Hoy mismo he tenido el honor de asistir a una conferencia de Wazilla Tamzali, activista feminista de origen argelino que defiende a capa y espada la separación de la religión y el movimiento político de liberación o equidad entre hombres y mujeres en los territorios islámicos.
Este tema que no está exento de controversia y más si la feminista en cuestión se declara laica. Es tema de interés tanto en Occidente como en Oriente.
Frente a la posición de las feministas que se declaran islámicas, Wassyla separa totalmente el feminismo del islam y, en consecuencia, de cualquier otra religión que por definición y bajo unos dogmas patriarcales segregan los géneros y sobreponen el masculino al femenino.
Según Wassyla, no tiene nada que ver la fe que una persona profese y la lucha política en pro de unos derecho humanos que se nos niegan sistemáticamente (no sólo en Oriente) por poseer atributos sexuales diferentes a los masculinos.
Según esta escritora, la cuestión del velo es meramente social. En Argelia se diferencia a la mujer velada y no velada como “la vestida” y “la desnuda”. Esto es un problema, dice Wassyla, porque sistemáticamente se mitifica el erotismo de la mujer que ha de ser tapada con un velo, no para salvarla a ella, sino para hacer más llevadero el “ incontrolable instinto sexual de los hombres”.
Por otro lado la autora de Une femme en colère también ha hablado sobre el tema de la herencia que, según ella, y términos coránicos, ya coloca a la mujer como la mitad de válida que cualquier familiar masculino.
Asistiendo a esta conferencia, me he dado cuenta de lo difícil que tienen que ser las cosas para Wassyla Tamzali, tachada por la mayoría del mundo islámico como radical, igual que pasa con escritoras y activistas feministas que se atreven a hacer política crítica desligándose de la religión, como la médico y escritora egipcia, Nawal Saddawi.
Esa supuesta radicalidad, cuando una fémina esta en el centro del debate y el discurso, no es más que otra artimaña del patriarcado que funciona tanto para hombres como para mujeres. Es decir, que lo tenemos tan asumido que cualquier comportamiento político, liberador y valiente lo extrapolamos directamente a unos atributos masculinos que a una mujer, aún hoy, se le niegan por naturaleza, y me estoy refiriendo a esto: En un momento de la charla la conferenciante dijo: “Me hablaban como si fuera un ayatolah” (hablando de una conferencia que había dado. En mi cabeza eso ha sido hasta chocante y sumando que hablaba de un feminismo laico al más puro estilo de Simone de Beauvoir, me parecía casi increíble que fuera musulmana, argelina y mujer, con esto quiero decir que lo que en realidad choca es ver a una mujer haciendo política sin tener que pedir perdón por ello, ver a una mujer que pese a la presión social y religiosa es capaz de decir que no se considera musulmana, se considera argelina. Si para mi oír eso ha sido “chocante” no imagino qué pensarán las mujeres musulmanas de su discurso, ¿y las feministas islámicas? ¿Están preparadas para desligar la religión de un movimiento político en defensa de la mujer?
No hay comentarios:
Publicar un comentario