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lunes, 26 de noviembre de 2007

La mecana, la iraquí y la medinense.

Harun ar-Rashid se hallaba a la sazón bebiendo, rodeado de sus jawari (esclavas) e invitados, cuando al-Fadl Ibn Arabi pidió permiso para entrar. El califa le ordenó que entrara y le preguntó, apenas se hubo sentado: "¿Qué motivo has tenido para venir a visitarnos a esta hora?" "¡La bendición de Dios sea con Vos, Majestad! Me ha sucedido algo de lo que no puedo callarme hasta mañana!, respondió el hombre. "¡Cuenta!", dijo Harun ar-Rashid. Entonces dijo el hombre: "¡Majestad! Tengo en mi casa tres jawari: una mecana, una medinense y una iraquí. La medinense cogió mi miembro con la mano y en cuestión de segundos tuve una erección. La mecana intervino inmediatamente saltando y poniéndose encima. La medinense la increpó entonces, roja de ira: "¿Cómo te atreves a hacer tal cosa? ¿Has olvidado quizás que el profeta Mahoma -sean mil bendiciones de Alá sobre él- dijo: Aquel que despierte a la vida una tierra desierta, la poseerá?" La mecana le respondió: "¿Y has olvidado tú que el profeta Mahoma -sean mil bendiciones de Alá sobre él- dijo también: En la caza, la pieza cobrada pertenece a quien la cace, y no a quien la rastree?" A lo cual la iraquí, que hasta entonces había presenciado en silencio la escena, respondió a ambas cogiendo mi miembro, mientras decía: "¡Me pertenecerá a mí hasta que las dos os hayáis puesto de acuerdo!"

Al-Isfahanii, "Kitab al-aghanii" vol.16, p.374

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