Por la misma fecha el jefe de la flota cruzada Guillermo de Holanda, en su calidad de “crucesignatorum comestabulus”, como él mismo se llama, escribe también al Pontífice, anunciándole igualmente la expugnación de Alcácer do Sal por los cruzados a su mando con ayuda de 100 naves, y en la que fueron hechos 2000 prisioneros sarracenos, entre los cuales se contaba el gobernador de la fortaleza llamado Abur (“dominus castri, Abur nomine”), quien se hizo bautizar juntamente con algunos cientos de los suyos. Esta circunstancia es interpretada por el conde de Holanda como un presagio muy alentador para someter a la fe católica a una gran parte de la España musulmana. Sin embargo, hay que decir, que esta esperanza se reveló muy pronto como infundada, pues la conversión de “Abur” no había sido más que una estratagema para escapar con vida y poder pasar a la primera ocasión al campo de sus compatriotas, cosa que tuvo lugar ya antes de la primavera de 1218. Por todo esto –continúa el Conde de Holanda- y a ruegos del rey de León (al que llama “rex Legionensis et Gallorum”, se silencia por lo tanto también aquí al rey de Portugal Alfonso II), del de Navarra y de muchos arzobispos y obispos, así como de los principales de toda España, se había decidido a permanecer en Portugal para ayudarlos en la lucha contra los sarracenos. Y termina suplicando a Honorio en términos de gran humildad y subordinación … que le haga llegar su voluntad, que, como hijo obediente, acatará plenamente y sin ninguna objeción.
La respuesta de Honorio al obispo Sueiro lleva fecha del 12 de enero de 1218. El papa, ante los hechos consumados, accede de buen grado a conceder indulgencias plenarias a los cruzados que habían tomado parte en la conquista de Alcácer, pero sin absolverlos del voto contraído de dirigirse a Tierra Santa. Sin embargo en otra carta del 26 del mismo mes, Honorio da encargo a los obispos de Lisboa y Évora, y al prior de Palmella, de comunicar a aquellos que habían perdido sus naves durante el asedio, o a los que por manifiesta pobreza no podían hacer efectivos sus votos, que quedaban exentos de proseguir el viaje a Palestina. En virtud de esta dispensa del Pontífice hay que suponer que un cierto número de cruzados nórdicos se volvieron a su patria, y que otros se asentaran como colonos en las tierras portuguesas ganadas a los árabes en la fértil comarca del Sado.”
Imágenes: 1-situación de Alcácer do Sal, 2- Territorios almohades, 3- Cruzados cerca de Damietta (5ª Cruzada), 4- Alfonso IX, rey de León y Galicia, 5-el Papa Honorio III(1216-1227).
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