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jueves, 18 de septiembre de 2008

El café

La primera mención del qua, palabra de origen incierto de la que deriva el vocablo “café”, se encuentra en los textos árabes del siglo XVI. La historia de nuestra bebida ofrece diversas coincidencias con la del hachís. Diferentes tradiciones atribuyen a varios sufíes su introducción en el Yemen desde Etiopía, introducción que según la versión más difundida fue la obra de Abu l-Hasan ‘Ali b. ‘Umar al-Sadili. Otro de estos relatos tiene como protagonista a Abu Bakr. ‘Abd Allah al Audarus, célebre sufí muerto en Adén en 1508 y cuya tumba aún es venerada allí. Según la leyenda cierto día en uno de sus viajes, Al- Aydarus, pasó por un cafetal y comió de sus frutos. Después de constatar sus propiedades excitantes, siguió tomándolo como alimento y lo recomendó de manera particular a uno de sus seguidores, aunque más tarde su conocimiento se extendió por doquier.

Estos y otros relatos similares son un reflejo legendario del papel de los sufíes en lo orígenes del consumo del café en el mundo islámico. Los relatos, probablemente verídicos, al afirmar, que en Arabia el café tuvo sus primeros adeptos, en los círculos místicos a finales del siglo XIV. Esto explicaría por qué el término de qahwua, usado durante siglos en la lengua poética de los sufíes para nombrar el vino, pasó más tarde a designar el café. Al igual que en el caso del hachís lo que caracteriza la postura de los sufíes, hacia la nueva bebida es la creencia de que su destino primigenio y verdadero es el uso del ritual y ceremonial. Los sufíes veían en él un eficaz estimulante para la ejecución de sus ritos religiosos, al tiempo que consideraban que incitaban al bien y apresuraba la consecución de un estado extático.
En opinión de estos sufíes, la intención piadosa, con la que se servían del café, hacía de su consumo una buena obra y les revelaba los misterios del mundo secreto.

Desde el principio de su historia la cuestión es la licitud o ilicitud del café suscitó una gran polémica, resuelta de diferente manera, según el momento y el lugar, en que se produjese. Hacia finales del siglo XV, apareció en la meca la costumbre de beber café, pronto se abrieron establecimientos donde hombres y mujeres se reunían , escuchaban música, y se entregaban a juegos de azar. Estas practicas y la costumbre de hacer circular el café, como se hacía con vino escandalizaron a algunos que lo consideraban como algo censurable. A principios del siglo XVI, el nuevo jefe de policía de la ciudad de la Meca logró que un concilio de alfaquíes, declarara ilícito el café. En virtud de esta resolución el jefe de policía prohibió su consumo y comercio, y castigó a un gran número de vendedores, e hizo quemar las reservas del café. No obstante al año siguiente, el celoso funcionario fue remplazado por otro nuevo que gustaba de beber café, y así pudo volver a practicarse abiertamente esta costumbre. En el Cairo fue conocido en la primera década del siglo XV, al principio en el barrio religioso de Al Azhar, a través de los sufíes del Yemen, de medina y de la Meca, que realizaban sus rituales, en la mezquita bebiendo café. Tras haber sido vendido y bebido públicamente en el Cairo, en torno a 1532, el conocido predicador y alfaquí Ahmad b. Abd Al-Haqq al Sunbati, proclamó que el café era ilícito, y sus seguidores arrasaron y saquearon los cafés de la ciudad. Esta situación fue resuelta por el cadí Muhamad b Ilyas al-Hanafi, quien tras consultar la opinión de muchos sabios decretó que era lícito consumirlo. Mas tarde las relaciones de Egipto y las ciudades santas de Arabia, llevaron el café a Siria Persia y Turquía, en cuya capital se inauguraron, en 1554 los primeros cafés.
Estos locales pronto se convirtieron en lugar de reunión de personas, distracción, intelectuales y gentes de letras, que pasaban el tiempo bebiendo café, discutiendo e intercambiando opiniones. Igual que había sucedido en otros lugares, la gran difusión del café suscitó la oposición de algunos círculos religiosos, que consideraban que los cafés hacían la competencia a las mezquitas, y que creían que la nueva bebida era aún peor que el vino. El hecho de que en esos establecimientos se hablara de política, se criticase las acciones de gobierno y se fomentasen intrigas, fue una de las razones por la que las autoridades se decidieron en ocasiones reprimir el consumo del café. Uno de los episodios más graves de esta represión fue el protagonizado por el sultán Murad IV, que prohibió el café, ordenó demoler todos los cafés, y ejecutó a muchos. Sin embargo tanto en esto como en otros casos, la fuerza de la realidad hizo imposible el mantenimiento de la prohibición , llegando incluso a darse la curiosa circunstancia de que los gobiernos islámicos optaron a veces medidas para remediar la carestía del café.
Texto extraído de : I. Lozano, Solaz del Espíritu en el hachís y el vino y otros textos sobre drogas, Editorial de la universidad de Granada, Granada, 1998. Páginas 34 y 35.

1 comentario:

Dr.Akbaricus dijo...

http://lacomunidad.elpais.com/dr-akbaricus/posts
Un tema sobre el sufismo en un blog proislámico

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