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viernes, 29 de enero de 2010

El ejército mongol

Una de las características más destacables del grueso del ejército que dirigía Genghis fue su heterogeneidad, es decir, una amalgama étnica y religiosa fruto de los principios de tolerancia religiosa y pragmatismo que hizo a su ejército uno de los más disciplinados y eficientes de la historia.

No hablamos de un conjunto de tribus nómadas provenientes de la estepa mongola sin ninguna experiencia en tácticas militares sino en un ejército con un alto grado de profesionalización, ya que, la destreza en la guerra era uno de los principios que regía la vida en la estepa del siglo XII.



Tras unificar las distintas tribus mongolas, se hico necesario la implantación de nuevos “códigos” o normas para mantener unido al ejército y sobre todo mantenerlo leal a el Khan. Aunque, en un principio estas reformas que recaían sobre arraigadas costumbres bélicas, como el saqueo antes de la conquista, no fueron a gusto de todos y no pocos abandonaron a su Khan. Cuando en 1206 Temuyin se nombra Genghis Khan, muchas de estas reformas ya están más que integradas en el modo de de vida, aunque, a medida que el imperio mongol se ampliaba, otras se fueron implantando.

Una de las innovaciones que implantó Genghis fue el sistema decimal en su ejército. Este nuevo sistema de organización de tropas garantizaba una mayor movilidad y velocidad, característica esta de las más admiradas de su ejército. Se dice que en tres días su ejército podía recorrer unos 400 kilómetros, quizás hoy en día no parezca extraño, pero en el siglo XIII era algo inaudito.


El citado sistema decimal constaba de diferentes escuadrones: El arban, estaba compuesto por diez soldados, un Zagún por 100, un Mingam por 1000 y un Tumen por 10000. Los diez hombres que conformaban un argan, formaban parte de diferentes etnias, etnias que en muchos casos habían sido rivales durante años. Así Genghis dotaba de un sentimiento de hermandad a esos soldados que luchaban ahora codo a codo. Es esta una muestra más del pragmatismo de Genghis Khan.



La extensión del imperio mongol aumentaba gradualmente. Se hizo así necesaria, la implantación de un sistema de comunicaciones capaz de llevar mensajes a cada rincón del imperio: Los jinetes flechas (yam). La población local era la encargada de suministrar las postas. Para estas eran necesarias unas 25 familias. En las postas los jinetes obtenían alimento y ell refresco de su montura. Entre posta y posta había aproximadamente unos 35 kilómetros y se cree, que eran necesarias unas 64 postas para atravesar Mongolia.

Es de imaginar la dificultad que entrañaba la transmisión literal de los mensajes. Estos mensajes y/u órdenes se llevaban a cabo mediante unas melodías (secuencias rítmicas fijas a las que se les añadía el mensaje en verso) es decir, cada mensaje constituía una nueva canción.



Otra de las curiosidades del ejército mongol es que no poseían infantería propia. Hablamos de una caballería sumamente especializada y como ya mencionamos anteriormente, con una movilidad sin precedentes. Esta movilidad, no se debe tan solo a la experiencia inherente a la etnia mongola en este sistema de transporte, ni que su formación como jinetes empezaba a muy temprana edad, antes incluso que los niños mongoles llegasen a los estribos, sino a que, como nómadas, tantos los caballos como los jinetes eran capaces de desplazarse grandes distancias sin necesidad de transportar útiles innecesarios, ya bien para cocinar u otros menesteres. No era necesaria la movilización de caravanas, ya que, los caballos se alimentaban de los pastos que encontraban, al igual que sus jinetes, expertos cazadores. Las crónicas cuentas que los jinetes mongoles, tras una breve partida de caza, guardaba la carne obtenida bajo su montura que, a medida que estos cabalgaban se iba adobando. También comían una especie de pasta seca que se diluía en aga y proporcionaba abundantes proteínas.



Hay que decir que los jinetes mongoles contaban con unas cuatro monturas por cabeza para sus desplazamientos, que iban alternando para mantener así el ritmo y la velocidad antes citada.



Genghis también desarrolló un efectivo sistema de espionaje que le permitía conocer con exactitud lo que estaba sucediendo en cualquiera de los países limítrofes.





Los avíos que conformaban al soldado se limitaban a los necesarios para el combate y poco más como; arco y carcaj, espada corta y daga, escudo de mimbre, jabalina, casucha de seda vasta (como protección) y una alforja de cuero impermeable para vadear los ríos.


Cada invierno, Genghis organizaba una gran cacería, con el fin de mantener activos a sus soldados, pulir las asperezas que surgían en las campañas entre estos y sobre todo, mantenerlo unido. La cacería suponía en muchos casos el modo de vida, junto con el pastoreo y el pillaje, es así como existe un gran bagaje común en cuanto a tácticas de caza que, Genghis va saber extrapolar a la guerra.


Pero sin duda la gran arma de los mongoles, la que más puertas de ciudades les abrió, ha sido la psicológica del terror, terror que iban difundiendo a su paso, ya bien por historias de boca en boca como por la impresión de relatos en papel.



Y una muestra de ese trabajo tan logrado es que, ha llegado hasta nuestras días esa imagen de un ejército sanguinario, cruel y sin ningún tipo de escrúpulos que Genghis contribuyó a forjar de su ejército con una más que clara intención. Y es cierto que esa fama está escrita con sangre pero, debemos tener en cuenta que las matanzas indiscriminadas en el siglo XIII no eran ni mucho menos exclusiva de los mongoles


Isaac Asimov en su obra titulada Historia y cronología del mundo hace una reflexión a este propósito:”A medida que los mongoles se aproximaban, las ciudades se entregaban. Esto sirvió para salvar muchas vidas, y quizá fuera ése el propósito de Genghis Khan” (pág. 226)




En cuanto a las innovaciones tecnológicas con fines bélicos, no encontramos nada íntegramente mongol, sino una capacidad de absorber el saber y conocimientos de los pueblos y civilizaciones conquistadas. También aprendió de las culturas de los pueblos; astronomía, poesía, música, filosofía, pintura, eran, todas esas artes ajenas a la esencia mongol, Genghis supo amarlas y usarlas en su beneficio.

No se puede hablar que todas estas innovaciones, características y adaptaciones fueran ya desde un comienzo, sino que, fueron adaptándose a las nuevas realidades surgidas a medida que crecían las conquistas, se extendía del imperio y aparecían nuevos hallazgos tecnológicos y formas de hacer la guerra. La adaptación a las nuevas exigencias que conllevaba el aumento de la población y el dominio de geografías diversas.


Este despilfarro de creatividad aplicada a la guerra del que Genghis hace gala, más otras muchas más innovaciones, que supondrían muchos más párrafos, contribuyen a forjar a uno de los genios militares más importantes de nuestra historia.

viernes, 22 de mayo de 2009

El Jardín maravilloso III [final]



Le atrapó un sueño: misteriosamente, desde algún sitio desconocido, una maravillosa ave llegó volando y se posó en su pecho. De repente, el pájaro comenzó a cantar con una voz prodigiosa:
- ¡Oh, buen muchacho! ¡Olvida, olvida tus penas! Los pájaros libres no pueden devolverte el oro, pero te recompensarán por tu misericordia. Despierta rápido y verás algo que secará del todo tus lágrimas.
Tras esto el ave voló y desapareció. El joven abrió los ojos y quedó inmóvil de asombro; toda la ancha estepa estaba cubierta de aves maravillosas, entretenidas en un asunto incomprensible.



Los pájaros hacían hoyos en la tierra con sus garras, dejaban caer en ellos con el pico semillas blancas y de nuevo los cubrían con las alas. El muchacho se movió un poco, y en ese mismo instante, los pájaros alzaron el vuelo. Y de nuevo el día se tornó noche, y de los aletazos de sus alas, en la tierra se produjo un huracán. Pero tras esto se produjo un milagro mayor: de cada hoyo que habían hecho las aves, crecieron de repente verdes vástagos que crecieron cada vez más y más alto, y rápidamente se convirtieron en árboles fuertes y frondosos espléndidamente decorados con hojas brillantes. No pasó apenas un instante cuando las ramas de los árboles se abrieron majestuosamente y se cubrieron de flores preciosas nunca vistas, dotando al aire de una dulce fragancia. A continuación, las flores volaron por todas partes y en su lugar, aparecieron en las ramas esplendorosas manzanas doradas.
Los sublimes manzanos, recubiertos de corteza, exactamente de ámbar, no podían contarse. Entre los esbeltos troncos, se divisaban por todas partes fértiles vides, claros prados, cubiertos de una suntuosa capa de hierba y brillantes tulipanes. Los umbrosos senderos se recubrían de delicados pétalos de flores, que íban cayendo de los árboles. A los lados de los caminos, musitaban sonoramente los royuelos, que se llenaron de piedras multicolores que parecían piedras preciosas. Y por encima de su cabeza, revoloteaban, incesantes, aves, gorjeando sin parar, tan bonitas y de tan bellas voces, que le hicieron pensar al joven que estaba soñando.
El muchacho, maravillado, miró por todos lados sin creer lo que veían sus ojos. Para mostrarse a sí mismo que todo era real, empezó a gritar con fuerza y claramente escuchó su voz que, repetidamente, se desvanecía en el eco. El paisaje no desapareció. Entonces, reunió todas sus fuerzas para abandonar el lugar y dirigirse hasta la kibitka del sabio y contar todo lo que había sucedido. Cuando escuchó toda la historia, el sabio y los tres discípulos, junto a Asa y Hasan y sus hijos, rápidamente se pusieron en camino para ir a ver el jardín con sus propios ojos.

En muy poco tiempo, el rumor sobre el jardín milagroso se extendió por todas las estepas. Los primeros jinetes en llegar al jardín fueron hueso blanco*. Pero tan pronto como éstos alcanzaron el lindero, ante ellos apareció una gruesa verja cerrada con candados de hierro. Entonces, los hueso blanco se apearon de su silla e intentaron tocar las manzanas doradas a través de la reja.
Pero cada uno de ellos que tocaba un fruto, rápidamente perdía la fuerza y caía medio muerto al suelo. Viendo esto, los jinetes hueso blanco regresaron con sus caballos a sus aulos, muertos de miedo y terror.
Tras ellos, al jardín acudieron grupos de pobres. Antes de que llegaran, los candados cayeron solos al suelo y las grandes puertas se abrieron. El jardín se llenó de gente, de hombres y mujeres, de viejos y niños. Éstos paseaban por sus senderos, se calentaban con los pétalos, aunque éstos no se marchitaban. Las personas bebían de los royuelos, y el agua no se enturbiaba. La gente cogía los frutos de los árboles, pero éstos no menguaban. No cesaron de escucharse durante todo el día en el jardín el sonido de las dombras, canciones alegres y fuertes risotadas.
Cuando llegó el anochecer y a la tierra descendió la oscuridad, de las manzanas brotaron suaves luces azules, y los pájaros entonaron un bella y dulce melodía. Entonces, los pobres se acostaron sobre la fragante hierba bajo los árboles y durmieron profundamente, felices y contentos por primera vez en toda su vida.

FIN



* Durante los años del Janato kazajo (s.XV-XVIII), la sociedad se dividía en dos grupos sociales, diferenciados no sólo por su condición económica, sino sobre todo por sus vínculos de sangre con los gobernantes mongoles, que se reflejaba en su condición dentro del Derecho. Ello explica los dos términos con los que se conocía a los dos grupos sociales. Unos habitantes eran los ak suiek, es decir, los hueso blanco, a los que no sólo se prescribían los chingisidos o descendientes de Gengis Khan, sino también los hodjas y los descendientes de compañeros de lucha del profeta Muhammad. Los chingisidos, por derecho de nacimiento, adquirían el título de sultán y podían aspirar al trono del janato en cualquier estado donde se observaran y guardaran las tradiciones del imperio mongol. Ellos no pertenecían a ninguna tribu. Los demás habitantes formaban el resto de la sociedad, y se les conocía bajo el nombre de kara suiek, los huesos negro. Este atributo lo adoptaban de manera natural al nacer y no dependía de su situación económica o espiritual.

Imágenes: 1)Ave Kazaja,2,3)Aves volando, 4)Árbol con pájaros (Cendón), 5)dombras, 6)Guerreros mongoles.

Cuento popular kazajo. Traducción del ruso. Extraído de Б.М.Сидельникова, Казахские народные сказки // Қазақ Халық Ертегілері, Үш томдық, Жазушы Баспасы, Алматы 1971 (B. M. Sidelnikova, Cuentos nacionales kazajos, Tomo III, Ed.Ŷazuzi, Almaty, 1971).

martes, 19 de mayo de 2009

El jardín maravilloso. Nuevo cuento kazajo. Continuación.



Atravesaron las estepas durante muchos días y por fin llegaron a la kibitka del sabio. La vieja y cochambrosa kibitka se encontraba aislada entre las estepas. Los viajeros entraron e inclinándose, se presentaron ante el sabio.
El sabio se sentó. A cada lado, lo hicieron dos de sus discípulos.



- ¿Qué asunto les ha traído hasta mí, noble gente? – preguntó el sabio a los recién llegados.
Y éstos le contaron el tema de su discusión. Escuchándolos, el sabio se quedó sentado y callado durante bastante tiempo, y a continuación, se dirigió al discípulo mayor y le preguntó:
- Dime, ¿Cómo resolverías tú en mi lugar el dilema de estas personas?
El discípulo más mayor contestó:
- Yo les haría llevar el oro al Jan, pues él es el señor de todos los tesoros de la tierra.
El sabio frunció el ceño y le preguntó al segundo discípulo:
- Bueno, ¿y tú? ¿qué solución tomarías en mi lugar?
El segundo discípulo respondió:
- Yo me quedaría el oro, ya que esta gente reniega de él, y por derecho se lo queda el juez.
El sabio frunció todavía más el ceño, pero de todas maneras logró tranquilizarse e hizo la misma pregunta al tercer discípulo:
- Muéstranos la conducta que adoptarías ante esta dificultad.
El tercer discípulo contestó:
- Como este oro no pertenece a nadie y todos reniegan de él, yo lo volvería a enterrar en la tierra.
El rostro del sabio se tornó sombrío del todo y preguntó al cuarto, que era el discípulo más joven:
- ¿Y tú que dices, hijito?
- ¡Oh, mi maestro! – contestó el más pequeño de los discípulos. – Disculpa mi ingenuidad, pero ésta sería mi decisión: yo cultivaría con este tesoro un jardín grande y frondoso en la estepa yerma, para que en él pudiesen descansar y deleitarse todos los pobres cansados.

Tras escuchar estas palabras, el sabio se levantó de su sitio y con lágrimas en los ojos abrazó al muchacho.
- En verdad tiene razón, - dijo, - el que afirma:
“Considera mayor que tú al joven que es sabio”. Tu juicio es justo, hijito mío. Coge este tesoro, dirígete a la capital del Jan, compra las mejores semillas, regresa y construye el jardín sobre el que has hablado. Y que eternamente viva entre los pobres tu memoria y el recuerdo de estas gentes que han traído el oro.
El muchacho puso el oro en un saco, lo cargó en su hombro y se puso en camino.
Viajó a través de las estepas durante mucho tiempo y final y afortunadamente, alcanzó la capital del Jan. Una vez llegado a la ciudad, se dirigió rápidamente al bazar y comenzó a deambular entre la ruidosa muchedumbre, buscando a comerciantes que vendiesen semillas de árboles frutales.
Buscó durante mucho tiempo, y entre tanto, examinaba atentamente los puestos de telas brillantes y productos de todas clases. De repente, a su espalda se escuchó el sonido de los cascabeles de una caravana y unos gritos estridentes. El muchacho se volvió y vio que a través de la plaza del bazar cruzaba una caravana sin final que transportaba una carga sorprendente, pues en lugar de bultos y sacos llenos de mercancías, sobre los camellos había pájaros vivos, miles de aves que sólo nidifican en las montañas, en los bosques, en las estepas y en el desierto. Las aves estaban atadas por las garras, y sus alas, desgastadas y arrugadas, parecían andrajos, al mismo tiempo que nubes de plumas multicolores sobrevolaban la caravana. Con cada movimiento de la caravana, los pájaros hendían sus cabezas sobre el costado de los camellos, y de sus afilados picos se arrancaban quejicosos gritos. El corazón del muchacho se llenó de compasión ante semejante espectáculo, lo que le empujó a atravesar los grupos de curiosos y dirijirse hasta los caravaneros. Respetuosamente, se inclinó y preguntó:
- Señor, ¿Quién ha condenado a estos maravillosos pájaros a semejante y espantoso suplicio, y hacia dónde los llevan?
El caravanero contestó:
- Los transportamos al palacio del Jan. Estas aves están predestinadas a servir como alimento al Jan, que nos ha pagado por ellas quinientos chervónetz (diez rublos de oro).
- ¿Dejarías estos pájaros en libertad si te doy el doble de esa suma en oro?, - preguntó el muchacho.
El caravanero observó al joven burlonamente y siguió su camino.



Entonces, el muchacho bajó de su hombro el saco de piel y lo abrió ante el caravanero.Éste se detuvo sin creer lo que veían sus ojos, y al tomar conciencia de la riqueza que se le ofrecía, ordenó al instante al resto de sus hombres que desataran a los pájaros.
Tan pronto como las aves se sintieron libres, volaron juntas hacia el cielo. Eran tantas, que el día se transformó en noche, y de los aletazos de sus alas, se produjo un huracán sobre la tierra.



El muchacho siguió durante mucho tiempo el vuelo de las aves que se alejaban, y cuando éstas desaparecieron del alcance de su vista, recogió el saco vacío del suelo y se puso camino de vuelta. Su corazón se regocijaba, sus piernas andaban ligeras, de sus labios emanaba una alegre canción.
Pero cuanto más cerca estaba de su destino, más se apoderaba de él un pensamiento amargo y un sentimiento de arrepentimiento le oprimía el pecho.
- ¿Quién me ha dado a mí el derecho de disponer por mi propia cuenta de la riqueza ajena? ¿Acaso no fui yo el que se ofreció a construir un jardín para los pobres? ¿Qué le digo yo ahora a mi maestro y a esta sencilla gente que esperan mi regreso con las semillas?
Así se lamentaba el muchacho. Poco a poco, la desesperación se apoderó de él, y tirándose al suelo, comenzó a llorar pidiendo que la muerte se lo llevara. Al final, su aflición era tan grande, que se quedó durmiendo profundamente.



Imágenes: 1)Paisaje kazajo, 2) Kibitka o yurta, casa desmontable de las estepas asiáticas, 3) Jardín oriental de Jutta Votteler, 4,5,6,7)Aves de Kazajstán.

Cuento popular kazajo. Traducción del ruso de Ana Marco. Extraído de Б.М.Сидельникова, Казахские народные сказки // Қазақ Халық Ертегілері, Үш томдық, Жазушы Баспасы, Алматы 1971 (B. M. Sidelnikova, Cuentos nacionales kazajos, Tomo III, Ed.Ŷazuzi, Almaty, 1971).

lunes, 18 de mayo de 2009

El jardín maravilloso. Nuevo cuento kazajo.



Hace algún tiempo vivían dos amigos pobres que se llamaban Asan y Hasan. Asan labraba un pedazo de tierra, mientras que Hasan pastoreaba con su pequeño rebaño, y de esta manera se ganaban ambos la vida. Los dos amigos eran viudos, pero Asan tenía una bonita hija muy cariñosa que era su consuelo, mientas que Hasan tenía un hijo muy fuerte y obediente, su esperanza.
Una primavera, cuando Asan se preparaba para salir hacia sus arados, a Hasan le alcanzó una tremenda desgracia: algo espantoso arrasó la estepa, y todos los carneros del pobre Hasan se abrasaron.
Bañado en lágrimas, se apoyó en el hombro de su hijo, se acercó a su amigo y le dijo:
- Asan, he venido a despedirme de tí. Mi rebaño a muerto, y sin él, yo también moriré sin remedio.
Escuchando las palabras de su amigo, Asan también se puso a llorar, y acercándose a su amigo dijo:
- Amigo mío, a tí te pertenece la mitad de mi corazón. No te niegues, coje la mitad de mi arado. Consuélate, toma una pala y cantando ponte a trabajar.
Y así fue como Hasan se convirtió en agricultor.
Pasaron los días, los meses, los años. Un día, Hasan estaba labrando y de repente escuchó un ruido extraño, su pala había topado con algo. Empezó a cavar apresuradamente la tierra en ese mismo lugar, y ante sus ojos apareció un antiguo tesoro lleno de monedas de oro.
Sin poder contener su alegría, Hasan cogió el tesoro y lo arrojó precipitadamente sobre las tierras de su amigo.


- ¡Alégrate, Asan! – gritó corriendo, - ¡Alégrate, la felicidad te ha alcanzado! He desenterrado un tesoro lleno de oro en tus tierras. ¡Ya te has salvado de la pobreza!
Asan le recibió con una amable sonrisa y le contestó:
- Conozco tu generosidad, Hasan, pero éste es tu oro, y no el mío. Tú eres en realidad el que ha encontrado el tesoro en la tierra.
- Yo conozco tu magnanimidad, Asan, - objetó Hasan, - pero, regalándome tu tierra, no me diste el derecho a poseer lo que en ella se esconde.
- ¡Estimado amigo!, - dijo Asan, - todas las riquezas de la tierra deben pertenecer a quien la riega.
Discutieron durante largo tiempo. Finalmente, Asan dijo:
- ¡Pongamos fin a esto, Hasan! Tú tienes un hijo en edad de casarse, y yo tengo una hija en las mismas circunstancias. Ellos se aman desde hace mucho tiempo. Vamos a casarlos y les damos a ellos el oro. ¡Que nuestros hijos no conozcan la pobreza!


Cuando los amigos se pusieron de acuerdo, de poco no se murieron de alegría. En ese mismo día se celebró el feliz enlace. El muchacho y la joven se instalaron en la pobre chabola de Hasan, y éste se trasladó a casa de Asan.
Al día siguiente, tan pronto como empezó a clarear, los jóvenes aparecieron en la casa de sus padres. Sus caras no escondían la preocupación, y en sus manos traían el tesoro.
- ¿Qué ha ocurrido, hijos? – preguntaron alarmados Hasan y Asan. ¿Qué desgracia os ha alcanzado tan pronto?
- Hemos venido a deciros, - contestaron los jóvenes, - que los hijos no deben poseer lo que han despreciado sus padres. Nosotros somos ricos incluso sin este oro. Nuestro amor es una joya más preciosa que todos los tesoros del mundo.
Y así depositaron el tesoro en medio de la chabola.
Entonces, de nuevo se desató la discusión sobre quién debía administrar el oro, y esta continuó hasta el momento en el que los cuatro decidieron llevar el oro a un conocido sabio que vivía muy lejos.

[Continuará]

Cuento popular kazajo. Traducción del ruso de Ana Marco Esteve, lectora de español en la Universidad de Almaty. Extraído de Б.М.Сидельникова, Казахские народные сказки // Қазақ Халық Ертегілері, Үш томдық, Жазушы Баспасы, Алматы 1971 (B. M. Sidelnikova, Cuentos nacionales kazajos, Tomo III, Ed.Ŷazuzi, Almaty, 1971).
Imágenes: Estepas kazajas, Monedas de oro, Fiesta del Nawriz en Kazajstán.

domingo, 18 de mayo de 2008

El gran Khan mongol según Marco Polo

LXXXII.- Donde se habla del aspecto del Gran Can

“El señor de los señores que se llama Cublai Kaán es de la siguiente forma: es de hermosa talla, ni bajo ni alto sino de talla mediana. Su carne está bien repartida, si demasiado gordo ni demasiado flaco; está muy bien constituido en todos sus miembros. Tiene el rostro blanco y bermejo como rosa, lo que le da un aspecto muy agradable; los ojos negros y hermosos, la nariz bien hecha y bien puesta.


Hay cuatro mujeres a las que tiene por esposas verdaderas, y el hijo primogénito que de ellas tiene debe ser de pleno derecho Señor de todo el Imperio cuando el Gran Can, su padre, muera. Se las llama “Emperatriz”, pero también por su nombre. Y cada una de estas cuatro damas tiene una bellísima corte real en su propio palacio: ninguna tiene menos de trescientas doncellas escogidas por su gentileza y su belleza. Tienen numerosos criados eunucos y muchos hombres y mujeres, tantos que cada una de estas damas tiene en su corte por lo menos diez mil personas. Y cada vez que él quiere acostarse con una de estas cuatro mujeres la manda acudir a sus habitaciones, pero a veces él va a la habitación de su mujer.”, Marco Polo, El libro de las maravillas, ediciones generales Anaya, Madrid, 1983, p. 172.

viernes, 16 de mayo de 2008

Magos en la corte del Gran Khan





“De esta raza de encantadores hay tantos que es maravilla. Además de los nombres dichos, se les llama también bacsi, es decir, de tal religión u orden como se diría Hermanos Predicadores o Menores; y son tan sabios y expertos en su arte mágico y diabólico, que hacen casi todo lo que quieren.
También debéis tener por cierto que estos bacsi, que saben de tales encantamientos, entre otras hacen la gran maravilla que voy a deciros. Cuando el Gran Can está sentado para comer o cenar, en su gran sala, ante su gran mesa que, colocada aparte para la comida del señor, tiene más de ocho codos de alto, y las copas de oro están sobre una mesa en medio del embaldosado, al otro lado de la sala, a diez pasos de la mesa del Señor, llenas de vino, de leche o de otras bebidas, tanto hacen por sus encantamientos y ciencias estos sabios encantadores que se llaman bacsi, que estas copas llenas se elevan y por sí mismas se van por el aire a presentarse ante el Gran Can cuando quiere beber, sin que nadie las toque. Y cuando ha bebido, las copas vuelven al sitio de donde habían partido. Y esto lo hacen a veces ante diez mil personas que miras, y ante todos aquellos a quienes el señor quiere mostrarlo. Es cosa cierta, digna de fe, sin mentira alguna, porque tiene lugar todos los días en la mesa del señor. Además debo deciros que los sabios de nuestro país que saben de necromancia afirman que es hacedero". Marco Polo, Libro de las maravillas, ediciones generales Anaya, Madrid, 1983, p. 154.

Bacsi: equivalente mongol del lama tibetano, sacerdote.



Imágenes:1- nombramiento de Gengis como gran Khan, pintura s. XIV, 2- Gengis Khan, 3-Marco Polo en la corte de Kublai Khan.

viernes, 25 de abril de 2008

Genghis Khan según Marco Polo


“Entonces ocurrió que en el año 1187 de la encarnación de Cristo los tártaros hicieron un nuevo señor y rey de su lugar, que tenía de nombre Cinghis Can en su lengua*. Era un hombre de gran valor, de gran sentido y grandes proezas; y yo os digo que, cuando fue elegido rey, gobernó con tanto moderación y justicia, que fue amado y reverenciado por todos, no como señor, sino casi como un dios; por lo que, difundiéndose su buen nombre por muchos países, todos los tártaros del mundo diseminados por esas comarcas extranjeras se fueron hacia él y le tuvieron por su señor.

Y este Cinghis Can mantuvo el señorío hermoso y franco. Y ¿qué más puedo deciros? En poco tiempo acudió tan gran multitud de tártaros que era maravilla. Y cuando Cinghis Can vio que tenía una multitud tan grande de gentes, deseó en su gran corazón salir de aquellos desiertos y lugares salvajes, y se puso en marcha con su pueblo, armado de arcos y otras armas, porque eran poderosos y hábiles con el arco, al que se acostumbran siendo pastores.
Fueron conquistando todas estas regiones, y yo os digo que el renombre de su justicia y bondad era tal, que por todas partes por donde iban acudían a someterse a él; muy dichoso se sentía quien conseguía obtener su favor. Así, en poco tiempo conquistó ocho provincias, cosa que razonablemente pudo ocurrir, porque en aquel tiempo los países y provincias de estas regiones estaban, bien gobernadas en comunidad, bien cada una por su propio rey o señor, y como no había ninguna unidad entre ellos, no podían resistir por separado a un ejército tan fuerte. Cuando ganaba y cogía los reinos, ciudades y aldeas por la fuerza, no hacía matar ni despojar a nadie haciéndoles daño alguno, y no cogía nada de sus bienes. Una vez organizados de nuevo los países con señores y guardianes de su propio pueblo y con aquéllos de los que se fiaba, cogía a todos los jefes y los jóvenes valientes y se los llevaba a conquistar otras gentes. Y así conquistó esa gran multitud de gentes de que os he hablado. Y una vez conquistadas, estas gentes, cuando ven el buen gobierno y la gran bondad de aquel señor, iban a él gustosamente y permanecían fieles. Y cuando Cinghis Can hubo reunido tan gran multitud de gentes que cubrían el mundo entero, se dijo que quería conquistar gran parte del mundo. "


*En realidad Genhis Khan se convirtió en soberano en 1197 y en emperador en 1205.
Imágenes: 1-arquero mongol: "los tártaros y casi todos los demás pueblos llevan el estribo alto a causa del tiro con arco, porque cuando disparan se yerguen sobre sus caballos.", p. 261, 2-Mongoles guerreando, 3-Genghis Khan conquista una ciudad china (s. XIII).
Marco Polo, Libro de las Maravillas, ediciones generales Anaya, Madrid, 1983, pp. 125-126.

lunes, 21 de abril de 2008

Descripción de los mongoles por Marco polo

“Sus armas son arcos y flechas, espadas y mazas herradas, y algunas lanzas y hachas, pero se sirven del arco más que de cualquier otra cosa, porque son extremadamente buenos arqueros, los mejores del mundo, y dependen mucho de sus flechas desde la infancia. Sobre su cuerpo llevan una armadura de cuero de búfalo o de otro animal muy gruesa, y es cuero cocido muy duro y resistente. Son buenos hombres de armas y muy valerosos, y hacen poco caso de su vida, que exponen a cualquier riesgo sin ningún miramiento, y son muy crueles. Y voy a deciros por qué son capaces de hacer más que los demás hombres. Cuando el ejército parte para la guerra o para cualquier otra necesidad, con más gusto y valor que el resto del mundo se someten a esos trabajos y muchas veces, si es necesario, el hombre caminará o permanecerá un mes sin más alimento que la leche de una burra y la carne de los animales que mate con su arco. Y su caballo pastaré de cualquier hierba que encuentre a la orilla de los caminos al viajar; por eso no tiene ninguna necesidad de llevar consigo avena, heno o paja. Son muy obedientes a su señor; y os digo que, si es preciso, permanecen dos días y dos noches a caballo sin bajarse; el hombre se queda toda la noche sobre el caballo, con sus armas, y duerme sobre el caballo, y el caballo irá mientras tanto paciendo la hierba que encuentre. Son la gente del mundo que más duramente sufre y soporta fatigas , hace el menor gasto y se contenta con poquísimo alimento, he ahí por qué son mejores que otros para conquistar ciudades, tierras y reinos. Eso es lo que hemos visto, y vosotros habéis oído y vais a oír en este libro cómo esos antiguos siervos son ahora señores del mundo.”




Marco Polo. Libro de las maravillas, ediciones generales Anaya, Madrid, 1983, pp. 135-136.

Marco Polo (1254-1324). El gran viajero occidental por antonomasia. Mercader veneciano que llegó hasta China en tiempo de los mongoles.

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