zaydun el cual llora su ausencia en Medina Zahara, ausencia y llanto causados por uno de los motivos más antiguos: la infidelidad de Zaydun con una esclava negra de Wallada.
Pues bien, esta princesa jamás se casó. Se dice de ella que fue una de las primeras feministas. A la muerte de su padre recibió una fortuna en herencia lo que la hacía autosuficiente como para vivir una vida relativamente libre y sin ataduras masculinas. Según las crónicas, prendada de Muhya bint al-Tayyani, hija de un vendedor de higos cordobés, cuidó de su educación hasta convertirla en poetisa, ya que Wallada convertiría su corte en una escuela de paso para poetas y poetisas. Se supone una relación lésbica entre ellas, aunque no está demostrada.

Y hablando de poetisas os he de hablar de las hermanas Ziyab de Guadix, Zaynab y Hamda, a las que los autores atribuyen la autoría de los poemas que se encuentran bajo su apellido. Un día, una de las hermanas (no se sabe cuál) vió a una esclava bañándose en un río y le escribió esto:

Las lágrimas revelan mis secretos en un río
donde hay tantas señales de belleza;
es un río que rodea jardines
y jardines que bordean el río;
entre las gacelas hay una humana
que posee mi alma y tiene mi corazón.
Esa es la razón que me impide dormir:
cuando suelta sus bucles sobre el rostro
parece la luna en las tinieblas de la noche;
es como si a la aurora se le hubiese muerto un hermano
y la tristeza se hubiese vestido de luto.
(Banat Ziyad de Guadix, Hamda y Zaynab)

Por supuesto, la mayoría de autores atribuyen este tipo de poema sáfico a un tópico literario invisibilizando así una posible realidad que podría servir como referente a la cultura LGTB de hoy en día.


Mi conclusión en este tema es que sin lugar a dudas hubo mucho amor homosexual en al-Andalus aunque es un tema que desgraciadamente está sin estudio de conjunto y normalmente se evita hablar de él. Personalmente me volví loca buscando poesía homoerótica para un trabajo de investigación, porque aunque -como ya he dicho antes-, supone un alto porcentaje de la poesía andalusí, habitualmente queda enmascarada en las traducciones, ya que términos que son masculinos en árabe (gacela, luna,…) en castellano son femeninos. Aparte de esto, los historiadores y arabistas más clásicos explican de maneras, a veces increíbles, este tipo de poesías y relaciones. El único grueso de poesía homoerótica que pude encontrar en la universidad de Alicante fue el capitulo homofóbico llamado “Perversión” de Claudio Sanchez- Albornoz.
Es hipócrita, desde mi punto de vista, negar una realidad homosexual en al-Andalus ya que muchos de los que la niegan y la detestan, más tarde la reafirman con frases como: “…sin la reconquista hubiera triunfado la homosexualidad tan practicada en la España mora.” (Sanchez-Albornoz)

La homosexualidad es una realidad universal y atemporal, algo natural, y tenemos la imperiosa necesidad de una nueva perspectiva de la historia que se desligue del modelo hegemónico con el fin de tener opción a una mayor diversidad de referentes o modelos humanos.


Fotografías:

1. Ahoracamiento a un homosexual en Irán.

2. Baco y Sergio. (Cristianismo)

3. Obra de Morcillo

4. Sha Abba y el chico del vino.

5. Safo.

6. Mapa de las condenas existentes por homosexulidad a nivel mundial.

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