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domingo, 16 de enero de 2011

ARISTÓTELES Y EL ISLAM. LAS RAÍCES GRIEGAS DE LA EUROPA CRISTIANA (reseña)



Este libro que presentamos hoy es la traducción francesa de la obra Aristote au Mont-Saint-Michel. Se enmarca dentro de una corriente muy crítica con todo lo árabe y musulmán y ha suscitado una gran polémica en Francia. Este libro ha sido escrito para combatir la idea, tan extendida, de que la cultura árabe e islámica clásica sirvió de transmisora de las obras de la antigüedad griega –especialmente de la figura esencial de Aristóteles- al mundo cristiano medieval a través de las traducciones y que, gracias, en parte, a ese papel se produjo el Renacimiento en Europa.

Se editó en Francia en el año 2008 y la traducción al castellano es de 2009. Enseguida fue rebatido con otro libro titulado Les grecs, les arabes et nous, de varios autores, este todavía no traducido al castellano.

Sin haber leído la crítica francesa a la obra de Sylvain Gouguenheim, vamos a intentar, de forma esquemática, presentar los argumentos del autor, citando algunos fragmentos de su obra, para después comentarlos.

La tesis que él defiende se puede resumir en los siguientes puntos:

1- Europa no tiene ninguna deuda con la cultura árabo-islámica porque hubo una labor de traducción directa de la sabiduría clásica –del griego al latín- a lo largo del siglo XII por parte de sabios, monjes y eruditos europeos. Entre estos eruditos conocedores de los pensadores griegos destaca Jacobo de Venecia, que vivió un tiempo en la abadía de Mont-Sant-Michel (Normandía) y cuyas traducciones son 50 años anteriores a las que se hicieron en el Toledo cristiano del siglo XIII, famosa sede de traducciones del árabe al latín o a las lenguas romances. Define el autor a Jacobo de Venecia como “el eslabón perdido en la historia del paso de la filosofía aristotélica del mundo griego al mundo latino”, p. 96.




Abadía Mont-Sant-Michel en la actualidad

2- Destaca el papel de Bizancio “el gran olvidado de la herencia europea” [p. 20] en la conservación y transmisión de ese saber. Dando importancia también a los cristianos griegos y del Próximo Oriente que se dispersaron por distintos lugares de Europa tras las conquistas islámicas (habla de una auténtica “diáspora cristiana oriental”, p. 33.


Patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario. Cronicón de Juan Skylitzes (s. XI)

3- Combate la idea de los siglos oscuros en Occidente y defiende un continuismo desde la época greco-romana a la medieval europea, con dos momentos de desarrollo cultural: la corte carolingia y la de los emperadores alemanes (s. X y XI). Tanto en el continente como en Sicilia. [Véase pp. 29 y 38].

Podemos interpretar el desarrollo intelectual de Europa como un movimiento continuo, de muy larga duración, que se realizó a través de una serie de etapas engranadas unas con otras”, p. 51.

4- Lo (poco) que se hizo en el mundo árabe e islámico no lo hicieron los árabes musulmanes sino que todo fue obra de los cristianos siriacos.

Cuando hablamos de “cultura árabo-musulmana” para los siglos VII al X estamos cometiendo un anacronismo – o recurriendo a un truco-, porque entonces aquella cultura apenas era musulmana y no fue árabe más que de forma indirecta. En realidad era en gran medida cristiana y siriaca.”, p. 74.

Fueron, por tanto, cristianos los que inventaron, de principio a fin, el vocabulario científico árabe.”, p. 80.

Es con ellas (comunidades cristianas orientales), a fin de cuentas, con las que tiene una deuda el mundo occidental, una inmensa deuda”, p. 91.


Fraile habla con obispo. Consolaciones en el entretenimiento de califas y reyes. De Muhammad ibn Zafar al-Siqilli. Filósofo y pensador político(s. XII). Su obra es considerada por algunos como precursora del Príncipe de Maquiavelo.

La conclusión es clara: el Oriente musulmán se lo debe prácticamente todo al Oriente cristiano.”, p. 91.

5- Los árabes musulmanes no asimilaron la filosofía griega porque la lengua árabe es adecuada a la poesía pero no sirve para el razonamiento, al contrario de la lengua griega.


En conclusión:

1- Europa no le debe básicamente nada a la cultura islámica.
2- La identidad europea hunde sus raíces en el mundo griego clásico y el Cristianismo. Bizancio, el mundo carolingio y el Sacro Imperio Romano Germánico son sus transmisores.

¿Es exagerado pensar que esta aspiración del espíritu europeo a un pensamiento libre y a un examen crítico del mundo encuentra sus raíces, al menos en parte, en las enseñanzas de Cristo, conciliadas con la curiosidad universal de la Grecia antigua?”, p. 52.



3- El mundo árabe e islámico constituye una civilización contraria o incompatible con el Europea cristiana.

Las dos civilizaciones, la de la Grecia antigua y la del Islam clásico, no se mezclaron … En resumidas cuentas, en la Edad Media el Islam no se helenizó, del mismo modo que Occidente no se islamizó”. P. 147.

* * *




Muy esquemáticamente, estas son las ideas y las conclusiones que vertebran el libro de Sylvain Gouguenheim. Como se puede apreciar sin dificultad, esta obra pertenece a una corriente actual que se ha tachado de islamófoba pero que creo que también se la puede tachar de arabófoba. El rechazo a todo lo que sea árabe e islámico conjuntamente (se salvan los cristianos árabes y los persas e hindúes) parece ser lo que lleva al autor a escribir el libro.

Los defensores de esta corriente persiguen definir la identidad cultural europea por oposición a la árabo-islámica, negando cualquier contacto fructífero o influencia de la una en la otra. Además, obligados a adjudicar algún valor y logro a dicha cultura, consiguen eliminar todo elemento árabe y musulmán para atribuir el mérito siempre a cualquier otro –siriaco, persa, beréber, kurdo, hispano-romano, hindú, etc.


Averroes.El más importante filósofo árabe de la Edad Media y gran comentador de Aristóteles.

Dejando de lado lo pueril del argumento y aceptando –por pura lógica- que traducciones de las obras griegas hubo en distintos lugares y desde diversas lenguas a lo largo de toda la Edad Media, hay varios puntos que me parece muy discutibles (dejando a parte el tema de la filosofía).

No me parece defendible de ningún modo considerar a la Grecia clásica como un mundo radicalmente ajeno al Islam y a la civilización árabo-islámica, al contrario de la civilización occidental y el cristianismo, “que emergió en un universo griego” (p. 164). Esta atribución identitaria de la Grecia clásica a Occidente (siempre en oposición al Otro, al árabe musulmán) le hace ir un paso más allá al considerar, resumiendo, que el logos de la lengua griega es intraducible en una lengua que no sirve para el razonamiento lógico, aunque sí para la poesía. Eso le lleva a la conclusión de que las estructuras mentales de los griegos y latino parlantes y de los árabo parlantes son tan opuestas que responden a civilizaciones incompatibles.
Es decir, no se trata de que la cultura o civilización árabo-islámica no quisiera tomar del saber griego sino que el árabe como lengua y el pensamiento y mentalidad que se deriva de dicha lengua no es apto al logos o al razocinio. Este razonamiento me parece inadmisible, sin más.


Sócrates y sus estudiantes. Ilustración del Kitab Mukhtar al-Hikam wa-mahasin al-kilam de Al-Mubashir. Siglo XIII.

Precisamente, cuanto más estudias la historia más cuenta te das de la permeabilidad de culturas, pueblos y razas y que plantear esencialismos es una posición política o ideológica muy alejada de la compleja realidad histórica.
Por otro lado es obvia la gran influencia que la cultura griega tuvo en el mundo musulmán, sobre todo en el árabe. Aunque nació en la Península Arábiga, pronto se estableció y creció en territorio anteriormente ocupado por los griegos, Asia Menor. Incluso antes del islam, los árabes ya tenían contacto con el mundo grecolatino. Los importantes centros de Petra y Palmira eran de árabes romanizados. Uno de los emperadores romanos fue Filipo el árabe, que gobernó del 244 al 249 d.C. Los árabes gassaníes (cristianos monofisitas) fueron aliados de los romanos en sus enfrentamientos con los persas (s. IV al VI). Importantes urbes greco-bizantinas pasaron a pertenecer al mundo árabo musulmán a partir del siglo VII, como Alejandría, Jerusalén o Antioquía. La arquitectura de la gran Siria reutiliza elementos griegos, los baños –de tanta tradición dentro del Islam- tienen grandes puntos de contacto con los baños greco-latinos. Diversas palabras y conceptos griegos son adoptados por el mundo árabe. Valga como ejemplo el concepto étnico-lingüístico de bárbaro en el mundo griego y el de ´ayam en el mundo árabe. La importantísima obra literaria de Ibn Hazm de Córdoba, El collar de la paloma, refleja un concepto del amor básicamente platónico. Esto es solo una muestra, a vuela pluma, de que la cultura árabo islámica clásica se nutre de la antigüedad clásica de la misma forma que también tiene elementos de la cultura persa o la india, ya que, como toda civilización en su desarrollo y apogeo, absorbe como una esponja todo lo que le rodea.


Mezquita de Damasco. Interior.


Por eso, me parece también poco acertada la opinión del autor de que los árabo-musulmanes no tuvieron curiosidad por conocer, sino solo por estudiar su libro sagrado y aplicar la ley. Muy por el contrario, el mundo árabo islámico clásico se caracteriza por un gran afán de conocer y de interpretar. Historiadores, viajeros y literatos (sin detenernos en analizar si eran árabes o no, ya que todos compartían unos referentes culturales, fueran cuales fueran sus orígenes étnicos o religiosos) recogen en sus obras enciclopédicas descripciones de lugares, costumbres y tradiciones de otros pueblos, de otras culturas, fenómenos que desconocen y maravillas que interpretan a su modo.
Por otra parte, respecto al Islam, como tercera de las religiones monoteístas reveladas, lógicamente, tiene diversos puntos en común con el Cristianismo. ¿Es el Cristianismo más o menos hostil a la razón que el Islam? [El Cristianismo…”no es en sí mismo, una religión hostil a la razón” (p. 67)]. S. Gouguenheim afirma que “La revelación coránica se mueve dentro de otro universo, indiferente en origen a toda perspectiva científica”, p. 125. ¿Es que las religiones en sí se ven atraídas por la perspectiva científica? ¿No condenó el Cristianismo a diversos científicos por defender teorías opuestas a los dogmas de fe?


Sófocles y sus alumnos. Ilustración del Kitab al-Mujtar de al-Mubashir. Siglo XIII.

Por último, y aunque se podrían poner en entredicho muchos más aspectos del libro, me parece que criticar al movimiento de los muta´zilíes porque eran creyentes y no racionalista en el sentido moderno del término me parece un anacronismo. Los muta´azilíes se valieron de los métodos racionalistas del conocimiento elaborados en la filosofía griega para interpretar la religión pero, lógicamente para el momento histórico en el que vivieron, desde una posición de creyentes. El hecho de intentar compatibilizar razón y fe o la disyuntiva del libre albedrío o la predestinación del ser humano fueron cuestiones que se plantearon tanto los cristianos como los musulmanes en la Edad Media. Incluso Descartes, el padre del racionalismo moderno, creía en Dios.

En conclusión, la identidad cultural europea (si es que se puede hablar de tal), como cualquier otra identidad cultural, está forjada por una amalgama de componentes múltiples, complejos e híbridos, que han tenido diversa importancia y desarrollo a lo largo de la historia. Uno de dicho componentes es el Islam, entendido como cultura. La cultura árabo-islámica no se opone a la occidental sino que se inserta en una imaginaria línea civilizatoria que –simplificando mucho- pasa del mundo greco-latino, al árabe musulmán y al latino-cristiano y desemboca en el Renacimiento y el posterior desarrollo de la ciencia. Tratar de dilucidar (sobre todo teniendo la conclusión clara de antemano) qué cultura o civilización es “mejor” es otra discusión pueril. Todas y cada una han contribuido de una u otra forma al conocimiento y la comprensión del mundo. Probablemente, ese desvelo por negar al Otro, provenga de que ese Otro tiene muchos más rasgos comunes con nosotros que divergentes.


Debate imaginario entre Averroes y Porfirio. Monfredo de Monte Imperiali, Liber de herbis, s. XIV.

Sylvain Gouguenheim, Aristóteles y el Islam. Las raíces griegas de la Europa cristiana, Gredos, Madrid, 2009. Título original francés: Aristote au Mont-Saint-Michel, Éditions du Senil, 2008.

5 comentarios:

Manuel Casal dijo...

Interesante post. Muy buenas la recensión y el comentario. Gracias.

Eva Lapiedra dijo...

Gracias a ti por leerlo, ¡y tan rápido!

Patricia Olcina P. dijo...

Me ha gustado mucho este post, me ha animado a indagar un poco más en este tema ;)

Mariame FARQANE dijo...

Muy interesante... Habia leido el libro en francés "c'est un peu tiré par les cheveux"!!!

jgfilibertocastillo dijo...

Me parece una excelente reseña del librio en forma muy puntual y acertada. Coincido contigo en que las culturas no son monolíticas e impermeables, sino todo lo contrario, son culturas complejas y multiformaes, y por lo tanto debemos acercanos a ellas con una mentalidad pluralista y abierta. Los pensadores arabo-islámicos contribuyeron en forma significativa al crecimientoy profundización de la cultura europea.
gracias por tu reseña es excelente.

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