Perteneciente
a una de las familias más antiguas y numerosas de Palestina, Murid Barguti
simboliza el destino de un pueblo marcado por el destierro. Nacido en el pueblo
de Deir Gassane, próximo a Ramala, estudió en la Facultad de Letras de El
Cairo, donde se especializó en lengua y literatura inglesas. La Guerra de los
Seis días hizo que Murid no pudiera
volver a su tierra hasta treinta años más tarde. Si bien en un primer momento
Barguti es conocido por sus divanes poéticos, su novela autobiográfica “He
visto Ramala” le hizo valedor de la Medalla Naguib Mahfuz de Literatura en el 97.

A
pesar de que el título hace referencia a su vuelta a Ramala, la obra de Barguti
se centra más en el exilio y la realidad a la que debe enfrentarse el refugiado
palestino. En su narración, el poeta palestino evoca imágenes y voces del
pasado, habla de vidas perdidas y de los sentimientos de desplazamiento y
desposesión de aquellos que han perdido su patria. “He visto Ramala” no es tan
solo la experiencia del regreso a su ciudad natal, es la experiencia de toda
una vida.
En
la obra encontramos dos mundos unidos por una misma realidad. Un mundo físico,
exterior, y el mundo psicológico, interior de Barguti. Así pues, a pesar de
encontrarse el poeta en un lugar y tiempo determinados, vemos cómo
constantemente nos transporta a otro lugar y época distintos. Recuerdos, sentimientos,
reflexiones que no siguen una linealidad temporal y que quedan confundidos con la
historia principal, la de su llegada a Ramala.
Que
se trata de un poeta es un hecho innegable, y más aún lo es su experiencia como
poeta del verso libre. Su maestría como escritor queda patente en esta obra al no
temer romper con las normas establecidas. Hay que tener muy presente que la
literatura árabe ha permanecido durante siglos anclada en las formas y técnicas
tradicionales. Así pues su novedad radica, por ejemplo, en introducir poemas a
lo largo de la narración, construir frases de tan solo una palabra o incluso formular
numerosas preguntas retóricas que se corresponden con sus pensamientos y que
provocan que el lector repare en el contenido. No obstante, su condición de poeta provoca que,
en ocasiones, su narración se vuelva un poco enrevesada y se haga necesario
parar la lectura y retroceder unas cuantas líneas para captar de nuevo el
sentido de las palabras.
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Vista
de Ramala grabado en 1668 y publicado por François Halma en 1717
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Por
otra parte, la presente obra se encuentra impregnada, por fuerza, de un cierto
componente político. Pero Barguti no se limita a echar la culpa de todo a los
israelíes, sino que también realiza una autocrítica dirigida a la parte árabe.
Sus palabras no se encuentran motivadas por ideales abstractos, vacíos de
contenido, sino que por el contrario, son consecuencia de esa realidad vivida
durante treinta años en el exilio.
A
lo largo de toda la obra, Barguti no cesa de hacer mención a las personas
fallecidas en el exilio o a aquellos mártires atravesados por metralla. Por
mucho que uno quiera es imposible permanecer impasible ante lo relatado. “He visto Ramala” es, efectivamente, una de
las mejores narraciones del exilio de la que disponemos hoy en día. En ella
Barguti desnuda su alma y no teme mostrar sus sentimientos de alegría, pena,
frustración, indignación… lo cual establece un vínculo con el lector, que ante
lo expuesto es incapaz de mirar hacia otro lado. Puedo afirmar, sin miedo a
equivocarme, que su lectura no dejará a nadie indiferente.