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miércoles, 4 de noviembre de 2009

El sabor de la miel (reseña)




“Hay quien invoca a los espíritus. Yo invoco a los cuerpos. No conozco mi alma ni la de los demás, pero conozco mi cuerpo y sus cuerpos.
Eso me basta.”

Así da comienzo el libro de Salwa Al Neimi, autora de origen sirio asentada en París. Su libro, El sabor de la miel, es un texto provocador, directo, removedor de conciencias. Al Neimi no escribe una novela sino una crítica acerva contra el conservadurismo y la pacatería que, en materia sexual, domina al mundo árabe. Arremete contra la represión sexual y los tabúes sobre la sexualidad con los que creció.



“No soy la única ignorante. Parece ser que la ignorancia se ha generalizado en el período de decadencia sexual que vivimos actualmente” (p. 154).

“Me pregunto si las lectoras de Elaph entenderían algo del libro que redactó el jeque al-Suyuti para las mujeres en el siglo XIII sobre el arte de hacer el amor, visto que viven en la edad de piedra de la sexualidad.” (p. 155)

Además El sabor de la miel es un alegato a favor del sexo por el sexo para una mujer, fuera del matrimonio o de cualquier relación comprometida.

La obra en sí no tiene gran calidad literaria. La autora y su libro se han hecho famosos y han sido traducidos a varios idiomas por el tema que trata y cómo lo trata, ni más ni menos.

Lo más interesante de El sabor de la miel es que Al Neimi cita textos eróticos clásicos, de la rica tradición árabo-islámica “es un tesoro oculto que poca gente conoce” (p. 19), para apoyar su tesis de que el mundo árabe e islámico ha vivido tiempos mejores en lo que a las relaciones sexuales se refiere o, cuanto menos, tiempos en los que hablar del cuerpo, del sexo y del placer no era tabú.

“La libertad con que escribían los antiguos se burlaba de mí con su séquito de palabras que no me atrevo a pronunciar y tampoco a redactar.” (p. 19)

Para Al Neimi la lengua árabe es el idioma del sexo. Los textos clásicos a los que se refiere utilizan, sin pudor, gran cantidad de vocabulario relativo a las partes del cuerpo y el deleite sexual. En contraposición a esta riqueza expresiva medieval, critica que los árabes actuales, debido a la represión sexual, utilizan otros idiomas para hablar de sexo.

Sin embargo, y sin perder de vista la belleza de las citas y la desinhibición que reflejan frente a las relaciones sexuales, tampoco hay que idealizar ese pasado. De sexo y erotismo escribían sobre todo sabios de la ley, hombres de religión, que tratan las relaciones sexuales dentro del matrimonio como un tema más de la vida de todo musulmán. Es decir, nos parecen desinhibidos y exentos de tabúes pero su marco es la relación institucionalizada entre hombre y mujer. Eso sí, estos venerables sabios abordan el placer sexual como algo natural, y, aunque se refieren sobre todo a los hombres, no olvidan a las mujeres. Por otro lado, son textos cultos, inaccesibles para la gran mayoría de la gente en tiempos premodernos [véase "El islam y el placer sexual" de L. Bernabé y "Esparcimiento de corazones", Al-Tifasi [reseña] de M. Moreno en Araboislamica].

Destacar, por último, como excepción, los casos de Houba de Medina “famosa dama de la que no se salvó ningún hombre y que, al mismo tiempo, fue una lesbiana reconocida” (p. 103) y Al-Alfiya “a quien considero una de las más importantes adalides de la liberación de la mujer, la sexual, al menos. Es un personaje mítico” (169).

Salwa Al Neimi, El sabor de la miel. ¿Por qué una mujer árabe no puede hablar de sexo?, emecé, París, 2008. Trad. del árabe de Myriam Fraile.
Imágenes:1) portada del libro en su versión española, 2)Dos amantes, dibujo de Reza Abbasi, famoso pintor iraní de la corte del Shah Abbas (s. XVI)3) La escritora, Salwa Al Neimi, 4)Mujer escribiendo en la corte del Shah Abbas (1585-1627)

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