Un dibujo de Edward Lane de encantadores de serpientes en El Cario
En el año 1830.
Narra Lane con extraordinario estilo que muchos derviches rifais y saadis se ganan la vida, yendo de casa en casa expulsando a las serpientes mediante encantamientos. Algunas otras personas profesan este mismo arte, pero no son tan famosas. Los primeros viajan por cualquier parte de Egipto, y no les falta el trabajo, aunque sus ganancias apenas cubren sus más elementales necesidades. El encantador afirma descubrir, sin percepción visual (aunque es posible que lo haga por tener un olfato especial) si en una casa hay serpientes o no; si las hay, puede atraerlas, de la misma manera que hace el pajarero que, utilizando tan sólo la fascinación de su voz, lleva a los pájaros en su red. Como las serpientes buscan los rincones más oscuros a fin de esconderse, el encantador, en la mayoría de los casos, debe ejercitar sus habilidades en una habitación a oscuras porque, de esa manera, siempre puede sacar una serpiente de su pecho, llevarla hasta la gente que espera fuera, y afirmar que la ha encontrado en la vivienda, ya que nadie se aventurará a entrar con él después de que éste asegura que hay una serpiente en la habitación. Sin embargo, a veces se le hace actuar a la luz del día, rodeado de espectadores, y gentes incrédulas los han registrado e incluso desnudado, y a pesar de ello, su éxito ha sido completo. Suele asumir un cierto aire de misterio, golpea las paredes con una rama corta de palmera, silba, hace un ruido de cloqueo con la lengua, y escupe en el suelo; luego añade: «Os conjuro por Dios, si estáis arriba o si estáis abajo, que salgáis. Os conjuro por el más grande Nombre, si sois obedientes, ¡morid! ¡morid! ¡morid!» La serpiente generalmente se ve desalojada de alguna grieta de la pared por su bastón, o se descuelga del techo de la habitación.
También afirma Lane que a menudo ha escuchado que el encantador de serpientes, antes de entrar en una casa en la que debe poner en práctica su arte, emplea a un sirviente de la casa para que meta una o dos serpientes; sin embargo, explica Lane, que ha conocido casos en los que esto sería imposible, y se inclina a pensar que los derviches están realmente al corriente de algún medio físico para descubrir la presencia de serpientes sin necesidad de verlas, así como de atraerlas desde sus escondrijos. Es, sin embargo, un hecho bien comprobado, afirma Lane, que los más expertos de entre ellos no se atreven a llevar encima serpientes de tipo venenoso sin antes haberles extraído los colmillos ponzoñosos. Muchos de ellos esconden es¬corpiones, también, dentro del gorro, incluso sobre la cabeza afeitada, pero sin duda no lo hacen sin antes haberlos desposeído de su capacidad de herir, quizás simplemente despuntándoles el aguijón. No se olvida Lane de mencionar las famosas hazañas de los derviches, que consistentes en comer serpientes venenosas vivas, hazañas que se consideran actos religiosos.
* Edward William Lane, Manners and Customs of the Modern Egyptians, New York: Cosimo, Inc., 2005, 371. Sobre los viajes de Lane a Egipto y su descripción de las costumbres de los egipcios en el siglo XIX véase también su libro Description of Egypt, El Cairo: American Univ in Cairo Press, 2000.
1 comentario:
Muy interesante.
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