“Compró Yehá un burro en el mercado y echó a andar para su casa llevándolo del diestro. Dos ladrones que le seguían convinieron hacerle una mala jugada; se adelantó uno de ellos, quitó la cabezada al burro, se la colocó él y siguió marchando tras el chej. El otro ladrón se llevó el burro.
Cuando Yehá llegó a su casa, volvió la cabeza y quedó atónito al ver un hombre en el lugar del burro.
Cuando Yehá llegó a su casa, volvió la cabeza y quedó atónito al ver un hombre en el lugar del burro.
El ladrón empezó a llorar y restregándose los ojos, respondió:
- Señor, soy un hombre ignorante que con mi conducta enfadé a mi madre. Ella pidió a Dios que me convirtiera en un burro, su petición fue atendida y he venido soportando fatigas y golpes hasta que me habéis comprado en el zoco. Con vuestra santidad y benevolencia he vuelto a ser hombre.
Y, arrodillándose ante el chej, le besó la chilaba haciendo protestas de agradecimiento.
Yehá, que había creído cuanto le había dicho, exclamó:
- ¡No hay fuerza y potencia fuera de Dios!
Y lo puso en libertad después de aconsejarle que obedeciera a su madre en todo.
Pocos días después volvió al mercado a comprar otro burro y vio allí en venta el que le había sido robado. Se acercó a él y en voz baja le dijo:
- Me parece que no has hecho caso de mis consejos y has dado lugar a que se enfade de nuevo tu madre. ¡Ingrato! Pero te juro que no he de ser yo el que te vuelva a comprar…
Cuentos de Yehá, recogidos, ordenados y publicados por T. García Figueras, Sevilla, 1989, pp. 81-82.
2 comentarios:
Me recuerda al protagonista de las historias del Mula Nasrudin, como las que oí al narrador Gonzalo Álvarez en Nasrudin.
Nasruddin, Djeha, Joha, Yuha, Goha, Hodja, Giufa, Mulá Nasreddin... Todos son el mismo personaje con distinto nombres según el país en el que se cuenta la historia.
Publicar un comentario