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miércoles, 28 de julio de 2010

Mediación y Escuela

¿ Que es la mediación?



"La mediación no es el punto de arranque ni el fin. La mediación es un medio. Considerarla un fin es hacerla indispensable, es crear dependencia hacia ella. Se debe utilizar cuando ya no sirvió la negociación. La mediación que aquí se propone es desde una visión dialéctica. Implica por lo tanto saber cuál es el objetivo de cada fase y qué es lo prioritario en cada una de ellas. La mediación es un proceso activo, es ir al fondo del conflicto: DIVERGENCIA DE NECESIDADES QUE DEBEN SER SATISFECHAS...


...La mediación es pedagógica porque lleva a que la persona se involucre en el proceso y luego ayude a otros. Un grupo escolar puede llegar a nombrar su propio mediador cuando ya existe toda una cultura de paz y resolución de conflictos. En la cultura latina, tenemos la costumbre de acudir a un tercero, pero no de manera positiva (lo buscamos como nuestro aliado). Habría que rescatar esas figuras que históricamente han hecho la función de mediación. Hay que ir creando la cultura de apoyo a los conflictos y que otros intervengan."





Fragmento sustraído de : Apuntes del curso
con Paco Cascón Soriano,(pedagogo, consejero especialista en resolucion de conflictos a nivel nacional e internacional e formador de profesorado en resolución de conflictos) , Enero del 2000 por Gerardo Pérez Viramontes.

viernes, 23 de julio de 2010

Mediación Intercultural



Antes de tratar el tema de la llamada “Interculturalidad”, concepto que actualmente esta muy presente en nuestro vocablo, pero generalmente convertido en un prototipo de vocabulario temporal, conclusión personal -la mía-, vamos a intentar aclarar los dos Conceptos fundamentales que nos situarán en el contexto intercultural, y nos permitirán contestar a las preguntas que surgen entre las personas menos implicadas con este tema.
Los conceptos mencionados son INTEGRACIÓN e INTERCULTURALIDAD


¿Qué es INTEGRACIÓN? Y ¿qué es INTERCULTURALIDAD?
En primer lugar hay que decir que son dos conceptos muy interrelacionados entre si.
Pues bien para algunos :

“La integración es un proceso de reciprocidad activa e intencionada…Se trata de crear conjuntamente un nuevo espacio, aún inexistente, regido por normas nacidas de la negociación y del consenso… Por eso, es inevitable que el grupo mayoritario esté dispuesto a aceptar como homólogos a los grupos minoritarios, cosa que implica estar dispuesto a compartir el poder y trabajar para hacer posible la igualdad de oportunidades entre los seres humanos que conviven en una sociedad determinada”. F. Carbonell.



El concepto de interculturalidad nos remite a la idea de diversidad cultural, al reconocimiento de que vivimos en sociedades cada vez más complejas donde es necesario posibilitar el encuentro entre culturas. Es una red de culturas que en definitiva van canalizadas a construir una cultura última, la de todos. Pero el discurso de la interculturalidad no puede construirse desconectado del contexto social e ideológico de la propia diversidad cultural, desligado del análisis de cómo se producen las relaciones entre distintos grupos sociales y culturales ocultando las estructuras políticas y económicas que las condicionan.
La siguiente obra define e amplia de un modo claro el concepto en sí :
SAMPEDRO, V. y M. LLERA (eds.) (2003): Interculturalidad: interpretar, gestionar y comunicar. Barcelona: Bellaterra. [El libro entiende la interculturalidad como una realidad y un desafío. La cultura no se forja en la pureza sino en la fusión de distintos pueblos y tradiciones. Por tanto nada más incivilizado que asumir el choque de las civilizaciones. Pero la riqueza intercultural es también un desafío a las convicciones, filiaciones étnicas y religiosas, normas sociales, identidades y entidades geopolíticas que decidimos o nos imponen. Presupone reconocernos; es decir, volver a conocernos; descubrirnos distintos y, al tiempo, similares en nuestra pluralidad frente al Otro.]

De ello podemos concluir que la llamada “La Perspectiva Interculturalista” abarca tantos significados como los siguientes:



  • El conocimiento mutuo



  • El cuestionamiento de lo propio y de lo ajeno



  • El reconocimiento de iguales derechos y deberes: en definitiva el acceso a la ciudadanía



  • El mayor énfasis en la igualdad que en la diversidad



  • El reconocimiento de nuestra común humanidad



  • La construcción de una cultura compartida



  • Herramienta ,construir una sociedad democrática, plural, abierta

Por tanto podemos ver que la INTERCULTURALIDAD abarca muchos campos, en los que podemos trabajar hacia varias direcciones.

En este texto vamos a centrarnos en proyectos interculturales, desarrollados desde el contexto educativo, y para ello vamos a mencionar varios centros pioneros que trabajan en la educación intercultural, con la visión de multiculturalidad y pluralidad, percibida como riqueza y no como aspecto negativo.En la ciudad de Alicante podemos encontrar varios centros educativos que trabajan en este campo implicando “la diversidad” en su concepto de enseñanza.




Podemos mencionar tantos como: C.P.E.I.P. (colegios públicos de educación Infantil e Primaria) como el caso del colegio, Serra de Mariola , o Gloria Fuertes entre otros, y centros en Educación Segundaria como , el IES Virgen del Remedio de Alicante, IES Las Lomas, IES Gran vía , IES Cavanilles, entre tantos. Como vemos la mayoría situados en la Zona Norte de la cuidad, teniendo en cuenta que es una zona donde se centra mayor numero de inmigrantes de la cuidad.
Para inaugurar esta entrada vamos a presentar en concreto el proyecto de interculturalidad del Instituto de Enseñanza Secundaria Virgen del Remedio de Alicante, éste centro es pionero en muchos proyectos e iniciativas a nivel de ciudad y en algunos casos de la Comunidad Valenciana. Situado en la zona norte de la ciudad, en un barrio no demasiado privilegiado y con características especiales, ya que nació en los años sesenta fruto de las migraciones desde dentro y fuera de España. Con este hecho podemos afirmar que ha sido y sigue siendo un barrio de inmigrantes, desde hace unos años es una de las zonas con mas población extranjera de la ciudad.





Gran parte del equipo de la comunidad educativa del IES Virgen del Remedio coincide con esta opinión:
“… Es un centro pionero en muchos aspectos, que esta sirviendo de referencia para otros centros de la provincia y de La Comunidad Valenciana por su trabajo relacionado con la educación intercultural….Desde el inicio se ha querido hacer frente a estas nuevas situaciones. Y por esto se puede decir que el instituto tiene una extensa trayectoria en el planteamiento y puesta en practica de proyectos de innovación educativa, de acuerdo con las necesidades del alumnado, lo que repercute en su entorno: familia, medios sociales, su integración en el centro, etc.
El grueso de las nacionalidades del el instituto está formado en su mayoría por alumn@s de países latino americanos y del Magreb, esta situación, ya desde un principio, planteaba la necesidad de adoptar medidas de compensación educativa, que se asumieron en el centro en el Proyecto Educativo de Centro como rasgo fundamental.
Siendo concientes que los recursos ordinarios del instituto son siempre insuficientes, aparece como respuesta el PROYECTO INTEGRA`T, de educación intercultural financiado por "la Caja Mediterráneo"….a lo largo de este ultimo curso, se están recogiendo los frutos del trabajo realizado desde años, pues el proyecto y el instituto han sido premiados en varias ocasiones: primero con un premio nacional de atención a la diversidad, entregado por el Ministro de Educación, Ángel Gabilondo; y otro premio llamado “ Importantes de septiembre” del periódico alicantino el Información; además de varias menciones como el premio de diversidad en el aula de la Comunidad Valenciana ,o la participación en el Congreso Internacional “XIII Encuentros de Atención a la Diversidad” en la cuidad de Elche, en Mayo del 2010 y muchos más
.” Ana Cristina Baídal (Coordinadora del Proyecto de Interculturalidad “Proyecto Integra´t”)
Las principales actividades del proyecto son las siguientes: Mediación Socioeducativa e Intercultural, Jornada de Acogida, Actividades y talleres lúdicos, dentro y en el exterior del instituto, y la búsqueda de espacios de encuentros entre los chavales, las familias y el centro, en definitiva la comunidad educativa de la que todos forman parte.
El instituto lleva cerca de siete años desarrollando este proyecto intercultural, trabajando en la dirección de convivencia y creando una red de culturas para formar una cultura final que caracteriza la diversidad que hay en el entorno diario de este centro educativo.
Los alumnos del Centro, mas de 900, tienen un origen geográfico, socio-económico y cultural de gran diversidad y plural. El grueso del mismo procede del barrio, de familias de clase social media o medio-baja.
El proyecto gestado como una iniciativa de gran parte del profesorado pretende crear un ambiente de armonía y ofrecer la posibilidad de obtener un título académico a toda la población del barrio, independientemente de sus condiciones socio-económicas, para ello ha creado una red de trabajo para mejorar y facilitar el acceso a la educación a toda la población del barrio.
El objetivo principal de este proyecto es crear un clima de trabajo y de convivencia que permita mejorar el rendimiento educativo y humano de sus alumn@s, especialmente los que presentan un mayor retraso o están en situación más vulnerable. Para ello la principal línea de actuación se ha centrado en dos direcciones interrelacionados: Mediación Socio-educativa e Mediación Intercultural, así lograr el acceso a una educación de calidad para todos, enriquecer el entorno socio-educativo, y implicar a la comunidad local.
Para ello se ha buscando distintos espacios de intervenciones, y facilitar la mismas con mediaciones lingüísticas, para posibilitar los nexos necesarios a las familias y su participación activa en el centro, así como establecer lazos instituto-familia.
Por ello podemos concluir que, este proyecto de educación intercultural, como tantos otros a nivel de nuestra ciudad, son el ejemplo de una posible convivencia intercultural en todos los niveles.
Para concluir con las dos preguntas que nos propusimos contestar al principio, encontramos respuesta en la aclaración de la directora del IES Virgen del Remedio “... podríamos decir que la INTEGRACIÓN es la única forma de conseguir que una sociedad culturalmente diversa se facilita con tratamientos y abordajes de los problemas de un modo INTERCULTURAL…” Sofía Morales Garrido (Directora del IES Virgen del Remedio)

jueves, 15 de julio de 2010

Yasmina Khadra y la Argelia del siglo XX


Yasmina Khadra es un prolífico escritor argelino. Su verdadero nombre es Mohamed Moulessehoul, comandante del ejército argelino. Cuando se publicó en Francia el año 2001 su obra autobiográfica, "El escritor", hizo pública su verdadera identidad. Entre su extensa producción literaria, escrita toda ella en francés y casi toda traducida al castellano, vamos a presentar brevemente tres de sus libros: su mencionada autobiografía El escritor [Alianza Editorial, Madrid, 2001], su primera novela, La trilogía de Árgel, compuesta por Morituri, Doble blanco y El otoño de las quimeras cuyo protagonista es el comisario Llob, y su última novela, Lo que el día debe a la noche [Destino, Barcelona, 2009].

A través de sus libros, Yasmina Khadra presenta lo que ha sido la azarosa historia del siglo XX de su país, Argelia. La época colonial francesa, la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Independencia argelina, la violencia integrista y la corrupción de los años posteriores a la Independencia, etc. Todas estas etapas aparecen bajo el prisma de un analista de primera línea que presenta una imagen poco idealista de su país, una imagen descarnada y sin concesiones propia de un espíritu independiente y abierto.

Cuando al comisario Llob le ponen la casa patas arriba, en El otoño de las quimeras, sospecha que:

“Puede ser cualquiera: la mafia, los políticos, los integristas, los chupópteros de la revolución, los guardianes del templo, incluso los defensores de la identidad nacional para quienes la única manera de promocionar la lengua árabe es cargarse al francófono. Soy escritor, Lino, el enemigo común número uno.”, p. 74.

En El escritor, un oficial le dice al joven Moulessehoul:

-¿Quieres saber por qué estás arrestado? Es debido a tu talento. Somos alérgicos al talento en este país nuestro, en especial al de los escritores. Aquí nadie traga a los escritores. No hay más que ver cómo tratan a los Mammeri, Yacine y los demás. Hasta Moufdi Zakaria, el cantor de la revolución, autor de nuestro himno nacional, hasta a ése lo vilipendian, lo persiguen y lo fuerzan al exilio. Y eso no es cosa de ayer. Lo llevamos en la sangre. Estamos subdesarrollados de mollera, no sólo económicamente.”; pp. 211-212.[Ver también Morituri, p. 59]



En esta novela autobiográfica, Yasmina Khadrá habla de una niñez rota y desgarrada. Primero en la escuela de cadetes de El Mechuar, cerca de Tremecén, donde pasó su infancia en régimen cuartelario, lejos de relaciones afectivas, sintiéndose solo y abandonado por su familia.

“Éramos matrícula 19, matrícula 43, matrícula 72, matrícula 120, y nada más que eso. Habíamos dejado de existir por nosotros mismos… Nos habíamos convertido en cadetes, es decir, en hijos adoptivos del Ejército de la Revolución”, El escritor, p. 35.

“ninguna obra igualaba ante nosotros a Allons z´enfants. Todos los cadetes lo devoraron y lo convirtieron en libro de cabecera… Lo que contaba era nuestra historia. No nos costaba ningún trabajo identificarnos con tal o cual personaje; los deberes del héroe aquel los sufríamos nosotros todos los días, casi al pie de la letra…. Hoy, en plena guerra integrista, los viejos cadetes se acuerdan de ese libro, advierten la premonición que encierra su trágico fin, ya que a muchos de nosotros, huérfanos de la guerra de liberación, los matarán, asesinados unos en carreteras y calles, fulminados otros en medio del monte infestado de licántropos, con lo que, ironías del destino, dejaban sus propios huérfanos”, El escritor, p. 169.



Después en la escuela de Kolea, cerca de la ciudad de Blida que, aunque mejor que El Mechuar, “Kolea no dejaba de ser un internado, una especie de reserva donde se encerraba a los hijos desarraigados que no aspiraban más que a recuperar su libertad y la indolencia de su edad”, El escritor, p. 141.

En esta novela, como en Lo que el día debe a la noche, la figura del padre es clave, como representante de la autoridad y de una relación afectiva frustrada y, al mismo tiempo, modelo idealizado y presencia constante en la vida del niño/adolescente. Ambas novelas comienzan con el padre, con el que el protagonista mantiene una relación de amor-odio, de admiración-vergüenza.

En El escritor Moulessehoul revela su pasión por la lectura y la escritura, una pasión que le hacía olvidar su exilio, su realidad diaria en el ejército y que le daba a conocer lo que había más allá de los muros de la academia militar y a expresar su alma contenida. En cierto modo, el comisario Llob, protagonista de su Trilogía de Árgel es un trasunto de sí mismo, un espíritu independiente que se niega a someterse al juego sucio.

“Yo nací aquí –dice-, hace mucho tiempo. A aquellos tiempos los llamaban época colonial. Los campos de entonces eran tan inmensos que más allá de la montaña, me parecía, empezaba la nada. El trigo me llegaba a los hombros y sin embargo pasaba hambre todos los días y pasaba hambre todas las noches. Ya por entonces no comprendía, pero me daba igual: tenía la suerte de ser un niño. Cuando el vuelo de una libélula me daba alas y mis carcajadas se escurrían en el chapoteo de las fuentes, cuando corría como un loco entre los helechos, a pesar de que cada zancada no hacía sino desencaminar mis pasos, sabía que había nacido poeta como el pájaro nace músico, y a semejanza del pájaro, solo me faltaban las palabras para decirlo”, El otoño de las quimeras, p. 15.

Y el propio Llob toma el seudónimo de su creador en ese juego de espejos al que nos invita Yasmina Khadra/Mohamed Moulessehoul:

“ [Haj Garne] - me ha encantado enterarme de que te han largado, Llob. Ya casi empiezo a sentir algún respeto por la bofia.
- Si con eso te alegras.
-¡Y tanto! Gozo cada vez que pienso en ello. Llob en la calle, ¿acaso no es eso la felicidad?
… Se frota las manos. Sus ásperas palmas emiten un sonido repugnante.
- Así que ahora te llamas Yasmina Khadra. ¿En serio, has adoptado ese seudónimo para seducir al tribunal del premio Femina y para despistar a tus enemigos?
- Es para rendir homenaje al valor de la mujer. Porque si hay alguien que los tiene de bronce en nuestro país, es ella. , El Otoño de las quimeras, p. 41.



Como se ve en este diálogo, el estilo de La trilogía de Árgel es ácido y mordaz, con toques de humor y descripciones descarnadas. Sus páginas exhuman desánimo e insatisfacción.

- “Háblanos un poco del profe.
- No hay gran cosa que decir. Era un personaje extremadamente reservado. Sin amigos. Sus estudiantes lo llamaban “la solitaria”. Una existencia equilátera: del curro a la casa, pasando por el café.”, Doble blanco, p. 38.


En Lo que el día debe a la noche, el padre representa el eje de la antigua vida del protagonista, una vida dura, sin horizontes. Su tío, una persona culta y europeízada, será su guía en esa segunda fase de su trayectoria vital, en la que pasa de ser Yunes a Jonas, creciendo en un ambiente afrancesado y rodeado de amigos franceses. Frente a la historia amorosa que, para mi gusto, es la parte más floja de la novela, lo más interesante de Lo que el día debe a la noche es que el protagonista pertenece a dos mundos, es un personaje fronterizo. Por eso es capaz de reflejar un proceso complejo, traumático para unos y para otros, como fue el de la independencia argelina de Francia.

“Así es como viven los nuestros, Jonas. Los nuestros también son los tuyos… Mira bien este inmundo agujero. Éste es nuestro lugar en este país, el país de nuestros antepasados. Mira bien, Jonas. Ni Dios se ha perdido jamás por aquí.” [Habla Jelloul, p. 175]


Argel, julio de 1957. El ejército francés cierra parte de la Casbah.

Pongamos otro ejemplo, el diálogo entre el protagonista y Dédé (Andrés) Sosa, hijo de Jaime Jiménez Sosa, propietario de una de las granjas más grandes de Argelia y, como los nombres indican, de origen español:

- Es increíble lo que nos está ocurriendo –suspiró, acodándose de nuevo en el balcón-. ¿Quién iba a imaginarse que nuestro país iba a caer tan bajo?
-Era previsible, Dédé. Había un pueblo arrastrado por el suelo, al que se estaba pisando como si fuera césped. Un día u otro tenía que menearse. Ya sí es como se pierde el equilibrio.
-¿Piensas realmente lo que dices?
Esta vez me puse yo frente a él.
-¿Hasta cuándo nos vamos a seguir engañando, Dédé?
Se llevó el puño a la boca y sopló dentro, meditando mis palabras.
-Es verdad que había cosas que no iban bien, pero de ahí a desencadenar una guerra tan violenta, no estoy de acuerdo. Se habla de cientos de miles de muertos, Jonas. ¿No te parece que es demasiada gente?
-¿Y eso me lo preguntas tú a mí?
-Me siento totalmente perdido. No me lo puedo creer…., [p. 328].



Elementos del Ejército de Liberación Nacional Argelino en un desfile en 1960

El protagonista es testigo de una nueva era en la historia de su país, un momento de euforia, el de la independencia, que conllevaba un periodo complejo de definición identitaria:

“Algunos escasos europeos caminaban rozando las paredes, incapaces de abandonar sus tierras, sus cementerios, sus casas, el café donde hacían y deshacían sus amistades, sus alianzas, sus proyectos; en fin, esa patria chica en que se sustenta lo esencial de su razón de ser.” [p. 337].

“Caminé por las calles alborozadas, entre cantos y yuyus de alegría, bajo las banderas verdiblancas, en medio del estrépito festero de los trolebuses. Al día siguiente, 5 de julio, Argelia tendría una tarjeta de identidad, un emblema y un himno nacionales, y miles de referencias por reinventar.” [p. 340]



En la IV parte titulada “Aix-en-Provence (hoy)” recoge el autor en primera persona los sentimientos de ruptura, de desarraigo de los colonos expulsados. A pesar de compartir los motivos de la independencia y libertad de su país, da la palabra a los otros, a sus amigos. Matiza, distingue, porque no los mete a todos en un mismo saco, como dice uno de los personajes:

“Si al menos nos hubiésemos ido por las buenas –se queja Gustave, al borde del coma etílico-. Pero nos obligaron a dejarlo todo y a irnos con lo puesto y con las maletas llenas de fantasmas y de penas. Nos lo quitaron todo, incluso el alma. No nos dejaron nada, nada de nada, ni siquiera los ojos para llorar. No es justo, Jonás. No todo el mundo era colono, no todo el mundo manejaba la fusta del amo;… Teníamos nuestros pobres y nuestros barrios pobres, nuestra gentuza y nuestra gente de buena voluntad, nuestros pequeños artesanos, más pequeños que los vuestros, y a menudo rezábamos las mismas oraciones. ¿Por qué tuvieron que meternos a todos en el mismo saco?¿Por qué nos hicieron pagar por un puñado de feudales?¿Por qué nos hicieron creer que éramos extranjeros en la tierra que vio nacer a nuestro padres, a nuestros abuelos y a nuestros tatarabuelos, que éramos los usurpadores de un país que habíamos construido con nuestras manos y regado con nuestro sudor y nuestra sangre?... Mientras no tengamos la respuesta, la herida no cicatrizará.”, p. 368.


Morituri (Morituri, 1997)
Doble Blanco (Double Blanc, 1998)
El otoño de las quimeras (L'automne des chimères, 1998)

Publicados como Trilogía de Argel

Véase también: www.yasmina-Khadra.com y
http://gangsterera.free Sección "entrevistas" [Entrevista a Yasmina Khadra]

martes, 6 de julio de 2010

Mujeres de El Cairo

Anteriormente, desde Araboislámica, os hablamos sobre una conocida novela del autor egipcio Alaa al-Aswany: El edificio Yacobián, que fue llevada al cine obteniendo un gran éxito. Hoy os queremos presentar una nueva película del mismo guionista: "Mujeres de El Cairo"; largometraje que, a pesar estrenarse en Egipto en el año 2009, no ha llegado a nuestras pantallas hasta el pasado 2 de julio. 
El argumento de la película es bastante interesante:

Hebba y Karim están casados y son periodistas de éxito, jóvenes, ricos y guapos. Hebba es la presentadora de un popular programa de debates políticos en televisión y su tenacidad antigubernamental pone en peligro la promoción que desea su marido. Él la presiona y ella acaba prometiéndole que levantará el pie del acelerador. Decide ocuparse de historias femeninas. El éxito es inmediato. Hebba cautiva a millones de espectadores con hechos reales, llenos de sorpresas, de violencia, de giros inesperados, desde los barrios pobres de El Cairo hasta la alta burguesía, implicando de paso a miembros del Gobierno, en un torbellino sensual y de inventiva novelada.

Pero ¿dónde acaba la política y dónde empieza la cuestión de la condición femenina? Hebba no tarda en descubrir un terreno minado a base de abusos,
engaños religiosos, sexuales y… políticos.
De entrevistadora, Hebba pasará a ser el tema de una historia.

He aquí el trailer de la película y os animamos a que dejeis aquí vuestros comentarios sobre las impresiones que os ha causado la película si alguien ya la ha visto..


Dirección: Yousry Nasrallah
Guionista: Waheed Hamed
País: Egipto
Año: 2009

*Argumento extraído de "Golem distribución".

lunes, 5 de julio de 2010

Amin Maalouf "El primer siglo después de Béatrice"

El pasado mes de junio, la Fundación Príncipe de Asturias celebró la gala de entrega de los tan conocidos Premios Príncipe de Asturias. En esta ocasión, el premio de la categoría de letras le fue otorgado al conocido escritor libanés Amin Maalouf quien, en su discurso de agradecimiento por el galardón, afirmó sentir simpatía por nuestro país:

“Es para mí un gran honor y una gran alegría recibir el Premio Príncipe de Asturias. Ya desde los inicios de mi actividad literaria, España ha estado presente en mi obra. No sólo porque es la patria del héroe de mi primera novela, León el Africano, sino también, y sobre todo, porque ha sido el lugar de un encuentro emblemático, que se ha mantenido durante siglos, entre las tres grandes religiones del Mediterráneo. E igualmente, España ha sabido ser en nuestra época el laboratorio de una renovación democrática ejemplar.

Por estos motivos, y por algunos otros, me siento feliz y orgulloso de encontrarme, gracias al prestigioso galardón que acaba de serme otorgado, aún más cercano a este gran país y a su cultura, que tanto me han inspirado en mis libros. Una vez más, ¡gracias!”.

Con motivo de esta noticia, desde Araboislámica, además de transmitir nuestra más sincera enhorabuena por tan merecido premio, queremos rendir nuestro personal homenaje a este gran representante de la novela árabe.

Amin Maalouf nació en Beirut, en 1949. Fue criado y educado en el seno de una familia de origen cristiano. Se licenció en Economía, Política y Sociología en la Universidad Francesa de Beirut y ejerció el periodismo en el diario An-Nahar. Cuando en 1975 estalla la guerra del Líbano se vio obligado a exiliarse a Francia (país en el que sigue residiendo), donde continuó su carrera periodística como redactor jefe de la revista Jeune Afrique. Desde 1985, Maalouf se dedica plenamente a la literatura, en la que ha cultivado la realidad histórica y la ficción, el ensayo y la novela.

En 1983 publicó su primer trabajo, Las cruzadas vistas por los árabes, un libro sobre este período histórico planteado desde la perspectiva musulmana. Con su primera novela, León el africano (1986), trazó a modo de diario una panorámica del mundo mediterráneo de comienzos del siglo XVI a través de la vida de un viajero. Entre sus libros de ficción figuran Samarcanda (Premio Maison de la Presse, 1988) y Los jardines de la luz (1990). Posteriormente publicó El primer siglo después de Béatrice (1992) y en 1996, presentó en España Las escalas de Levante, una metáfora de la crisis de Oriente Medio. En su segundo ensayo, Identidades asesinas (1999), Maalouf analiza la noción de identidad y las violentas pasiones que provoca. El escritor se interroga acerca de la dificultad de asumir las diversas formas de libertad y por qué la afirmación de uno mismo ha de conllevar la negación del otro. El viaje de Baldassare (2000) es, en cambio, un canto a la tolerancia y al encuentro entre las diferentes culturas. En 2004 publicó Orígenes, una obra en la que relata la historia de su familia. Y en su último ensayo, El desajuste del mundo (2009), Maalouf se cuestiona si el convulso período actual podría llevar a elaborar finalmente una visión adulta de las creencias y de las diferencias de cada uno, así como del destino del planeta compartido por todos.

De entre todos los trabajos de Maalouf, El primer siglo después de Béatrice, obra que vamos a reseñar a continuación, quizás sea uno de los más atípicos ya que a pesar de haber usado algunos elementos fantásticos en sus novelas, ésta podría considerarse su primera obra futurista o de ciencia ficción.

El protagonista, y a la vez narrador, de la novela es un entomólogo francés que, en uno de sus viajes a El Cairo, con motivo de su asistencia un seminario sobre escarabajos, adquiere en una famosa plaza de la ciudad una especie de cápsula con forma de haba. Según le explican, dicha cápsula contiene unos polvos misteriosos que, al parecer, potencian considerablemente la virilidad en los hombres y, del mismo modo, aseguran a quien los tome que sus descendientes serán varones, "Esto lo compré ayer por la tarde en la Gran Plaza de El Cairo, en Maydan al-Tahir. Vean, son unas cápsulas aplastadas en forma de gruesas habas, llamadas precisamente "habas del escarabajo". Dentro hay un polvo que, según el folleto, aumentará la potencia viril del hombre que lo tome, quien además, será recompensado por su fogosidad con el nacimiento de un hijo", (pág.22).

Este hecho es el desencadenante del resto de la historia ya que, años más tarde, la mujer del protagonista, una periodista llamada Clarence, descubre olvidada en un cajón de su casa la cajita que contenía la cápsula. Al desconocer el objeto, la mujer empieza a interesarse por su origen. Tras la investigación, lo que en principio parece un producto de hechicería destinado a engañar a la gente, resulta ser una especie de conspiración que llegará a poner en peligro el futuro de la humanidad. 

A partir de ese momento, el protagonista decide investigar sobre el tema, a la vez que nos va narrando su propia historia personal. Pero no estará sólo en su búsqueda, ya que, tanto su pareja como algunos amigos cercanos lo acompañarán en su indagación. Juntos descubren que la repercusión que están teniendo esos polvos es mucho más grave de lo que esperaban ya que, su uso de forma extendida, conllevaría la paulatina desaparición de las mujeres, lo que provocaría graves desequilibrios demográficos, económicos y sociales. 

Pero la obra tiene aún un trasfondo mayor, dado que no sólo nos muestra la discriminación social, sino que va más allá, enfatizando el abismo que separa Occidente de Oriente y las diferencias entre países ricos y países pobres, "...¿qué intenta usted hacer?, ¿transportar al Norte a todos los niños del Sur? A todos no podré, desgraciadamente...", (pág. 137), y también la imposibilidad de que el Norte rico sobreviva sin tener en cuenta lo que sucede en el Sur empobrecido, "...nuestro planeta se dividió entre un Sur que recrimina y un Norte que exaspera. Algunos se han resignado a ver en ello una trivial realidad cultural o estratégica. El odio no permanece indefinidamente como una trivial realidad. Un día, con cualquier pretexto, se desencadena, y se descubre que nada, desde hace cien años, mil años, dos mil años, nada se ha olvidado, ninguna bofetada, ningún temor", (pág. 143). 

Con esta hipótesis, Maalouf construye una fábula acerca de lo que podría suceder si el número de mujeres nacidas descendiera significativamente, "Ante todo, había que impedir que la gente siguiera utilizando la "sustancia"; ese era el aspecto menos arduo. Se prohibió la fabricación y la comercialización de todos los productos "responsables de la natalidad discriminatoria", y, aunque hubo algunas ventas bajo cuerda, la difusión en la mayoría de los países del Norte fue, desde ese momento, desdeñable. Pero eso ya no era suficiente. Habida cuenta del número impresionante de hombres ya tratados -quizá habría que decir "contaminados"- , el déficit de nacimientos femeninos iba a continuar durante varios años más, agravando el desequilibrio", (pág.129).

En cuanto al personaje que da título a la obra, Béatrice, cabe mencionar que es la hija del protagonista, cuyo nacimiento será muy trascendente en la vida de éste y también en todos los acontecimientos que se desencadenan a lo largo de la novela, que van fechados siempre tomando el nacimiento de Béatrice como referencia. 

Con esta obra, el autor libanés nos muestra la gran escisión que existe entre Oriente y Occidente; y del mismo modo, las innegables diferencias que separan a la población de sociedades acomodadas de la zona norte, de la población de la zona sur del planeta, asediada por la pobreza. Asimismo, Amin Maalouf refleja dentro de su novela una defensa de la feminidad y hace un llamamiento a la preservación del papel de la mujer en el mundo.

MAALOUF, Amin, El Primer Siglo Después de Béatrice, Alianza Editorial, Madrid, 1992

jueves, 24 de junio de 2010

El icono de piedra (La hemorragia de las piedras)

En el momento justo en que iniciaba la oración, los machos cabríos empezaron a arremeter unos contra otros allí mismo, delante de él.
Al caer la tarde, cuando el astro rey se disponía a retirarse de su trono en el corazón del cielo y se despedía amenazando con volver al día siguiente para acabar de abrasar todo lo que hoy no pudo, Asouf hundió los brazos en la arena del valle y empezó a hacer las abluciones para cumplir con la oración de la tarde.
Oyó el rugido del motor a lo lejos, por lo que decidió darse prisa y confesarle a Allah su verdad antes de que llegasen los cristianos a los que, en los últimos años, solía recibir en el valle para mostrarles las imágenes talladas en las rocas.
Sin embargo, justo en el momento en que exaltaba la grandeza de Allah y empezaba a recitar en voz baja la primera sura del Corán, las cabras, poseídas por el Diablo, empezaron a enfrentarse unas con otras delante de él, como si rivalizaran en cuernos o quisieran mostrarle su heroísmo en el combate. Hoy las cabras estaban inquietas porque una cabra revoltosa había engatusado a un cabrito testarudo, el cual llevaba siguiéndola desde por la mañana, olfateándole las posaderas e intentando, insistentemente, montarla por detrás. El cabrito despertó la envidia de los machos, que se reunieron y empezaron a retarse unos a otros armados con sus largos cuernos.
Dejó de rezar y, maldiciendo a Satán, se fue a cumplir con su plegaria frente la roca más importante del valle Metkhandoush.
La roca se eleva al final del flanco occidental del valle, donde éste confluye con el valle Aynesis y forman juntos un único valle, amplio y profundo, que continúa descendiendo en dirección nordeste hasta desvanecerse en el Gran Abrahuh, en la meseta de Messak Mellet.
La majestuosa roca delimita una sucesión de grutas alzándose al final como piedra angular, donde lleva miles de años enfrentándose cara a cara con el inexorable sol. Está decorada con los grabados más asombrosos que el hombre prehistórico haya dejado en todo el desierto del Sahara: a todo lo largo de la imponente roca se alza el gigantesco hechicero, con el rostro oculto bajo una enigmática máscara y tocando con su mano derecha el arruí2 que permanece junto a él con aire majestuoso y tenaz, ambos con la cabeza levantada hacia el horizonte, donde cada día el sol sale y baña sus rostros con sus rayos.


Wadi Methkhendoush

Durante miles de años, el imponente hechicero y el arruí sagrado han conservado sus rasgos claros y profundos, sus trazos sublimes y expresivos, tallados en la superficie de la roca maciza.
El hechicero aparece en la sólida roca a tamaño natural, si bien parece más grande y más corpulento que un hombre de estatura media. Está ligeramente inclinado hacia el arruí sagrado, que supera en tamaño a cualquier arruí normal.
En el pasado, cuando siendo joven recorría el valle desierto pastoreando su ganado, a Asouf no se le ocurrió que aquella imagen tallada en la roca pudiera ser tan importante como lo es ahora que se ha convertido en un punto de interés para los turistas cristianos. Llegan desde los países más lejanos, atraviesan el desierto con sus todoterrenos para contemplar la roca y se quedan boquiabiertos de asombro ante su esplendor, su belleza y su misticismo. En una ocasión incluso vio a una mujer europea que se puso de rodillas frente a la roca y empezó a recitar en voz baja un discurso ininteligible que se trataba, según dedujo por intuición, de una oración de los cristianos.


Methkhendous. Señal de bienvenida

Imágenes similares decoran las rocas de las montañas y las cuevas de todos los demás valles de Messak Settafet. Asouf las había descubierto de niño, cuando, agotado de caminar tras el rebelde rebaño, se refugiaba en las cuevas para guarecerse del sol y descansar un rato. Allí se entretenía mirando las coloridas pinturas: cazadores con extrañas caras alargadas corriendo detrás de numerosos animales de los que sólo conocía el arruí, la gacela y el búfalo salvaje. En las pinturas también había mujeres desnudas de pechos grandes, unos pechos realmente enormes que no guardaban proporción alguna con el resto de sus cuerpos. Esta perspectiva le hacía reír, porque se imaginaba que, cuando las mujeres echaban a andar, no podían avanzar porque sus pechos se lo impedían. Allí tumbado, Asouf se reía a carcajadas y su eco resonaba recóndito en cuevas desconocidas.




Más tarde descubrió otras pinturas mientras escalaba la montaña siguiendo al ganado. En aquellos muros de piedra vio caras siniestras como las de los demonios y animales horribles que no existen en el desierto. Le sorprendía que su madre no le hubiera hablado de ellas antes, ni siquiera en sus fábulas, ni que su padre las mencionara antes de fallecer en aquella horrible persecución tras el arruí embrujado.
- Son los antiguos habitantes de las cuevas -comentó su madre en una ocasión-. Los primeros ancestros.
- Pero si dijiste que en las cuevas vivían los genios -contestó Asouf.
Fijó la vista en él, desconcertada, y después sonrió y se balanceó de un lado a otro mientras sacudía el odre de leche entre sus manos.
- ¿Nuestros primeros antepasados son genios? -preguntó Asouf insistiendo en el tema.
Su madre contuvo la risa, pero aún así Asouf pudo notarlo en su mirada. Repitió la pregunta, y esta vez su madre le contestó secamente:
- Pregúntale a tu padre.
Entonces le preguntó a su padre, que se echó a reír y le contestó:
- Es posible que fueran genios, pero genios buenos. Los genios, al igual que las personas, se dividen en dos clanes: el clan del bien y el del mal. Nosotros pertenecemos al primero, al clan de los genios que eligieron el bien.
- ¿Por eso no tenemos vecinos? -preguntó Asouf.
- Sí, por eso mismo. Si vivieras cerca de los malos, te alcanzaría el mal. Aquel que prefiere el bien tiene que huir de la gente para evitar que el daño lo alcance. Y esto es precisamente lo que hace este clan de genios. Desde tiempo inmemorial han vivido en las cuevas huyendo del mal. ¿No oyes sus conversaciones las noches de luna?
Su madre intervino:
- ¿Por qué lo asustas con historietas de genios nocturnos? Más vale que ordeñes la camella y me traigas leche antes de la cena.
Riéndose de nuevo su padre se fue a ordeñar la camella y Asouf se volvió hacia su madre.
- Oigo las conversaciones de los genios todos los días en las cuevas -dijo Asouf-. Dicen cosas sorprendentes y a veces incluso les da por cantar. No me dan miedo.
Su madre se rió y echó unos palos de madera al fuego.
Y así, Asouf siguió distrayéndose con las caras de los genios en las cuevas de las montañas.



Exhausto, se refugiaba en las cavidades de las rocas para protegerse del calor abrasador. Allí se tumbaba un rato y después se acercaba al muro de piedra y empezaba a quitar capas de polvo hasta que descubría los trazos tallados en la roca. Continuó limpiando los recios muros hasta que fueron apareciendo caras, enmascaradas o alargadas, o asomaban los animales que huían de las flechas de los cazadores enmascarados: arruís, gacelas, búfalos y otros muchos animales, de gran tamaño y patas largas, que no encontraba en el desierto actualmente.
Más tarde, empezó a llamar a cada uno de los valles, desfiladeros y montañas con el nombre de las figuras trazadas en sus rocas. Así, este era el Valle de la Gacela, ese, el Desfiladero de los Cazadores, aquella, la Montaña del Arruí, y esa otra, la Llanura de los Pastores. Hasta que descubrió al gran genio, el gigante enmascarado, que se alza junto a su venerable arruí, vuelto hacia la Meca y esperando la salida del sol mientras proclama la grandeza de Allah en una oración eterna.



Aquel día, la cabra más rebelde del rebaño se escapó. Se separó del resto del ganado y bajó por el desierto valle Metkhandoush. Asouf corrió tras ella hasta que la alcanzó donde el valle se funde con el cercano Aynesis para formar juntos un único río, inmenso y profundo, que continúa su arduo recorrido a través del desierto árido en dirección a la llanura de Abrahuh. Allí había un grupo de cuevas coronadas por imponentes rocas, las cuales, a su vez, envolvían a aquella roca colosal erigida como un edificio que se eleva en picado hacia el cielo, como una estatua pagana levantada por los mismísimos dioses. El genio enmascarado y su arruí sagrado ocupaban gran parte de la roca, desde la cima hasta la parte más baja. Se quedó un buen rato contemplando la obra y después intentó subirse a las rocas para tocar la máscara del gigantesco genio, pero no lo consiguió.


Montes Akakus, desierto Fezzan (Libia)

El acceso a la roca estaba rodeado de piedras escabrosas. Intentó aferrarse de nuevo a las rocas lisas pero entonces algunas piedras cedieron bajo sus pies y se precipitó y cayó de espaldas al valle. Se quedó allí, retorciéndose de dolor por unos instantes; después se arrastró a cuatro patas intentando resguardarse bajo la sombra de una acacia alta y verde situada en medio del valle. El corazón le latía con violencia y las gotas de sudor recorrían todo su cuerpo. Nada más llegar al árbol, la sombra de éste se desvaneció.
A pesar de su asombro, Asouf se tumbó bajo el árbol y esperó a que el despiadado sol se pusiera.
Al día siguiente, descubrió que la miserable cabra que se había salido del rebaño y lo había guiado hasta la cueva del gran genio había sido estrangulada aquella noche por un lobo, y recordó cómo la acacia lo había rechazado y su sombra había salido despavorida cuando fue a refugiarse en ella tras haberse caído de la roca.


El arruí o muflón del Atlas es el animal más antiguo del desierto del Sahara y se trata de una cabra montesa que se extinguió en Europa en el siglo XIII.

Imágenes: 1)Imagen de dos gatos tallada en la roca, 2) Portada del libro, 3) Imagen de vacas tallada en la roca.

Traducción: Belén Ruano Ruano, alumna de 4º curso de Traducción e Interpretación (Universidad de Alicante)

miércoles, 23 de junio de 2010

La hemorragia de las piedras de Ibrahim al-Kuni (capítulo primero)


La Hemorragia de las Piedras es un relato escrito por el prolífico novelista libio Ibrahim Al-Koni en 1990. Nacido en 1948 en la región desértica de Fezzan, al sur de Libia, Ibrahim al-Koni fue criado bajo la tradición de los tuareg. Pasó su niñez en el desierto y posteriormente fue escolarizado en la ciudad cercana de Gadamés, donde aprendió a leer y escribir en árabe cuando tenía doce años. Al-Koni estudió Literatura comparada en el Instituto de literatura Maxim Gorky en Moscú y, luego, trabajó como periodista en Moscú y Varsovia.
En 1974, al-Koni publicó su primera obra literaria: una recopilación de cuentos. Al terminar sus estudios, comenzó a trabajar en el Centro Cultural Libio de Moscú y, más tarde, trabajó como periodista y redactor en una revista cultural en Varsovia. En 1993, se trasladó a Suiza, donde reside desde entonces.
Al-Koni es uno de los escritores árabes más prolíficos de la actualidad. Hasta el momento, su obra literaria abarca más de setenta volúmenes entre novelas y cuentos traducidos a 35 idiomas. En sus trabajos se mezclan elementos mitológicos, la búsqueda espiritual y las preguntas existenciales de ahí que se le haya calificado como realista mágico, fabulista sufí y novelista poético.
Su obra se ha difundido también a través de diarios y revistas como el Ŷarīda Fezzān (جريدة فزان ), Al-Bilād ( البلاد ), Al-Faŷr al-ŷadīd (لفجرالجديبد ), Al-Hurriya ( الحريب ), Al-Maidān (الميبدان ), Al-Haqīqa ( الحقيق ), Tripolitania (طرابلس الغرب ), etc.
La Hemorragia de las Piedras se basa en la vida y las tradiciones del desierto y, como suele ocurrir en las obras de al-Koni, en ella se combinan tanto elementos realistas y actuales como leyendas, mitos y diferentes elementos religiosos. Así, a la vez que se habla de genios, plegarias obligatorias o el demonio, también se menciona a los turistas europeos que llegan con sus todoterrenos rompiendo así la armonía del desierto.
El personaje principal, Asouf, es un joven beduino que a la vez que dedica su vida a pastorear sus cabras por el desierto es también guardián de los secretos del animal más venerado de la zona, el arruí o muflón del Atlas, un tipo de cabra de cuernos retorcidos que se considera el animal más antiguo del desierto del Sahara y al que se atribuye un carácter sagrado.
El fragmento que presentaré en la próxima entrada es la traducción del primer capítulo de la novela, titulado El icono de piedra cuyo argumento se centra en el descubrimiento, por parte de Asouf, del Gran Hechicero, una imagen de grandes dimensiones tallada en la roca, llena de misticismo y relacionada con los genios o espíritus del desierto. Ya en este primer capítulo puede percibirse la mezcla entre lo tangible y lo fantástico, los elementos existentes en la vida real y las referencias a las creencias del desierto. Así, se mencionan entornos geográficos realmente existentes, como, por ejemplo, el valle Metkhandoush y sus petroglifos, un lugar muy visitado hoy día por los turistas, pero igualmente se habla de animales poseídos por los espíritus así como de los genios del bien y del mal, que bien podría entenderse como una alegoría al relato de Caín y Abel.

Presentación y traducción de Belén Ruano Ruano, alumna de 4º curso de Traducción e Interpretación.

domingo, 20 de junio de 2010

Wazssylla Tamzalyi.


Hoy mismo he tenido el honor de asistir a una conferencia de Wazilla Tamzali, activista feminista de origen argelino que defiende a capa y espada la separación de la religión y el movimiento político de liberación o equidad entre hombres y mujeres en los territorios islámicos.
Este tema que no está exento de controversia y más si la feminista en cuestión se declara laica. Es tema de interés tanto en Occidente como en Oriente.

Frente a la posición de las feministas que se declaran islámicas, Wassyla separa totalmente el feminismo del islam y, en consecuencia, de cualquier otra religión que por definición y bajo unos dogmas patriarcales segregan los géneros y sobreponen el masculino al femenino.
Según Wassyla, no tiene nada que ver la fe que una persona profese y la lucha política en pro de unos derecho humanos que se nos niegan sistemáticamente (no sólo en Oriente) por poseer atributos sexuales diferentes a los masculinos.

Según esta escritora, la cuestión del velo es meramente social. En Argelia se diferencia a la mujer velada y no velada como “la vestida” y “la desnuda”. Esto es un problema, dice Wassyla, porque sistemáticamente se mitifica el erotismo de la mujer que ha de ser tapada con un velo, no para salvarla a ella, sino para hacer más llevadero el “ incontrolable instinto sexual de los hombres”.

Por otro lado la autora de Une femme en colère también ha hablado sobre el tema de la herencia que, según ella, y términos coránicos, ya coloca a la mujer como la mitad de válida que cualquier familiar masculino.

Asistiendo a esta conferencia, me he dado cuenta de lo difícil que tienen que ser las cosas para Wassyla Tamzali, tachada por la mayoría del mundo islámico como radical, igual que pasa con escritoras y activistas feministas que se atreven a hacer política crítica desligándose de la religión, como la médico y escritora egipcia, Nawal Saddawi.
Esa supuesta radicalidad, cuando una fémina esta en el centro del debate y el discurso, no es más que otra artimaña del patriarcado que funciona tanto para hombres como para mujeres. Es decir, que lo tenemos tan asumido que cualquier comportamiento político, liberador y valiente lo extrapolamos directamente a unos atributos masculinos que a una mujer, aún hoy, se le niegan por naturaleza, y me estoy refiriendo a esto: En un momento de la charla la conferenciante dijo: “Me hablaban como si fuera un ayatolah” (hablando de una conferencia que había dado. En mi cabeza eso ha sido hasta chocante y sumando que hablaba de un feminismo laico al más puro estilo de Simone de Beauvoir, me parecía casi increíble que fuera musulmana, argelina y mujer, con esto quiero decir que lo que en realidad choca es ver a una mujer haciendo política sin tener que pedir perdón por ello, ver a una mujer que pese a la presión social y religiosa es capaz de decir que no se considera musulmana, se considera argelina. Si para mi oír eso ha sido “chocante” no imagino qué pensarán las mujeres musulmanas de su discurso, ¿y las feministas islámicas? ¿Están preparadas para desligar la religión de un movimiento político en defensa de la mujer?

'Umar Ibn Hafsún ibn Chafs



Entre los muchos personajes que tuvieron un papel destacado en el transcurso de los acontecimientos, quiero rescatar de las crónicas a ‘Umar ibn Hafsún (854-917), personaje al que la historia no ha tratado del todo como se merece. Las crónicas árabes le tachan de rebelde y de poco más que de maldito sin llegar a profundizar en el aspecto más humano. Por otro lado la historiografía más contemporánea no ha estado exenta de pinceladas con gran carga ideológica. Algunos historiadores han querido verlo como un héroe nacional, plasmando la visión ideológica de una época; icono de la resistencia autóctona frente a la ocupación extranjera, situándolo a la altura del mismísimo Viriato con su “terrorrum romanorum". Así, la interpretación de los textos, otorga diferentes concepciones de una realidad aún por descifrar. Lo cierto es que, este muladí (musulmán de origen peninsular) oriundo de Ronda, al igual que otros muchos, aportó su granito de arena al desarrollo evolutivo de la política y sociedad andalusí.
Con la Batalla de Guadalete en el año 711, empezaba una nueva etapa en la historia de la península Ibérica. El afianzamiento del Islam en la península ya estaba en marcha; su sociedad, política, cultura y como no, la religión acabarán gradualmente impregnando el estrato visigodo de Hispania para germinar en al Ándalus y el Califato Omeya como culminación. Pero esta instauración y consolidación no iba a está exenta de confabulaciones y disputas dinásticas por el control de las provincias o Coras y por el reconocimiento de la autoridad de Córdoba.



‘Umar ibn Hafsún fue con diferencia aquel que logró el mayor desgaste en todos los sentidos de la frágil hegemonía Omeya. Supo canalizar el descontento general de una población y fue capaz de mantener contra las cuerdas al mismo emirato durante 30 años. Aunque no todas las poblaciones tuteladas por ibn Hafsún abrazaron su causa por voluntad propia, sino más bien por la falta de respaldo Omeya en su incapacidad para sofocar la rebelión. Este muladí, obligó a Córdoba a mirar al sur, y mantener como máxima prioridad el contener la rebelión en las regiones más cercanas a ella. Aunque no este del todo claro si se trataba de un simple opositor al régimen sin programa, un rebelde, un salteador de caminos, un héroe, un libertador o como quieran llamarle, lo que está claro es que puso en muy serios aprietos al emirato y a la propia pervivencia de la Córdoba Omeya. Esta inestabilidad política y social queda plasmada en la incapacidad Omeya no solo de someter a las provincias en sus casi perennes agitaciones internas, como el caso de Toledo, sino la de salvaguardar a duras penas la dinastía.


Tanto en la Marca Superior (con Zaragoza como ciudad principal), la Marca Media (Toledo) y la Marca Inferior (Mérida) y Sharq al Ándalus (el levante peninsular) la agitación popular será una constante, objeto de contienda entre linajes de la zona por el control, sin que Córdoba pudiera hacer mucho para evitarlo hasta la llegada de ‘Abd al-Rahman III (912), que, una a una, someterá plazas fuertes, castillos y reductos.
El año 854 nace en Ronda, posiblemente en las estribaciones del Castillo de Antar, cerca de Parauta, el muladí que encabezaría un alzamiento de grandes dimensiones, llegando a dominar un vasto territorio en la franja meridional, y las ciudades de Écija, Archidona, Baeza y Úbeda. Su nombre completo era ‘Umar ibn Hafsún ibn Chafs; descendiente de nobles hispanogodos conversos al Islam, que como otros tantos, abrazaron el Islam en pro de su estatus y finanzas. Su primera manifestación de hostilidad hacia el régimen Omeya le ocasionó 50 latigazos al enfrentarse con los soldados del gobernador de Málaga. Quizás la humillación sufrida por la justicia, o quizás la impotencia ante lo que se está perfilando en al-Ándalus, lo cierto es que tras este suceso, ‘Umar ibn Hafsún decide marcharse a África, a la ciudad de Tahart, donde trabajó de sastre.
No se sabe cuál fue el motivo que le impulso a volver a la Península, la leyenda y los textos hablan de un anciano que le auguró un futuro como caudillo, pero el año 880 vuelve a Ronda, decidido a plantar cara a los Omeyas y no estará solo, ya que poco a poco se irán incorporando a su causa renegados y descontentos con la política Omeya de diferentes latitudes de la serranías del sur andalusí. Ibn Hafsún, junto con estos primeros adeptos, elige un lugar escarpado y de difícil acceso para crear lo que iba a ser su base de operaciones y corazón de la rebelión del mediodía hasta la caída del último de los hafsuníes en el 927: Bobastro, situada en el municipio de Ardales, en las mesas de Villaverde, aunque en este punto no se ha llegando a un consenso por parte de los historiadores y arqueólogos.


Nuestro protagonista no tardó en darse a conocer por la comarca y en Córdoba, hasta el punto que el emir Muhammad I se vio obligado a mandar algunas tropas para hacer frente a la provocación de unos proscritos y saltadores de caminos:
“los asuntos de husun construidos en estas regiones tomaron un mal camino” (Ibn Hayyan)
Tras el escaso éxito de las tropas del Emir ante este nuevo frente levantisco, no dudará en mandar un fuerte contingente militar, y esta vez, sí logrará someter al rebelde Omar, obligándolo a pactar y a unirse al servicio del ejército Omeya, aunque no lo hará por mucho tiempo. En el año 885, tras dos años de servicio en el ejército Omeya participando en razzias por tierras de Álava, decide volver a Bobastro y emprender su lucha con más fuerza que nunca contra el régimen Omeya, con la adhesión a su causa de cientos de partidarios muladíes y mozárabes (cristianos de al-Andalus).
“Desde hace demasiado tiempo habéis tenido que soportar el yugo de este sultán que os toma vuestros bienes y os impone cargas aplastantes, mientras los árabes os oprimen con sus humillaciones y os tratan como esclavos. No aspiro sino a que os hagan justicia y sacaros de la esclavitud”. Con este mensaje, ‘Umar ibn Hafsún logró la aceptación y reconocimiento de la población, dejando al margen en este primer momento el factor religioso para forjar un frente común ante los omeyas. También algunos fugitivos se adhirieron a Ibn Hafsún con ánimo de botín.
El férreo frente opositor que representaba Ibn Hafsún, al contrario que otros focos de oposición al régimen Omeya que pugnaban con el centralismo por la independencia de las provincias y la pervivencia de una dinastía en el poder, no mostraba ese carácter dinástico y urbano.
Según aclara el profesor Manuel Acién:

“Ibn Hafsún no es un hecho aislado ni se explica por motivos étnicos, regionalistas, nacionalistas o religiosos, sino integrándolo en la teoría discontinuista de las formaciones sociales, que, en este caso concreto se trata de una transición de la sociedad feudal a la sociedad islámica”

Ibn Hafsún atosigó al emirato desde la misma Córdoba y su séquito representaba un malestar popular que no pugnaba por una provincia. Algunos historiadores, en su visión interpretativa de la figura Ibn Hafsún, lo consideran como el esbozo de un endémico nacionalismo español.
Como apunta el historiador Claudio Sánchez Albornoz:

“Otra vez la raza hispana alumbró un gran capitán popular…que como otros guerreros españoles de todos los tiempos, que hubieron de pelear con fuerzas regulares, triunfó Ben Hafsún por su astucia, su bravura y su justicia (…) que los españoles, cristianos o musulmanes amaron con pasión”

Durante este periodo de la rebelión mozárabe-muladí, el elemento religioso parece jugar apriori un papel secundario, y digo aparentemente, por la existencia del descontento de una población mozárabe exaltada por el fundamentalismo de Eulogio de Córdoba, que veía como paralelamente a la centralización iba la institucionalización del islam con sus consecuencias más que evidentes para la población mozárabe. El concepto de una conquista se hace más que patente y aún con este período de profunda crisis interna y alzamientos prácticamente por todas las coras de al Ándalus, el emirato fue capaz, a duras penas, de aguantar el embiste desde varios frentes de oposición al establecimiento de la dinastía, que no sólo sobreviviría, sino que culminaría con el periodo califal.

Una vez de vuelta en Bobastro el año 884, toma Auta, Mijas, Comares y Archidona y establece pactos con otros descontentos, como los Banu Rifa’a, familia árabe que dominaba Alhama y su sierra. Los envites de las tropas del gobierno al mando heredero al-Mundhir, estuvieron a punto de acabar con la disidencia, pero la muerte del emir el 4 agosto del 886, obliga a Al-Mundhir a volver a Córdoba a hacerse con las riendas del Estado. 'Umar ibn Hafsún sabrá aprovechar esta coyuntura para reorganizarse y reclutar más apoyos entre los campesinos; apoyos necesarios para hacerse con el control de la toda la serranía de Ronda y Rayya y apoderarse de Priego e Iznájar, ciudades estas usadas como base para incursiones hasta Cabra y Jaén.
La presión obstinada y necesaria por parte del emir de acabar con el alzamiento de la serranía malagueña, estuvo a punto de dar su fruto. Se recuperó Iznájar y Priego y Archidona y se llevó a cabo una brutal represión. Como ejemplo queda la crucifixión entre un perro y un cerdo del jefe de los defensores mozárabes de Archidona. Al-Mundhir, decidido a acabar con Ibn Hafsún, lo asedia en Bobastro y le obliga a rendirse a cambio de una amnistía; una amnistía que duraría lo justo para sacarle brillo a la espada y tomar la retirada de las tropas del emir. Tras la ruptura de la efímera tregua por parte de Ibn Hafsún, al-Mundhir se propone no levantar el asedio hasta destruir Bobastro,


pero en el año 888, en pleno acoso al último reducto de resistencia hafsuní, el emir al-Mundhir muere envuelto en intrigas, y una vez más vuelven a levantar el sitio. 'Umar b. Hafsún lanza un ataque a las tropas que partían desperdigadas y al pequeño cortejo fúnebre, que es respetado por los hafsuníes a petición de ‘Abd Allah, hermano al-Mundir y nuevo emir.
Una vez más, la muerte de un emir permitirá a ibn Hafsún reorganizarse y esta vez, el nuevo emir ‘Abd allah, no tendrá el carisma y la contundencia de su hermano para impedir que el Estado quede sumido en una profunda crisis que se ve reflejada en la anarquía de las provincias.
Durante el reinado de ‘Abd Allah (888-912), la revuelta de los hafsuníes alcanzó el máximo apogeo; dominaba toda la serranía malagueña, desde el mar al Guadalquivir, llegó a tomar Écija, a tan solo a 50 kilómetros de la capital, incluso algunos jefes locales muladíes, como Ibn Shaliya, regente de
Somontín, reconocieron su supremacía.



En este periodo también Ibn Hafsún, sin llegar a tener un programa político claro, debió comprender la importancia de establecer alianzas y recabar apoyos, centrados en mejorar la organización y legitimación de su revuelta. Estableció, dejando al margen las confesiones, alianzas tanto con beréberes como con muladíes y cristianos. Pactó con los Banu Hayyay de Sevilla, reconoció la soberanía Idrisí de Marruecos, pactó con los Aglabíes de Qayrawan primero, para que mediaran por la legitimación de los abbasiés de Bagdad, y con la Shi’a de los fatimíes después. También establece contactos con el Alfonso III, aunque este aprovechará para organizar su reino e iniciar un fuerte empuje en la marca superior.
En el 891, ben Hafsún lanza un ataque a Córdoba sin éxito, ya que el emir, en el último momento pudo reclutar entre las filas a miles de voluntarios cordobeses formando un ejército de 14 mil hombres que fue capaz de repeler la acometida hafsuní. Este inquietante acercamiento a las puertas de Córdoba pone de manifiesto una vez más la debilidad del emirato.
Y, si hablamos de apogeo de la revuelta de Hafsún, es ahora el momento de referirnos al inicio del declive. Hay dos elementos importantes que marcan la trayectoria de la revuelta hasta que poco a poco, no sin esfuerzo, Abd Al-Rahman III logre sofocarla.



El primero es la conversión al cristianismo de ‘Umar ibn Hafsún, que desde entonces pasará a llamarse Samuel. Llevó un obispo a Bobastro y mandó construir las iglesias de Santa Eulalia y Santa María. No está claro del todo los motivos de su conversión, posiblemente ‘Umar, albergaba en secreto la fe de sus antepasados, pero lo que sí sabemos es que aprovechó esta conversión para solicitar algunos apoyos, como la legitimidad del rey asturiano.


Esta decisión supone una ruptura que le hizo perder considerables apoyos entre sus seguidores, al igual que la pérdida del compromiso de muladíes y beréberes que no vieron con buenos su apostasía. Con la conversión del enemigo número de uno de Córdoba, paradójicamente se va desarrollar un mayor impulso a la islamización. La familia árabe de los Banu Hayyay de Sevilla también rompe con él y desde entonces participan en continuas razzias contra él, tanto en verano como en invierno, otorgándole el carácter de Yihad a sus campañas. La pérdida de capacidad que supuso la conversión de Ibn Hafsún, permitió al Emir recuperar algunas plazas, llegando incluso a atacar Bobastro. Este nuevo enfoque rupturista de la rebelión, como apunta Pierre Richard, de cierto nacionalismo autóctono, adquiere con la conversión de Omar Ibn Hafsún, unos tintes religiosos nada ajenos a Córdoba.
El segundo elemento que marcará la cuenta atrás de la rebelión será el acceso al poder, tras la muerte de su abuelo, Abd Allah, del nuevo emir ‘Abd al-Rahman III (912-961), séptimo sucesor de su homónimo y fundador de la dinastía establecida en al-Ándalus desde el año 756. El nuevo emir, dotado de energía, capacidad y determinación, inicia un goteo de conquistas de castillos y de represión en las zonas disidentes marcando el restablecimiento del poder central y culminando con la instauración del califato Omeya.
Una de las primeras campañas que llevó a cabo el nuevo emir, fue la toma de Écija que aún estaba en manos de los rebeldes y que suponía por su proximidad un inquietante escollo que debía ser resuelto. El Muqtabis del gran historiador Ibn Hayyan recoge:

“El 14 de Diciembre 912-13 salió el chambelán Badr b. Ahmad con el ejército a la ciudad de Écija, zona rebelde de la cora meridional cercana a Córdoba, combatiéndola y conquistándola el jueves (…). El chambelán Badr entró en ella en la mañana del jueves citado y concedió el amán a la población y se ocupó de su gobierno, mandando destruir las murallas, que fueron echadas por tierra, pero conservando su ciudadela el alcázar para morada de gobernadores y cadíes: fue a primera ciudad conquistada en país disidente”

Tras la toma de Écija, el emir Abd al- Rahman III, llevará a cabo una primera incursión de pacificación en la cual logra tomar más de 70 plazas fuertes y 300 refugios fortaleza menores entre los cuales se encuentra la cora de Elvira, Baza y Salobreña, pero sin llegar asediar directamente Bobastro. Sevilla tampoco tardaría mucho en someterse al poder Omeya, exactamente el año 301/914.
De nuevo, encontramos referencias a este suceso en el Muqtabis V de Ibn Hayyan:

“Envió cadíes con diversos contingentes a todas las fortalezas (husun) de la cora de Rayyo, con orden de destruirlas todas, derribar sus muros y derruir sus alcazabas, quitándoles los cimientos y dispersando sus piedras, y obligando a sus moradores a bajar al llano y habitar en él en alquerías, como lo habían hecho cuando pertenecían a la comunidad”

El emir proseguía sin fatigarse el sometimiento de la región con sus tropas, atacando los centros de influencia de Hafsún, aniquilando a sus seguidores y organizando el territorio con la designación de gobernadores locales. También bloqueó la ruta con el norte de África, destruyendo los navíos con los que Ibn Hafsún abastecía su revuelta. Mientras tanto, veía cómo iba reduciéndose su influencia poco a poco hasta que el año 917-18 ‘Umar ibn Hafsún, muere de una enfermedad a la edad de 72 años, según encontramos en las crónicas de Ibn Hayyan:

“En este años hizo Dios morir al malvado ‘Umar b. Hafsún, germen de hipocresía, imán de perdición refugio de disensión, foco de sedición y refugio de rebeldes en su capital Bobastro”

A pesar de la muerte de Ibn Hafsún, la llama de la insurrección seguirá con su estirpe durante más de diez años, exactamente hasta el año 928 en el que su hijo Hafs ibn ‘Umar ibn Hafsún rinde el mítico reducto. Esta vez Bobastro caerá definitivamente. Abd al-Rahman III, en un intento de socavar los ánimos de los levantiscos andalusíes y castigar las conductas subversivas, manda desenterrar los cadáveres de Ibn Hafsún y de su hijo Chafar para ser expuestos ante los cordobeses.

“Esta maldita ciudad, nido de sedición, origen de disensión, madre de calamidades y causa catástrofe, había sido penosa para los hombres, insufrible para la fe, devastadora para el suelo cultivado, muerte de ciudades populosas, disgregación de la comunidad musulmana y apaño de herejes, morada y auxilio de politeístas, que no habían podido curar los emires ni tratar los sabios, hasta que Dios le dio en el califa an-Nasir (Abd ar-Rahman III) rápido final, dirigiéndole su atención e industria, combatiéndola personal y constantemente, mermándole fortalezas y quitándoles alfoces por doquier para debilitarla y disgregarla y levantando continuas construcciones que conmovieron sus mismas bases, pues nadie podía salir de ella ni entrar en ella sin ser visto e impedido por fortaleza o muro, no podía bajar espía que no fuese inmediatamente capturado. No se pudo agradecer bastante su conquista, que excedía lo deseable y de lo propiciable por la fortuna, siendo considerada la mayor de las alegrías, garantía de goce, fiesta única y ocasión de agradecimiento y loor a Dios que da y quita, glorificado sea”. (Muqtabis)

Este triunfo, ahora sí del Islam, animó a Abd al-Rahman III a adoptar el título de ‘Amir al Mu’minin- Príncipe de los Creyentes- y el de Abd ar-Rahman III, apodado al-Nasir li-Din Allah – defensor de la religión de Dios-, dando paso al periodo califal.



La caída de Bobastro que, por supuesto, supuso un acontecimiento decisivo para la forja del Califato, se convierte en todo un hito simbólico que connota el renacer de un poder cordobés desarraigado ya de sus fracturas internas y demostrando su capacidad y contundencia en la pacificación del territorio, pero también, la inquietante amenaza ante la proximidad del califato fatimí se asocia como factor determinante.
Por primera vez desde que los musulmanes pisaron la Península se puede hablar de un poder centralizado y legitimado por todos, en mayor o menor medida. Este hecho, es decir, la unificación del poder y la pacificación férrea del territorio llevada a cabo por el primer califa omeya, se puede interpretar como que fue entonces, y no en la mítica batalla de Guadalete el año 711, cuando se puede hablar de la conquista de al-Ándalus.

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